Ataques, políticas, resistencias, relatos #109

Foto de Nathalia Bonilla

"En los últimos meses, pero especialmente a partir del 2020, se ha desatado una fiebre de tala de balsa en el Ecuador. En todos los rincones del país donde crece este árbol, se está acabando con las poblaciones de balsa; y su destino final es China. La madera de balsa es un importante insumo de los molinos de viento generadores de energía eólica, por ser la más ligera de las maderas comerciales, inclusive más que el corcho, y por su gran resistencia. Entre enero y noviembre de 2020 las exportaciones de la industria forestal de Ecuador ascendieron a 784 millones de dólares, es decir 53% más en comparación con 2019; y casi el 70% de las exportaciones ecuatorianas de madera de balsa se destinaban a la energía eólica a China, y se ha convertido en el tercer producto de exportación al mercado chino, después del camarón y banano".

¿Por qué construir un IALA?

La creación de los Institutos Agrecológicos Latinoamericanos (IALA), se da en una etapa de desarrollo muy importante para la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) y La Vía Campesina. La reforma agraria integral, base fundamental para la soberanía alimentaria, sumaba agendas con los movimientos sociales en los Foros Sociales Mundiales para desencadenar una agricultura con campesinos, campesinas y pueblos originarios. Quienes trabajan el campo se posicionaban con alternativas desde la Madre Tierra frente al avance del capitalismo en la agricultura. Nuestro movimiento social venía de la acumulación de experiencias en la lucha y resistencia por un mundo mejor desde la Colonia, soportó la presión de la acumulación originaria, el avance de la Revolución Verde y el agronegocio. Esta larga lucha construyó derroteros y ante esta coyuntura propusimos una perspectiva campesina y de los pueblos originarios.

Un gran avance de nuestro movimiento descansa en la formación y capacitación. Las escuelas se posicionaron para fortalecer nuestro liderazgo y movilizarnos en temas cruciales como frenar a la OMC y luchar por sacarla de la agricultura; proponer otro modelo de producción poniendo en agenda la agroecología.

En ese momento la universidad tenía un pensamiento muy convencional con énfasis en profesionales al servicio de las transnacionales de la agricultura, una universidad muy elitista destinada a formar a quienes trabajan para la clase dominante.

Para algunos, la creación de un centro latinoamericano de formación agroecológica era una herejía académica, porque estos procesos no están destinados al movimiento campesino. Pero para desarrollar nuestro movimiento teníamos que formar a nuestra militancia campesina e indígena.

Buscamos crear una institución dedicada a la agricultura campesina mediante una metodología de campesino a campesino, con los lineamientos del pensamiento freiriano de una educación popular, desde una propuesta integral de formación para la participación, el desarrollo de nuevos liderazgos y la incidencia que construya una nueva cultura política en América Latina.

Un elemento importante fue el rol del IALA de Venezuela, durante la Revolución Bolivariana, en el gobierno de Hugo Chávez. A partir de ahí valoramos la importancia de construir una nueva cultura política que transforme las relaciones de poder.

Estos centros de formación se crean porque venimos de una región en constante movimiento. Aquí se han desarrollado experiencias políticas incluyendo la guerra de guerrillas como el método más supremo en los años 70 y 80, ahora ya en desuso. Hemos tenido escenarios de lucha muy fuertes; ahora estamos en otro momento histórico, diálogos de paz, crisis en los países progresistas y la construcción de un amplio movimiento social.

Tras un largo recorrido, comenzamos la creación de los IALAS

En 2006, en Porto Alegre, Río Grande del Sur, Brasil, el compañero Joao Pedro Stedile nos convocó a crear un centro de formación internacional para trabajadores del campo que tenga conocimiento técnico pero que nunca actúe como dueño de la verdad, que valore el conocimiento campesino/indígena, que tenga una nueva relación con la base, que entienda la agroecología como elemento de resistencia y lucha, y como parte del otro mundo que queremos y que es posible. Estas primeras conversaciones se realizaron con un equipo operativo integrado por Peter Rosset (La Vía Campesina Internacional), Adalberto Martins (Pardal), Leonardo Chirino de la ANAP de Cuba y Fausto Torrez de ATC de Nicaragua.

