Argentina: Dialéctica de la Sojización y la soberanía nacional (Primera parte)
El pool sojero multinacional que controla y domina el ‘negocio’ ‘estima’ que para el año 2017 la cifra de la superficie agrícola argentina debe orillar las 120 millones de has ‘cueste lo que cueste’, o sea el 30% de la superficie nacional, un verdadero disparate ambiental. La sojización desenfrenada de la nación lejos de ser un hecho saludable, constituye un verdadero problema en expansión para la economía nacional y la protección de nuestro ecosistema agrícola, así como también para la vida misma de nuestros habitantes
La Sojización, como concepción de enclave colonial. El cultivo de soja transgénica forrajera ocupa ya el 50.% de nuestra producción de granos y el 55.5% de la superficie agrícola sembrada, superficie que crece anualmente arrasando lo que encuentra a su paso. Si entre 2002-2004 la superficie agrícola total orillaba las 27 millones de has hoy ya estamos en los 35 millones de has, casi el 10% de la superficie total del país (400 millones de has, aproximadamente). El pool sojero multinacional que controla y domina el ‘negocio’ ‘estima’ que para el año 2017 la cifra de la superficie agrícola argentina debe orillar las 120 millones de has (14) ‘cueste lo que cueste’(14), o sea el 30% de la superficie nacional, un verdadero disparate ambiental. La sojización desenfrenada de la nación lejos de ser un hecho saludable, constituye un verdadero problema en expansión para la economía nacional y la protección de nuestro ecosistema agrícola, así como también para la vida misma de nuestros habitantes. Nuestro país es parte de los 19 países que permiten el cultivo de variedades transgénicas o modificadas genéticamente (OGM) libremente. Es también uno de los 5 que lo permiten a gran escala. Mientras los EE.UU., están tomando medidas para reducir la superficie sembrada con soja transgéncia, pagando sobreprecios y más subsidios por la soja común y fomentando el cultivo de maíz para la obtención de etanol, la Argentina (y Brasil) sigue expandiendo la frontera sojera sin límite ni precaución alguna. Más aun, la Argentina es el primer país del mundo en cuanto al porcentaje de expansión de los OGM, respecto del total de su producción: el 99% (o más) de la soja sembrada en nuestro país es sojaRR, es decir OGM, para hacerla resistente al herbicida glifosato. Siendo la soja una especie de polinización cerrada o autógama en un porcentaje del 95 al 99%, es dable suponer que la soja no transgénica (la llamada soja orgánica) no existe en nuestro territorio, por lo menos en términos probabilísticos. Este solo hecho ya constituiría un grave problema, pero es apenas el comienzo de una larga lista, desde el vamos. Monsanto terminó de estabilizar la sojaRR entre 1992-1993, en 1994 la misma fue aprobada por la FDA, de los EEUU, con la oposición de las agencia nacional Ambiental (USDA), la cual soportó fuertes presiones de la empresa. Así al año siguiente, en 1995, la USDA emitió un laudo favorable para la liberación de la sojaRR (modificada genéticamente), por el mundo.(15) Es decir que entre la estabilización de la soja RR y su lanzamiento al ecosistema mundial apenas transcurrieron dos o tres años, lapso indudablemente inválido para evaluar efectos ambientales serios sobre el conjunto de todo el ecosistema global, ante tamaña alteración de los mecanismo de la selección natural. Pero lo más grave es que en ese mismo año, 1995, el entonces secretario de Agricultura del gobierno del señor de Anillaco, el Ing. Felipe Solá autorizó la liberación de la soja RR en la Argentina sin ningún estudio serio que la avalara. De allí en más nada la ha detenido, afectando de manera grave nuestra estructura económica.
