Biodiversidad, sociodiversidad y ecopolítica de la diversidad

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Este artículo plantea que la pérdida de la diversidad política y la polifonía política es reflejo de una tendencia homogeneizante genérica, que opera al confiscar derechos sociales e imponer fundamentalismos, que esto tiene relación con la biodiversidad y que se necesita una ecopolítica de la diversidad a diversas escalas que sostengan las vidas dignas más allá del antropocentrismo.​

En Davos 2023 ya se habla de policrisis [1], venimos saliendo de un período intenso de cumbres por el ambiente: para restaurar el equilibrio con la naturaleza por la biodiversidad (COP15), sobre los océanos, por los objetivos de desarrollo sostenible, por la acción por el clima (COP27), pronto la cumbre mundial por el agua y por la Amazonía, entre tantos otros espacios. Es constantemente denunciado por los movimientos por las justicias múltiples (climática, hídrica, ambiental) que,  a pesar de las persistencia de las continuas reuniones, la crisis socioecológica sigue profundizándose al punto de la casi irreversibilidad, con el establecimiento de nuevas zonas de sacrificio en los sures globales a costa de las transiciones, hegemónicamente energético centradas, coloniales, corporativas y que incrementan las desigualdades y condiciones para que se perpetúe la crisis civilizatoria.

Los espacios y experiencias de la afinidad hacia la biodiversidad [2] siguen recordándonos las amplias y variadas posibilidades de sortear la policrisis, más allá de falsas soluciones y falsas alternativas verdes. Pocas veces se visibilizan estos lugares de reexistencia y prevalecen en el imaginario más las amenazas que las propias soluciones justas para los pueblos.

Mas allá de la visión de las crisis como amenazas [3] es urgente la compresión de las relaciones entre sí y su encuadraje en un escenario mayor que les contiene y es el de la profunda crisis civilizatoria que tiene una expresión de deterioro continuo de las condiciones de vidas humanas y no humanas por el deseo patriarcal de conquista o conquistualidad (Segato,2018) y de una forma de imaginación depredadora ad libitum (a libre demanda) que hace planificación y uso de los comunes naturales, en nombre del desarrollo,  como si estos no tuviesen límites;  estableciendo relaciones de dominación sobre la naturaleza. El consumo infinito y expansionista de la llamada naturaleza es una falsa pretensión antropocéntrica que conlleva a la muerte de lo humano y lo no humano.

Hay la lógica de división y fragmentación que limita la compresión de la policrisis, ¿Cómo opera? En primer lugar, de manera ficticia se han separado las esferas de la eco sociedad, por ello los asuntos climáticos son tratados aparte de los que contribuyen a revertir la pérdida de la biodiversidad y la contaminación. Al mismo tiempo son abordados separados de su profunda relación con las violencias de género, las crisis hídricas y alimentaria y de la crisis sociopolítica y geopolítica.

Por ejemplo, para abordar la pérdida de la biodiversidad hay un foco puesto en la conservación como eje de acción pero que se desliga de las razones patriarcales de la relación de dominación sobre la naturaleza y coloca al conocimiento científico por sobre otras formas de saberes y conocimientos sobre la biodiversidad. El asunto de la lectura monocultural sobre la biodiversidad, como un asunto meramente científico, no es menor pues además vulnera el reconocimiento reciente e incipiente, pero altamente defendido, del papel que fuerzas restauradoras y comunizantes como las de los pueblos indígenas para el cuidado de lo biodiverso.

A pesar de las profundas discusiones que se han dado sobre las relaciones bioculturales de la eco y la interdependencia, a menudo prevalece una visión romantizada de los pueblos indígenas como exenta de contradicciones, que invisibiliza las múltiples violencias y desigualdades territoriales. Ocurre a menudo que son tratados estos “asuntos” como espacio de lo social particular, separado en la distribución internacional de los acuerdos y ámbitos multilaterales de otras esferas vitales. Por lo que se incurre nuevamente en la falla estructural de la desconexión entre los ámbitos de la vida que operan en el sostenimiento de la vida.

Hablamos de interdependencia para señalar la dependencia recíproca entre los seres humanos y de ecodependencia para señalar la dependencia de los seres vivos humanos y no humanos, incluso espirituales, entre sí. A menudo la interdependencia es usada como idea en ambos sentidos, pero consideramos que nombrar y visibilizar la ecodependencia como constituyente relacional es poner en el centro una perspectiva ética ecosocial no antropocéntrica. 

Rescatamos una visión de lo biodiverso en conexión con las esferas de las vidas, no humanas y también humanas, cuya existencia es por y desde la eco e interdependencia. Una conexión que hace posible que éticamente se prefiera un río que una hidroeléctrica, un cerro a una mina de sílice, y la vida frente al desarrollo.