Al inicio fue difícil crear este centro con participación internacional en medio de la incomprensión de algunos involucrados que eran miembros del gobierno venezolano, lo que contradecía el planteamiento del comandante Hugo Chávez y el acuerdo de la Marqueseña con el compañero Stedile del Movimiento Sin Tierra de Brasil. El proceso fue mejorando y se realizaron las promociones.

El comité promotor lo integraron entonces Fausto Torrez, Peter Rosset, Adalberto Martins, Denir Sosa (MST-Brasil), Valquimar Reis (MST-Brasil), Olga Domené (Universidad Bolivariana de Venezuela-UBV), Roberto Pérez (UBV), Sol Santander (UBV) y Alfredo Ramos (UBV).

Este grupo se redujo conforme llegaron los primeros docentes y se estableció coordinación con el Ministerio de Educación y la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho que proporcionaba becas a estudiantes extranjeros y nacionales. Fue importante la coordinación con la Universidad Bolivariana de Venezuela, la Universidad de los Llanos UNELLEZ, el Ministerio de Agricultura y Tierra y el Ministerio del Poder Popular para Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología

El IALA es ahora una necesidad que nace del movimiento social aglutinado en la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) y La Vía Campesina. En cada región o país se organiza con el nombre y el lema construido en colectivo por nuestras organizaciones campesinas e indígenas.

El IALA se concibe como un nuevo modo de crear y compartir conocimientos científico-tecnológicos, y humanísticos, y saberes que conduzcan a romper con la lógica de la racionalidad dominante en el contexto agrario y rural de nuestros países. Buscamos forjar una visión inter y transdisciplinaria e intercultural basada en enfoques agroecológicos complejos.

Fue en los años de los primeros Foros Sociales Mundiales, en Porto Alegre, Brasil, y al inicio de la Revolución Bolivariana del comandante Hugo Chávez, que compartíamos las experiencias de las escuelas de campo que cada organización tenía, la Metodología de Campesino a Campesino y su aplicación en Cuba, que nos llevó a promover una Universidad Campesina.

Buscamos la formación compartida de militantes, técnicos, pedagogos en agricultura campesina (agroecología), que contribuya a la organización campesina y en las luchas de transformación de la sociedad; identificar una ruta que nos lleve a lograr los cambios sociales hacia una forma de vida armónica con la naturaleza, independiente del mercado global y destinada a establecer relaciones horizontales y por la emancipación humana.

Aquella idea inicial se debatió en el Foro Social de Porto Alegre en 2005, los acuerdos suscritos entre la República Bolivariana de Venezuela y La Vía Campesina y su organización, el Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. El primer IALA se constituyó oficialmente bajo el nombre del Instituto Universitario Latinoamericano de Agroecología “Paulo Freire” (IALA) mediante el decreto núm. 6008, publicado en la Gaceta Oficial núm. 38.994, el 15 de abril de 2008; sustentado en los fundamentos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999); los Lineamientos Generales del Plan de Desarrollo Económico-Social 2007-2013 y la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA).

Años después la CLOC-Vía Campesina expandió la experiencia en varios países para adecuarla a las características de la región y de los pueblos originarios, lo que nos ayuda a desarrollar la agricultura campesina como sector estratégico en la producción de alimentos, la mejor expresión del buen vivir de los pueblos.

A lo largo de nuestra experiencia hemos compartido las visiones de los Institutos de Formación Agroecológica en Latinoamérica, la Universidad Campesina y de los Pueblos Originarios en Venezuela, Brasil, Paraguay, Argentina, Colombia, Nicaragua y en Chile este último dedicado a las mujeres sembradoras de la esperanza.