Monocultivo sojero
En principio la producción se ha transformado en un monocultivo, hecho peligroso desde el punto de vista ambiental, económico y estratégico respecto de la estructura productiva de la nación. Todo modelo basado en el monocultivo es esencialmente no sustentable y débil desde el punto de vista estructural en lo que a la economía política se refiere. Sin embargo la expansión del monocultivo de soja transgénica forrajera, trae aparejada otros serios problemas. Tal vez el más importante radique en la degradación de nuestro sistema productivo: hemos dejado de ser un país productor de alimentos, para pasar a ser un enclave productor de forraje, para que otras naciones –las más industrializadas o en vías de serlo- produzcan carne. Llegamos al extremo de venderle soja en grano (y maíz y otros cereales) a Chile para que produzca carne aviar y porcina, y la exporte, mientras que nosotros importamos ambos productos debido a la reducción drástica de las áreas y los stocks ganaderos y cárnicos producidos por la sojización, mientras exportamos forraje puro, es decir ‘pasto soja’. Hemos reducido nuestra producción de carne -al reducir su área, el número de cabezas y la calidad de los campos destinados a la misma- para producir ‘pasto-soja’, debiendo apelar a la triste –y altamente peligrosa- herramienta del feed-lot, pasando a producir carne de pésima calidad y con bajísimo nivel de seguridad alimentaria, y esto en el país que alguna vez tuvo la ‘mejor carne del mundo’. Destinamos nuestras mejores tierras –del mejor ecosistema del mundo para producir alimentos- a producir forraje –y ahora agro-combustibles-, para que otros países produzcan y exporten carne, en lugar de hacerlo nosotros. La reciente crisis de disparada de precios hortícolas, frutícolas y lácteos (que continúa) es sólo el comienzo de graves problemas de abastecimiento para la alimentación de nuestra población. Cabe recordar que entre mayo y octubre de 2007 el tomate aumentó entre un 200 a un 300%, la papa (uno de los cuatro alimentos básicos de la humanidad) trepó entre el 350 al 450%, el zapallito creció un 1000 % su precio, al igual que pimientos y berenjenas, la chaucha por su parte subió un 750%. (13) Incrementos similares se observaron en todas las frutas y verduras, elemento central de la canasta familiar. Continuando con la depredación, para producir pasto-soja hemos dejado de producir un sinnúmero de alimentos. Ya el objeto de nuestra producción agrícola no es la de producir alimentos para nuestra población y exportar el remanente, sino que todo el sistema agrícola del país está puesto al servicio de producir materias primas en forma de pasto-soja (ahora también etanol y biodiesel), para la exportación a los países industrializados o en vías de desarrollo pero con políticas estatales nacionales ‘serias’. La Argentina decidió abandonar su Soberanía alimentaria, junto con la pérdida de su soberanía económica y política. Cuando Martínez de Hoz, ministro de Economía de Videla expresó: ‘si la nación va a producir acero o galletitas lo va a decidir el mercado’, hacía referencia a este cambio de modelo. La nación industrial tecnológica y científica anterior a 1976-1989 dejó de existir. Con ella también lo hizo la nación que producía alimentos para su gran mercado interno –su pueblo- e insumos para su industria. En un proceso perverso y neocolonial la nación dejó de producir acero, camiones, vagones, tractores, aviones, tanques, rieles, material ferroviario, usinas y barcos. Junto con la entrega de su petróleo, su gas, su energía eléctrica, sus rutas, la destrucción de sus FF.CC., y todo lo demás, dejó de producir alimentos como maíz, trigo, papa, batata, lentejas, arroz, frutales, productos hortícolas, lácteos, algodón, carne ovina, porcina, aviar y alimentos en general, para pasar a destinar toda su economía a producir pasto-soja. Así China, India, Chile, la UE y otros países industrializados crían su ganado y producen carne para abastecer a los emergentes y gigantescos mercados asiáticos donde se asienta el futuro de la humanidad, con el pasto-soja barato que les vendemos los ‘astutos’ argentinos. Claro, no somos los argentinos los que lo vendemos, sino los dueños de la Argentina y de los argentinos.
Dialéctica de la depredación sojera...
