Argentina: la REDAST ante el informe PNUD 2001
El PNUD ha generado una merecida consideración porque a lo largo de los años ha elaborado conceptos como el Índice de Desarrollo Humano empeñado en aproximarnos a la realidad de un modo menos falso que el tradicional Ingreso Bruto, nacional o per capita, que ha revelado su divorcio con el bienestar y el desarrollo sustentable de las sociedades
Sin embargo, aunque no conocemos los motivos, registramos hechos preocupantes:
1. Desde hace algunos años, el PNUD se ha ido acercando al Banco Mundial en conceptos claves como el de pobreza, aceptando de modo creciente, el manido concepto del ingreso menor a un dólar diario como medida de pobreza ("de ingreso").
Como explica Michel Chossudovsky ("Falsedades globales"), el concepto de "un dólar diario" introduce dos terribles distorsiones: crea una falsa idea del alcance de la pobreza en el mundo, porque si en lugar de tomar dicho umbral tomamos el de insuficiencia de la población para nutrirse, guarecerse, curarse, abrigarse, la cantidad de pobres que habría que reconocer sería muchísimo mayor, y ese caballito de batalla de los 1300 millones de "pobres en el mundo" se multiplican de modo sobrecogedor, con lo cual el desastre de la ola neoconservadora de los 90 se patentiza mucho más.
En segundo lugar, introduce algo éticamente insostenible. Como también nos lo recuerda Chossudovsky, lógicamente ningún país de los enriquecidos toma ese concepto de "pobreza de ingreso", sino el de necesidades básicas insatisfechas. Por eso el PNUD atribuye al Canadá más de un 17% de pobres y a EE.UU casi un 14%. "Contra" un 11% de pobres para México o Tailandia...
2. Entre los antecedentes que el PNUD había sabido labrar estuvo la de su atención al desarrollo local, al desarrollo de tecnologías locales, al crecimiento autogenerador. Las profusas imágenes de sus publicaciones al menos inducían a pensar así.
El informe que presenta este año ofrece un curioso giro en total consonancia con la definición de pobreza que hemos señalado antes: "En el caso de los países pobres, la investigación con fines de adaptación es pertinente, ya que les permite tomar prestado y adaptar tecnologías creadas en otros sitios."
Esta política de dependencia tecnológica de los países empobrecidos respecto de los países enriquecidos es repudiable. Se ajusta como un guante a la mano con el control mundial desde un único centro, altamente tecnologizado. Elimina de un plumazo el concepto de diversidad cultural al cual el PNUD ha declarado su apoyo en ocasiones anteriores.
En el caso argentino el informe del PNUD llega al escarnio. Embanderado desde siempre en mitigar la pobreza del mundo, llama la atención que poniendo a la Argentina como modelo de desarrollo "biotecnológico" (se refiere a la ingeniería genética aplicada a alimentos, pero usa el neolenguaje de las transnacionales del área, con Monsanto a la cabeza), no haga ni siquiera una referencia a la correlación entre el índice de desarrollo humano y la brutal expansión de las plantaciones GMs en el campo argentino: Argentina ha visto "crecer" simultáneamente en los 90, la "producción" de pobreza y la de OGMs. Como lo explica el Grupo de Reflexión Rural: .
Las semillas modificadas genéticamente son el paradigma de una agricultura en gran escala, puramente extractiva, destinada a la exportación de commodities, y son parte de un paquete tecnológico que vació el campo de su población y llevó a cientos de miles de pequeños productores y trabajadores rurales a una desgarradora y obligada migración hacia los nuevos cinturones de pobreza de las grandes ciudades argentinas.
Hoy podemos experimentar con particular dramatismo social, algunas de las horribles paradojas del productivismo: mientras la Argentina bate todos los récords históricos de producción y exportación de granos, miles de piqueteros se transforman en el nuevo símbolo de un país que parece haber pasado de las fantasías menemistas de pertenecer al Primer Mundo, al duro despertar en el Cuarto Mundo, con piquetes por doquier, cortando las rutas con neumáticos incendiados y reclamando planes asistenciales y bolsones de comida para paliar la terrible miseria en que viven.
Un hecho resulta inseparable del otro: cerca de cien niños mueren al día por enfermedades evitables, vinculadas con la desnutrición y con la pérdida de calidad de vida, y millones de argentinos viven en la pobreza extrema y sufren hambre, debido a que somos una potencia aceitera, a que somos el segundo país, luego de EEUU, en exportación de transgénicos y porque se nos impuso un modelo rural de exportación de insumos forrajeros.
Este modelo hizo desaparecer en poco más de diez años todos los mecanismos de seguridad alimentaria que construyeron varias generaciones de argentinos rurales, acabó con la vida en el campo instalando una agricultura sin agricultores, y enajenó el patrimonio genético de nuestras variedades de semillas entregándolas a las transnacionales de la biotecnología.
¿NO le llama la atención al PNUD el desarrollo simultáneo de la pobreza argentina y las plantaciones transgénicas? ¿ No ha reparado siquiera en el proceso de exclusión galopante que los OGMs de Monsanto han exacerbado más todavía que la Revolución Verde?