En cada IALA se desarrolla una metodología de alternancia, conjugando lo presencial con lo comunitario, formando a militantes, quienes en su salida contribuirán con el desarrollo endógeno, integral y agroecológico al tiempo que fortalecerán las luchas contra el neoliberalismo, los agronegocios, la dependencia en todas sus formas y la depredación ambiental.

Trabajar estas competencias genéricas y transversales a todos los niveles educativos y participativos con las prácticas en la agricultura campesina, comercio libre, consumo responsable y convivencia resultará en nuevos profesionales del campo capaces de informar los modos de producción agropecuaria, sustentada en la soberanía alimentaria.

Nos urge construir un contenido profundamente social y humano, darle a la agroecología un espacio más ecosistémico, por encima del perfil técnico. Generar conocimientos ayuda a mejorar procesos formativos de equidad y pertinencia social inherentes a la responsabilidad social. El instituto contribuirá con la consolidación comunitaria y la conformación de una ciudadanía protagónica.

Desde CLOC-Vía Campesina, no podemos abordar el tema de la producción agroecológica sin tener una concepción muy clara del problema de la tierra y en ella la reforma agraria como motor, un balance a las raíces de una historia de dominación e injusticias, al acceso a los bienes comunes para ejercer una agricultura más humana, más resiliente y capaz de mejorar los niveles de vida en el campo.

La implementación de una agricultura manipulada por la colonización y años después por la Revolución Verde, la multiplicación de agrotóxicos, generaron una agricultura dependiente del mercado capitalista.

Al final, estamos desarrollando procesos de formación técnica, política, ideológica y humanista con valores y prácticas de respeto mutuo entre las organizaciones, creando un nuevo currículum escolar que mantenga la unidad entre práctica y teoría elaborando el método de organización escolar en un gran ejercicio interno de poder popular.

Doce años después, la CLOC-Vía Campesina mantiene Institutos de Agroecología con organizaciones campesinas y pueblos originarios; académicos como el SOCLA, la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología, y redes de organizaciones del movimiento social e instituciones internacionales como FAO, organizaciones no estatales como Ñandubay y Agroecology Fund, etc.

Desde el IALA hacemos de la agroecología un modo de vivir, luchar, y resistir contra el capitalismo. Producir alimentos en el territorio, sanos y saludables, base de la soberanía alimentaria y el Buen Vivir de nuestros pueblos.

Fausto Torrez

Energías renovables en China, selvas vaciadas en Ecuador

En los últimos meses, pero especialmente a partir del 2020, se ha desatado una fiebre de tala de balsa en el Ecuador. En todos los rincones del país donde crece este árbol, se está acabando con las poblaciones de balsa; y su destino final es China. La madera de balsa es un importante insumo de los molinos de viento generadores de energía eólica, por ser la más ligera de las maderas comerciales, inclusive más que el corcho, y por su gran resistencia. Entre enero y noviembre de 2020 las exportaciones de la industria forestal de Ecuador ascendieron a 784 millones de dólares, es decir 53% más en comparación con 2019; y casi el 70% de las exportaciones ecuatorianas de madera de balsa se destinaban a la energía eólica a China, y se ha convertido en el tercer producto de exportación al mercado chino, después del camarón y banano.

Aunque hay plantaciones forestales ya establecidas, la altísima demanda china ha orientado a los balseros a abastecerse de fuentes naturales (es decir, de bosques naturales) y la frontera de las plantaciones de balsa se expande a zonas con vegetación natural y fincas campesinas, dedicadas a la soberanía alimentaria local.

En la Amazonia Sur, las vías y ríos se han llenado de aserraderos móviles. Cortados en trozos de alrededor de un metro treinta, la balsa se apila una encima de otra; lista y esperando ingresar al camión que la transportará al centro de acopio de alguna empresa maderera en la zona costera, y de ahí a la China por barco.