En tercer lugar, se agrega la alta contaminación ambiental que produce el sistema Siembra directa-sojaRR-glifosato, ya que se basa en el uso masivo de agrotóxicos en forma permanente. En la última campaña se están usando alrededor de 230 millones de litros de glisfosato, de 23 a 29 millones de litros de 2-4-D, cerca de 7 millones de litros de endosulfán y casi el mismo volumen de atrazina, sobre la pampa sojizada. (9) Cifras que se completan con un total de alrededor de 150 mil toneladas de plaguicidas y 1.3 millones de Tn de fertilizantes para poder arrimar a los 30 qq/ha que marcan el límite de la ganancia o la pérdida del productor(14). Así de manera acumulativa y exponencialmente creciente, desde 1996 hasta la fecha. Tanto el 2-4-D como el endosulfán sumados a los coadyudantes y acompañantes del glifosato, son altamente cancerígenos. Recientes estudios del Instituto Curie de Francia confirman que el glifosato en su forma comercial más habitual, Round-up, es disparador de los mecanismos formadores del cáncer.(1) Para ejemplo tenemos los graves casos de barrio Ituzaingó Anexo en Cordoba, los de Loma Sené en Formosa y los centenares de casos de cáncer en Santa Fe y cuenca sojera del sur de Córdoba y Norte de Provincia de Buenos Aires.(2) El otro aspecto de gravedad ambiental inusitada refiere a que en términos ecológicos y ambientales, todo el sistema de Siembra directa-sojaRR-glifosato, no es más que un gigantesco ensayo -en la mitad de la superficie sembrada del país, casi 17 millones de hectáreas- de selección de malezas resistentes y contaminaciones genéticas verticales y horizontales irreversibles, con efectos apenas entrevistos. A la lista de aproximadamente treinta especies que han mostrado algún tipo de resistencia al glifosato, se ha sumado en las últimas tres campañas la aparición de Sorgo de Alepo resistente a glifosato, lo cual se está transformando en un grave problema, en Norte de Córdoba, Tucumán, Santiago del Estero y que seguramente, dadas sus características ecológicas, se expandirá hacia otras zonas. Por supuesto, dado el planteo circular existente, se intentará resolver el problema con mayor agregado de herbicidas: así el sistema se morderá la cola, pero no se la podrá comer, amén de autodestruirse. Un otro aspecto del problema, radica en la pérdida de la fertilidad de nuestros suelos que el sistema implica. Además de la ausencia de rotaciones de cultivos y del retorno de los suelos a la pastura como restauración natural de su fertilidad, y de saneamiento, cada cosecha implica una enorme extracción de nutrientes –y de agua- que son exportados con los granos y que no son repuestos. ‘Para producir una tonelada de grano, la soja extrae 16 kilogramos por hectárea de calcio, 9 kg de magnesio, 7 kg de azufre, 8 kg de fósforo, 33 kg de potasio, y 80 kg de nitrógeno.’(14) Esta exacción permanente afecta de manera directa la fertilidad actual del suelo y al repetirse continuadamente en un ciclo ya muy largo, afecta también la fertilidad potencial de los mismos. Con el agravante que la fertilización química produce contaminación, que eutrofiza y contamina los cursos y reservorios de agua, mientras que la restauración natural de la fertilidad no produce ninguna contaminación y tiene mucho menor costo. Solamente el costo de reposición de las unidades de fertilzante exportados en N, P y S de la actual cosecha, implicaría un desembolso de 1368 millones de USS.(9) Cifra que por supuesto, debe ser descontada de la ecuación sojera. Otro aspecto del problema se refiere a que el sistema produce la pérdida masiva de mano de obra: 4 de cada 5 puestos de trabajo efectivol se destruyen por la diferencia de Tiempo Operativo, Minutos/Hombre/Ha, entre los sistemas Tradicional y SD, (dado que el tiempo operativo del sistema SD-sojaRR es de 40 minutos- hombre-Ha contra 180 minutos- hombre-Ha del sistema tradicional),(3) mientras se produce sólo 1 puesto de trabajo real por cada 500has de SD-sojaRR,(4) cuando según informes del Dr. Altieri 100 Has, de agricultura familiar producen 35 puestos de trabajo.(5)