El PNUD pinta de rosa la realidad argentina y nos arrulla con que: "Los procedimientos de solicitud de registro, examen y aprobación en materia de seguridad alimentaria y registro de semillas se basaron en la legislación vigente." ¿De qué legislación vigente nos habla? Los OGMs se expanden en el mercado argentino desde mediados de los 90 como una mancha de aceite, a velocidad galopante y a espaldas de todo conocimiento por parte de la población, y los primeros proyectos de ley sobre el particular datan de 1999, 2000 y 2001. Proyectos, porque al día de hoy, seis o siete años después de la irrupción masiva de OGMs en el país, Argentina NO cuenta todavía con "legislación vigente" en la materia.
Uno podría preguntarse cómo se confeccionó semejante informe, cómo se extrajeron datos de la realidad argentina, si fueron de la realidad argentina.
Si lo que propugna el PNUD a través de la erección de Argentina y Egipto como modelos de estados solventes en el área de la ingeniería genética, es facilitar el ingreso de tecnología de Primer Mundo al Tercero (o Cuarto) Mundo, a través del ropaje formal de estados colonizados, penetrados, permeados política, cultural y económicamente, conquistados en todo el sentido de la palabra, entonces el PNUD desnuda su verdadero papel de punta de lanza del imperialismo metropolitano en tierras del pobrerío planetario.
El culto de Mark Malloch Brown a "los nodos mundiales de innovación tecnológica" empobrece la cultura del planeta y fortalece la homogeneización cultural que es uno de los mayores peligros que afronta la humanidad.
El PNUD en esto de los alimentos transgénicos repite toda la monserga que las empresas promotoras han repetido con insistencia solo superable por su falsedad manifiesta: " cultivos que requieren pocos o ningún plaguicida o fertilizante". ¿Quién puede creer que Monsanto inventó la soja GM resistente a herbicidas para disminuir su uso?
"Si bien son controvertidos los organismos genéticamente modificados pueden representar un enorme adelanto tecnológico para los países en desarrollo". Como sostiene en su presentación Greenpeace: "El PNUD debería comprender que los complejos problemas de hambre y desarrollo agrícola no serán solucionados con "panaceas" tecnológicas. Esta crisis es resultado de la negativa y del desprecio hacia la investigación y la inversión en el uso y desarrollo de tecnologías agrícolas sustentables desde una perspectiva de las comunidades marginadas". [...] El apoyo para el desarrollo agrícola ha descendido dramáticamente durante los últimos diez años. La cooperación en los campos de la agricultura, las actividades forestales y la pesca que solían brindar los países donantes de la OCDE se ha reducido a la mitad, de más de 7 mil millones de dólares en 1989 a menos de 3 mil millones en 1999. La caída en el apoyo de las instituciones multilaterales como el PNUD y el Banco Mundial a la investigación en agricultura ha sido particularmente dramática: pasó de 3,500 millones de dólares en 1989 a menos de 500 millones en 1999.
"Que el PNUD promueva el uso de transgénicos en países en desarrollo como una solución al problema del hambre, después de abandonar cualquier papel relevante y sustancial en el apoyo al desarrollo de la agricultura, es extremadamente hipócrita y le resta toda credibilidad al PNUD. En vez de abogar por la exportación de tecnología genética insegura y riesgosa hacia los países del sur (ricos en biodiversidad), las agencias como el PNUD deberían concentrarse en la promoción y diseminación de métodos probados y sustentables para mejorar las prácticas agrícolas."
Por lo que antecede esta red rechaza y repudia el informe anual del PNUD y denuncia su carácter cómplice con la ola neoconservadora que está diezmando el planeta. Papel que cumple con su apoyo incondicional al actual desarrollo tecnológico rural, con su estímulo al ingreso del capital privado, con su declarada "asociación con las empresas multiancionales" y, como dice muy sueltamente Mark Malloch Brown porque el PNUD "está comenzando a utilizar sus fuertes vínculos con los gobiernos y las presencias estables en los países [...] para desempeñar una función mucho más activa [... mediante] el uso estratégico de la capacidad tradicional del PNUD para contrituir a apoyar y reforzar las estructuras gubernamentales, impulsar el entorno macroeconómico y restablecer el imperio de la ley."
Ya sabemos lo qué es "el entorno macroeconómico"; sólo nos queda por saber qué gobiernos reforzarán sus estructuras y a qué ley se refiere.
REDAST
Red de Alerta sobre Transgénicos.
Fundada en agosto de 1999, en Buenos Aires, por diversas organizaciones: Foro Ambiental Ciudadano, Grupo de Reflexión Rural, Greenpeace, Asociación para el Desarrollo de la Producción Orgánica, Centro Ecuménico de Educación Popular, Iniciativa Arco Iris, y otras organizaciones y dietistas, periodistas y otras individualidades.
Adolfo Boy
Email: adolfoboy@hotmail.com