En las comunidades, los trabajadores cobran si acaso el jornal mínimo, la mayoría cortan, apilan y cargan. Son indígenas de las comunidades de donde se extrae la balsa y ganan 10 o 15 dólares el día, que es mucho más de lo que ganarían por un racimo de plátano o chonta (Bactris gasipaes). Con eso algunos salen a la ciudad el fin de semana, y se lo gastan en alcohol. Las mujeres cocinan para los trabajadores y con lo que ganan alimentan a su familia. La dinámica comunitaria ha cambiado, se ha instaurado una dependencia más, que afecta a la autonomía de las comunidades indígenas del suroriente de la amazónica ecuatoriana.

Los intermediarios son gente de afuera que responden a las empresas madereras. Son quienes negocian la tala de la balsa generalmente con las dirigencias de las comunidades, ofertando cubrir necesidades básicas como luz, escuelas; incluso centros médicos, derechos que deben ser garantizados por el Estado. Algunos dirigentes aceptan el balseo pensando en las necesidades de la gente, sin evaluar los problemas que enfrentarán a corto y largo plazo. Las negociaciones suelen ser rápidas, ya que el intermediario sabe lo que quiere y sabe cuánto puede ofrecer, y las dirigencias saben lo que necesitan.

Los enfrentamientos dentro de las comunidades lastimosamente están a la orden del día: peleas entre familiares porque el árbol cortado estaba dentro del lindero equivocado y acusaciones a presidentes comunitarios por llevarse el dinero de la balsa, son el resultado del madereo de balsa. El extractivismo de la madera está rompiendo vínculos comunitarios arrasando con las tradiciones culturales. Los comuneros usan todo su tiempo en sacar madera, y ya no asisten a las asambleas y abandonan las labores del cuidado social comunitario.

Desde los aserraderos se vierten los desechos a los ríos, y las crecidas se llevan todo rio abajo; ríos donde antes circulaban pocas canoas transportando personas y alimentos entre las comunidades, ahora parecen una calle con tráfico de Quito en hora pico. La gasolina mezclada con el aceite termina en el agua afectando la pesca de subsistencia, sin consecuencia alguna para los comerciantes.

Cortar un árbol de balsa de gran tamaño afecta a los ecosistemas. Su sombra da cobijo a plantas que ahora se secan bajo el sol abrazador de la línea ecuatorial. Las aves que se alimentan de las flores de balsa, ya no cantan como antes, las loras se han ido en búsqueda de nuevos hogares, los tapires y sajinos (jabalí de la selva) quedan descubiertos para que aumente la cacería ilegal.

Historias como éstas se repiten en prácticamente todas las zonas del país donde hay bosques tropicales y subtropicales, como son los bosques del Chocó, incluyendo el Chocó Andino, las pocas manchas que quedan en varias regiones de la costa de bosques naturales, o en las estribaciones de los lados de las cordilleras. En el oriente de Manabí la tala de balsa provocó grandes deslaves en una región que conserva uno de los últimos bosques tropicales de la provincia, produciendo graves daños materiales en la comunidad. Hay además una agresiva compra de tierras para sembrar balsa.

Dado que se está agotando la balsa en el Ecuador, los balseros están incursionando en bosques tropicales de los países fronterizos. El testimonio de un miembro de organizaciones sociales del norte de Esmeraldas, muestra que los balseros traen madera del Chocó colombiano por pasos clandestinos, para procesarlo en aserraderos ubicados en Esmeraldas.

De igual manera, balseros ecuatorianos sacan madera de los territorios de la cuenca del río Morona, en las selvas amazónicas de Loreto en Perú, afectando el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís, lo que ha generado fuertes conflictos. Esto se confirma con la denuncia hecha por el gobernador wampis en Perú, Wrays Pérez (Pamuk Gtanw) quien denunció que desde enero de 2020 se habrían sacado más de un millón y medio de pies de madera.1 En la región operan más de una docena de aserraderos en el Río Santiago. Cada día más de diez botes con capacidad de veinte a cuarenta toneladas llevan madera ilegal a la frontera con Ecuador.