‘La única oligarquía que existe en la Argentina es la de la corrupción política,’ (Lilita Carrió dixit, octubre 2007)... pero que la hay, la hay. Otro aspecto sumado al anterior, es la destrucción de la pequeña producción. No son viables la huerta, el monte frutal, la apicultura, el monte nativo, artificial, la producción lechera, apícola, u otras producciones cercanas a los vuelos u aplicaciones terrestres de glifosato (y demás agrotóxicos del paquete del ‘barbecho químico’) que por ser un herbicida total destruye todo tipo de plantaciones por deriva. De igual manera a simple dominio de mercado no son viables la ganadería en pequeña escala –imprescindible para recuperar la economía de escala familiar-, la producción lechera, porcina, ovina y aviar. Tampoco es rentable la sojaRR para superficies menores de 300, 350 y hasta 500 has según la región, por lo cual los pequeños y medianos agricultores deben arrendar o vender sus campos, lo cual produjo la desaparición de casi 180.000 productores entre 1990 y 2002. Por el mismo motivo y por las políticas macro aplicadas desde 1976, aumentó la concentración de la tierra a cifras similares a las del apogeo del poder omnímodo la oligarquía vacuna en los años de la ‘República’ conservadora: el 49.7% de la tierra (la mitad de la superficie del país) pertenece a 6900 propietarios,(6) con el agravante de que más de 40 millones de has (el 10% del territorio nacional), están en manos extranjeras incluidas áreas de frontera, cursos de agua y zonas estratégicas.(7) Otro aspecto se vincula al robo ‘legal’ de la propiedad ancestral y la expulsión manu militari (en realidad mediante ‘seguridad privada’ y ‘paramilitares’ ilegales apañados por las mafias políticas-jurídicas-‘empresariales’, verdaderos feudales de varias provincias) de gente del campo, en particular campesinos pobres y comunidades de los pueblos originarios. El sistema Siembra directa-sojaRR-glifosato hace posible la producción de pasto-soja en regiones y lugares donde antes la agricultura no era posible. Por lo que las tierras marginales que antes la oligarquía –y las multinacionales- despreciaba y servían para refugio y alimento de los más pobres, ahora tienen valor. Más allá de los graves riesgos ambientales que implica trasladar el sistema de la agricultura pampeana a regiones de enorme fragilidad ecológica y especialmente, en un planteo de agricultura permanente, como los son el NOA, o el NEA -proceso que los Dres., W. Pengue y J. Morello, entre otros, denominan Pampeanización-, el mismo produce además, el perverso hecho de expulsar de allí a las comunidades ancestrales o de escasos recursos, que vivían en áreas marginales ocupando sus tierras y viviendo de la producción familiar o de los frutos del monte. Expulsados como sea, mediante la conspiración mafiosa de gobiernos provinciales y comunales, estudios jurídicos gangsteriles, fondos de inversión al servicio del capital financiero internacional o mediante el simple y expeditivo sistema de mandar la gendarmería de noche o por la madrugada, para echar a humildes, indefensos y pacíficos pobladores de todos las etnias ancestrales de nuestra tierra americana del sur. Se producen así nuevas áreas de ‘agronegocios’ de espantosa eticidad. Consorcios de cara oscura y oculta se apoderan así, de enormes extensiones de tierras, robadas a sus verdaderos dueños. Este hecho claramente ilegítimo, pues arrasa con derechos escritos en la Constitución Nacional pero no reglamentados, está introduciendo la violencia en el campo y debe ser resuelto inmediato y exactamente a la inversa: es necesario repoblar el campo y desarrollar políticas de desconcentración de la tierra, creando miles de nuevos productores familiares, ‘nuestros paisanos los indios’(10) los primeros.
No más árboles.
Este último proceso está vinculado además a uno de lo efectos más graves producidos por la sojización, como es el arrasamiento del monte nativo, hasta prácticamente su eliminación total. ‘En 1914 había 105 millones de hectáreas de bosques autóctonos. Es decir, un tercio de la superficie nacional. En 1994 quedaban 35 millones de hectáreas. En menos de un siglo, perdimos dos tercios de nuestro patrimonio forestal.’(16) El mismo profesional señala que entre 1984 y 2002, apenas expandida la soja RR, el área boscosa se redujo en 990.000 has(14), sin embargo el Dr. Miguel Altieri, uno de los máximos especialistas en agroecología del continente, señaló de manera más categórica: ‘la sojización ha producido en América Latina la pérdida de 21 millones de has de bosque en Brasil, 14 millones de has de bosque en Argentina, 2 millones de has de bosque en Paraguay y 600.000 has del mismo en Bolivia.’(17) De tal forma es probable que cuando la ‘ley de bosques’ recientemente aprobada con la resistencia impúdica del senado coimero se aplique, no haya prácticamente bosque que proteger, pues si sumamos las cifras de Merenson y Altieri, tendremos que sólo restan en nuestro país 21 millones de has de bosques nativos, cifra a la cual hay que restarle la depredación producida este año –febril dado que las empresas temían la aprobación de la ley- que algunos técnicos de la Dirección de bosques evalúan en no menos de 900.000 has. De tal forma creemos como ha señalado el Dr J. Morello que ‘el bosque nativo en la Argentina es cosa del pasado. Hoy ya no existe’(18) Otro de los costos que debemos sumar a la ecuación sojera.