La sociodiversidad para la diversidad ecopolítica

Una constante al abordar la biodiversidad y su pérdida es que no hay vínculo con las expresiones sociales, políticas y culturales de la diversidad. Por ejemplo, la pérdida de la diversidad política y la polifonía política es reflejo de una tendencia homogeneizante genérica, opera al confiscar derechos sociales e imponer fundamentalismos. El avance de las extremas derechas en el mundo es un ejemplo de cómo sin conquista territorial, para la ampliación de extractivismo, no ocurre homogenización. Estos son dos movimientos paralelos y mutuamente incluyentes, uno conlleva al otro. No hay pérdida de la sociodiversidad y de la biodiversidad en paralelo sin conquista patriarcal de los territorios. Por ello los efectos de las guerras, de las violencias ecoterritoriales, de las violencias contra los cuerpos feminizados son parte constituyente de la pérdida de la biodiversidad.

El antropólogo y maestro venezolano Esteban Emilio Monsonyi, señala que la geopolítica necesaria frente a la crisis civilizatoria es la eco-política.  La diversidad ecopolítica rescataría cómo la crisis socioambiental es y se hace con las crisis sociales y viceversa y cómo toda operación internacional e interestatal debe contemplar la crisis ecológica como elemento constituyente, de difícil borrado.

En ese sentido, toda lógica en el plano multilateral que seccione las esferas de la vida es anti-biodiversa. Repensar los espacios de discusión de la crisis civilizatoria para confrontar la policrisis necesita nuevas formas políticas de visibilidad de los vínculos entre lo ecológico y los problemas sociales diversos. Pensar la desigualdad, la pobreza, el hambre o la violencia contra las mujeres en el mundo como también problemas de distribución socio-ecológicos, de acceso y de relacionamiento posible con los territorios. No es lo mismo una mina en un sector precarizado del Sur del Orinoco en Venezuela que una mina en algún lugar del mal llamado “Primer Mundo”.

El tiempo que atravesamos requiere de toda nuestra imaginación para hacernos de vínculos. Pensarnos ¿cuáles son los aspectos ecoterritoriales ligados a la precarización laboral que hoy mueve protestas en Venezuela? Pensarnos, ¿cómo el incremento de feminicidios esta conectado a una valoración machista y de infravaloración de la naturaleza que coloca a los cuerpos feminizados como objetos explotables? Problematizarnos, ¿hasta donde el extractivismo media nuestras relaciones económicas del día a día?, dando espacio a la orificación de la vida, esto es, el trasvase de las formas anti-sociales, violentas y descomunalizantes de los enclaves mineros a la cotidianidad de nuestras ciudades y hogares.

Pensarnos más allá del desarrollo, en una Venezuela-territorio vulnerado por la polarización y el desgaste de la política tradicional que homogeniza. Respirar un poco, y sentirnos tocados por la creatividad de quienes defienden los territorios, cuerpos-tierras-aire-agua, para la posibilidad de vidas dignas.

Arropar una propuesta ecopolítica que enfatice “las similitudes naturales” entre cada componente de la trama de la vida en lugar de borrarlas bajo falsas dicotomías hombre/mujer [4], humano/no humano, cultural/natural es una forma de revindicar también a biodiversidad y de hacer una ecopolítica que no es otra, que formas consistentes complejas — por sus eco e interrelaciones– de las políticas para las vidas.

Referencias:

[1]  https://www.reasonwhy.es/actualidad/policrisis-ha-llegado-palabra-ano-davos

[2] Variable psicosocial novedosa que enriquece la biodiversidad e incluye las creencias y la vinculación afectiva de las personas y culturas hacia la preservación de la variedad de vida y ecosistemas (Víctor Corral Verdugo, 2009).

[3]  https://www.france24.com/es/minuto-a-minuto/20210913-la-onu-alerta-sobre-la-triple-amenaza-medioambiental-para-los-derechos-humanos

[4] Se puede ver una discusión en Rubin (1971, en Segato, 1986).

Bibliografía:

  • Corral-Verdugo, V., Bonner, M., Tapia-Follem, C., Fraijo-Sing, B. Frías Armenta., & Carrus, G. (2009). Correlates of pro-sustainability orientation: The affinity towards diversity. Journal of Environmental Psychology, 29, 34-43.
  • Rita Laura Segato (2018) Manifiesto en cuatro temas. Critical Times 1 (1): 212–225. doi:  https://doi.org/10.1215/26410478-1.1.212

Contacto: Liliana Buitrago,  moc.liamg@71bilil

Fuente: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

Temas: Crisis climática, Ecología política

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