Las empresas madereras tradicionales lamentan no haberse beneficiado de esta fiebre de la balsa y empiezan a diseñar estrategias para entrar en el negocio, expandiendo la superficie cubierta por plantaciones de balsa y negociar en directo con China.

Mientras tanto, ¿qué pasa en China? En 2020, a pesar de la pandemia del Covid-19, China construyó más parques eólicos que todo el resto del mundo combinado, llegando a un récord anual de instalaciones, sin embargo la quema de carbón sigue siendo su principal fuente de energía; y es que desde la década del 2000, China ha experimentado un incremento en el consumo de energía, lo que ha estado a la par de la acelerada industrialización del país. A partir del 2010, China planificó cambiar su matriz energética hacia la generación de energía de fuentes renovables. Lo irónico es que en diciembre de 2020, el presidente Xi Jinping expuso nuevos objetivos que serán incorporados a su propuesta ante el Acuerdo de París. China se plantea llegar al pico de sus emisiones en el 2030 y llegar a ser Emisiones-Netas-Cero hasta el 2060; para ello se plantea aumentar la capacidad instalada de energía eólica y solar a 1200 GW para 2030. Si fuese sólo eólica necesitaría construir un millón de aerogeneradores. Las propuestas concretas para llegar a estos objetivos seguramente provocarán una vulneración aún mayor de derechos de los pueblos y de la naturaleza, en su propio territorio y más allá, como ya se ha constatado con el madereo de balsa en Ecuador.

Pero no todo es venta en la selva, existen comunidades que se han opuesto al ingreso de las empresas y los intermediarios, saben que la madera de la balsa constituye una parte fundamental en el equilibrio de la selva, para la Nacionalidad Sapara del Ecuador, el árbol de balsa es una protección natural contra los espíritus que viajan por los ríos y permiten la vida en las comunidades. Sabiendo esto se han expresado de manera contundente contra la intensión devastadora de las empresas, quienes han intentado en varias ocasiones convencer a la dirigencia para promover el madereo dentro del territorio. Una visión similar la mantienen algunas comunidades kichwas y achuar en la Amazonía Sur del Ecuador.

Un pequeño país amazónico, una vez más brinda la sangre de sus bosques a una potencia que dice estar generando energía limpia.

Nota:

1. Video del gobierno territorial autónomo de la Nación Wampís, circulado por redes sociales en mayo 2021

Acción Ecológica

La aberración del trigo transgénico (renovado asalto a la agricultura y la alimentación)

Dice una nota de la Agencia de Noticias Biodiversidadla.org en un texto que resume la primera zozobra con que repentinamente se anunció la aprobación inminente del trigo transgénico: “En octubre de 2020, los medios confirmaban una noticia que ya se temía desde hacía tiempo: la aprobación del trigo HB4, de la empresa Bioceres. Apenas unos meses después de que el presidente anunciara que la expropiación de Vicentin (de la que se retractaba días después) era un paso hacia la soberanía alimentaria, este término regresaba con fuerza a la agenda pública al conocerse que Argentina sería el primer país del mundo en aprobar un evento transgénico de este cultivo, fundamental para la alimentación de nuestros pueblos”. No es, obviamente, el primer cultivo genéticamente modificado que existe en Argentina. Existe maíz, algodón pero sobre todo soja que tiene inundado el campo argentino (y de Uruguay, Paraguay, Brasil y Bolivia).

El caso del trigo es muy grave porque no es solamente algo que se utilice como materia prima para elaborar comestibles procesados, endulzantes o textiles sanitarios, sino que el trigo es la base fundamental de la alimentación de los pueblos de la región. Con datos sólidos, Fernando Frank publicó un informe para Acción por la Biodiversidad titulado “El pan en manos de las corporaciones”, un análisis del proceso de aprobación y las consecuencias de la siembra comercial de un cultivo transgénico con altas dosis de agrotóxicos y efectos insospechados en la salud humana y ambiental.