Riqueza para muy pocos en un campo sin gente
Este conjunto de factores trae aparejadas la destrucción de la fertilidad, la bioregulación y la biodiversidad de nuestro agroecosistema, así como la miseria, la expulsión y la destrucción de la producción familiar, los trabajadores del campo, junto con la exuberante riqueza de un sector minúsculo de la población. Pero el otro aspecto central en un planteo de perspectiva nacional, es considerar a quienes favorece tamaña depredación ambiental, económica y social. Toda la población rural del país apenas llega hoy al 10% del total nacional; y la sojización la reduce permanentemente. Los trabajadores en blanco registrados en el sistema agropecuario suman apenas 310.000, y el total de ellos suma apenas un millón.(8) Por otra parte sólo restan 330.000 productores, es decir que con suerte la población que hoy está recibiendo la ‘lluvia de dólares’ de la sojización apenas llega a alcanzar a 2.560.000 personas (si tomamos a los productores y sus familias y los trabajadores en blanco y sus familias), pues los trabajadores en negro que sumarían otras 2.760.000, considerando la familia tipo, en general sólo tienen trabajo un par de meses al año, como explicamos más arriba, y por ende el resto del año changuean o cobran planes sociales. Está claro además, que los trabajadores en blanco y sus familias, no cobran sueldos que les permitan acceder a una cuatro por cuatro o a las cosechadoras importadas de 500.000-700.000 USS o más que se ven, en Expoagro y que circulan por la pampa sojizada. Esta concentración de la riqueza puede observarse en las camionetas 4x4 que abundan -hasta 5 o 6 por unidad familiar-, en la maquinaria agrícola importada de alto costo y de enorme destrucción de mano de obra, en la construcción de mansiones, y edificios de especulación rentística, en absurdos barrios privados y ‘clubes de campo’... en medio del campo, en gastos suntuarios de todo tipo, incluido un alto aumento de la prostitución y el consumo de drogas en las ciudades del interior –incluidos los suicidios juveniles y los asesinatos juveniles de sus familias, en una sociedad rural que ha perdido su principal nexo articulador: la cultura del trabajo y la producción. Este mismo proceso produce negocios de escasa legalidad en la mayoría de las comunidades vinculadas al ‘negocio’ de la soja. Esta riqueza de pocos unida a la proliferación del hambre y la desocupación de la población laboriosa se expresa en los miles de Planes jefes y jefas de hogar, cobrados en pequeñas comunidades rurales donde nunca existió el desempleo y en la desocupación y expulsión permanente que muestra hoy el interior sojizado. Es bueno recordar que casi la mitad de la población del país está aun bajo la línea de pobreza y un alto porcentaje de la misma es indigente, mientras 18 paisanos indígenas han muerto de inanición en el Chaco y otros tantos mueren diariamente en Tucumán, Salta, Jujuy, Formosa o el Gran Buenos Aires. La sojización unida a la desindustrialización, la destrucción del Estado nacional y las privatizaciones, junto a la decisión del gobierno actual de no tocar la estructura productiva heredada, genera que la riqueza se concentre día a día en menos manos. Mientras los trabajadores cobran salarios en blanco de 1200-1500-1800$, un alquiler para una familia tipo en la Ciudad de Buenos Aires orilla los 1000 pesos mensuales, y la canasta familiar completa se acerca cómodamente a los 3000 pesos mensuales, situación esquizofrénica –o perversa- que provoca que cada nuevo empleo genere un nuevo pobre. De tal forma luego de 5 años de caído el modelo de la convertibilidad ‘el 5 % de la población controla el 25% del ingreso nacional, y el 10 % más rico de la misma controla casi el 50% del mismo, habiendo duplicado su ingreso en los últimos cinco años.’ (19) Un último tema se refiere a la dependencia del productor respecto de las multinacionales como Monsanto, propietarias de los derechos de patentes sobre las simientes y que subsumen al productor en un deudor permanente. En síntesis esta verdadera catástrofe ambiental, social y económica se ha llevado adelante para transformar a la nación en productora de pasto-soja, exportado casi en su totalidad como soja en grano, aceite, harina o torta, a países que así pueden producir proteína animal a muy bajo costo subsidiada por la desindustrialización, la pérdida de la Soberanía y seguridad alimentaria, el hambre, el desempleo, la enfermedad y la devastación ambiental y social de la Argentina y los argentinos.