Dice el informe: “el trigo es consumido, en promedio, en cantidades que superan los 85 kg por persona por año”, lo que da cuenta de la importancia cultural, histórica y económica del trigo en la alimentación del pueblo argentino, y de la región del Cono Sur.

Su aprobación definitiva quedó sujeta a que Brasil aprobara su importación ya que es el destino de más del 50% del trigo argentino.

En diciembre de 2020, ambientalistas, académicos y organizaciones indígenas presentaron un amparo contra el cultivo del trigo transgénico que se sumó a una carta firmada por más de mil personas dedicadas a la investigación que rechazaron su aprobación. No fue sino hasta febrero de 2021 que un juez admitió la “acción colectiva de amparo ambiental”.

Esta medida puede afectar a la gente en Argentina y Brasil y a quien consume las importaciones de tal trigo, como Indonesia, destino de 20% del trigo argentino. La aprobación también puede abrir las puertas para siembra del trigo transgénico en otras partes del mundo, en particular Brasil.

Resumiendo las razones invocadas por organizaciones brasileñas y argentinas por igual, extraemos los siguientes puntos:

1. Multiplicará el consumo de agrotóxicos. Al igual que la soja, los transgénicos tolerantes a herbicidas multiplican el uso de agrotóxicos. Ésta es la razón por la que se desarrollaron.

2. El glufosinato de amonio, herbicida al que es tolerante el trigo transgénico es más tóxico que el glifosato. La OMS clasificó el glifosato que se utiliza en la soja y y el maíz transgénicos como sustancia potencialmente carcinógena. El glufosinato de amonio es muchísimo más tóxico y está muy cuestionado y prohibido en muchos países por sus efectos teratogénicos, neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa. Está prohibido en toda Europa.

3. La aprobación que empata Brasil con Argentina no considera siquiera la soberanía. Cerca de 88% de todo el trigo importado por Brasil viene de Argentina. Tal decisión comercial muestra una total falta de compromiso con la salud de la población y el medio ambiente. Si termina cultivado en Brasil, representa una amenaza a consumidores en todo el mundo por su extensión y potencial de exportación.

4. El glufosinato de amonio, veneno extremadamente tóxico estará presente en nuestro pan de cada día, para toda la población. El trigo tendrá residuos de este veneno incorporado a las harinas y sus derivados. Estará presente en alimentos básicos de consumo diario.

5. La liberación del trigo transgénico puede contaminar toda la cadena alimentaria. El trigo se autofecunda en gran porcentaje, pero también se cruza con cultivos de cercanía. Los datos hablan de cruzamientos de entre 1 y el 14%. La práctica de años demuestra que la convivencia es imposible. Como en el caso de la soja, que también se autofecunda, tras liberar una semilla GM, toda la cadena alimentaria se contamina. En el maíz, una planta que se poliniza por el viento, en Brasil ya existe impacto de contaminación de variedades de maíz criollo y convencional por los OGM. Miles de campesinos, indígenas y comunidades tradicionales han perdido sus variedades año tras año y, hasta ahora, ninguna medida de convivencia ha demostrado ser eficaz contra la contaminación.

6. Este trigo es desarrollado para continuar con el paquete tecnológico (siembra directa y uso intensivo de agrotóxicos) que ya demostró daños socioambientales y a la salud. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) afirma: “hemos llegado al límite del paradigma de la Revolución Verde”. Los OGM significan profundizar el paradigma de la “Revolución Verde”. El principal desafío que tenemos como humanidad es avanzar hacia una producción agroecológica libre de venenos y OGM.

7. La sequía, un fenómeno climático extremo, se usa como argumento falaz para introducir una tecnología de nocivos efectos. Informar de un trigo transgénico tolerante a la sequía, es muy conveniente en tiempos de crisis climática. Pero el trigo se modificó genéticamente para tolerar a un herbicida tóxico en extremo, prohibido en Europa y otros países. También porta genes de resistencia a antibióticos, que pueden llegar a hacer ineficaces ciertos medicamentos. La supuesta tolerancia a la sequía es un fracaso en Estados Unidos.

8. Contribuye a destruir el sistema de ciencia y técnica que dicen defender. Requerimos una ciencia independiente que denuncie el impacto de las empresas del agronegocio en la salud y el ambiente. Rechazamos la complicidad de sectores científicos y los procesos de decisión asociados a empresas biotecnológicas.

9. No existe la “equivalencia sustancial”. (Un argumento empresarial dice que un OGM es igual a un cultivo convencional). Esto no tiene fundamento científico para evaluar la seguridad de un OGM. Nada garantiza que el pan con trigo transgénico tenga los mismos efectos en nuestro organismo que el pan de trigo convencional.

10. Las autorizaciones no nacen de sectores independientes. La Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) es el organismo responsable de las decisiones sobre OGM en Brasil. La Comisión la componen 27 doctores, y varios están implicados en desarrollar biotecnología. En 15 años de operación, la CTNBio no ha rechazado solicitudes de liberación comercial de semillas transgénicas. En muchos casos se ignoran las evidencias científicas independientes del riesgo de estos productos. En el trigo, la solicitud de liberación, que hasta el momento es para importación y consumo, será juzgada por dicha Comisión.

11. El trigo transgénico ya fue rechazado en el mundo. A partir del rechazo de diversos sectores vinculados a la comercialización del trigo en América del Norte (como el Consejo Canadiense del Trigo), Monsanto retiró en 2004 su trigo resistente al glifosato.

En Argentina, un conjunto de organizaciones de la cadena triguera expresó que “el daño que se produciría al mercado de trigo argentino sería irreparable e irreversible, ya que la contaminación se propagará y la segmentación resulta inviable”.

Lo mismo acaba de expresar la industria molinera brasileña que en una encuesta interna expresó que el 85% no estaba a favor de utilizar trigo transgénico y el 90% dijo estar dispuesto a detener sus compras de trigo argentino.

12. No se garantizó la participación poblacional ni se permitió un debate central para aprobar el trigo transgénico, conociendo los efectos del glufosinato de amonio.

La CTNBio celebró una audiencia pública en octubre de 2020, y designó ella misma a los expositores, ninguno de ellos involucrado en la protección del consumidor. Los inscritos como oyentes pudieron enviar una única pregunta, por escrito, que la CTNBio seleccionó para contestar.

En la audiencia el representante de Bioceres, empresa solicitante de la liberación, dijo que el glufosinato no está permitido para el uso en el trigo en Argentina y que no lo utilizarían, porque el gen de resistencia al herbicida era sólo un marcador utilizado en el proceso de selección de la variedad. Así que, en la audiencia en Brasil, no hubo el debate central sobre los efectos del uso del glufosinato de amonio en el trigo. Pero, si no se utilizará el pesticida, ¿Por qué lo aprobó Conabia (Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria), órgano de bioseguridad de Argentina, con validación del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) como trigo resistente al glufosinato de amonio?

13. El trigo transgénico privilegia a los capitales transnacionales. Aunque es una empresa argentina, Bioceres tiene a la subsidiaria “Bioceres Crop Solutions Corp” que cotiza en la bolsa de Nueva York, tiene alianzas estratégicas con Syngenta/Chemchina, Valent, Dow Agrosciences y a Monsanto entre sus accionistas. Si bien el CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y la Universidad Nacional del Litoral participaron del desarrollo del trigo en cuestión y cada una tiene 30% de las patentes relacionadas, le confirieron licencia de comercialización exclusiva de sus derechos a Bioceres, lo que representa una entrega a los grandes capitales transnacionales.

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Fuente: Revista Biodiversidad, sustento y culturas #109

Temas: Agronegocio, Comunicación y Educación, Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades, Transgénicos

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