¿Como salir?
En apretada -y seguramente incompleta- síntesis hemos tratado de abordar la compleja trama del modelo sojero impuesto a la nación luego de la derrota de 1976 y de las políticas de Traición a la Patria aplicadas entre 1989 y 2001. Es bueno recordar que en abril de 1976, Henry Kissinger expresó a su embajada en Buenos Aires: ‘Sería prudente, al mismo tiempo que ser comprensivos con las nuevas autoridades militares de Argentina en el tema de la contención de la guerrilla, influir sobre las mismas para que el país abandone el modelo de industrialización que tanta conflictividad social ha generado, y retorne al modelo agroexportador de la preguerra.’(11) El genocida Albano Harguindeguy rápidamente aprobó el mensaje del amo imperial y en los mismos días de abril de 1976, expresó, ‘el Proceso de Reorganziación Nacional vino para devolver a la Argentina al 3 de junio de 1943.’(20) Años más tarde, ya producida la ‘cirugía sin anestesia’ de la Argentina Industrial, el tristemente célebre Ing. Álvaro Alsogary, poco antes de morir expresó: ‘He cumplido mi misión hemos devuelto la nación al 3 de junio de 1943.’(21) El Imperio había triunfado, la nación había sido devuelta a su matriz colonial, ahora ya no británica, sino multinacional y nuevamente española. De tal forma las políticas que desindustrializaron a la nación para destruir a la clase obrera más combativa y organizada del continente, y debilitar nuestro lugar como país soberano, nos devolvieron al modelo agro-exportador y a un estado neocolonial. Estas políticas se expresaron en la imposición por vía de las corporaciones multinacionales y del capital financiero internacional, -a un costo descomunal en vidas: 30.000 desaparecidos y 450.000 argentinos muertos de hambre entre 1989 y 2001, entre otros miles de asesinados por el modelo neoliberal- del modelo de la sojización, ahora remachado por la producción de agro-combustibles. Se hace imprescindible recuperar una política de soberanía nacional en todos los órdenes, que por supuesto incluya la Alimentaria y la energética, pero principalmente se hace urgente recuperar políticas propias de desarrollo rural ausentes desde 1976, y en particular desde 1989. Se ha impuesto a la Argentina lo que Domingo Cavallo llamó en 1984 ‘el agro-petro-power’ es decir un modelo basado en la exportación de materias primas agrícolas y petroleras, abandonando el desarrrollo industrial, en función del deseo de Kissinger más arriba expresado (Cavallo es uno de los empleados claves de la banca Rockefeller, el jefe del asesino serial H. Kissinger). El mismo planteo que el desaparecido Ing., Héctor Ordóñez, acompañado por los Ings. Héctor Huergo y Gustavo Grobokopatel, llamaban la ‘Argentina verde y competitiva’ o la ‘de comprar a quine nos compra’, es decir una reformulación moderna del modelo oligárquico de la ‘granja británica’ vigente desde 1862 hasta 1943, y contraria a la Argentina industrial, tecnológica, científica y soberana existente entre 1945 y 1975, y si se quiere extendida hasta 1989. En esta línea creemos necesario, como decíamos más arriba, una política de salida paulatina y gradual de la sojización, basada en el repoblamiento rural, de entrega masiva de tierras, de apoyo y estímulo de la producción familiar, de recuperación de la producción de alimentos, y de salida gradual de la sojización y del modelo de los agro-combustibles, hacia un modelo de desarrollo rural en función de los intereses nacionales y populares, basados en la producción de alimentos en cantidad y calidad suficiente para alimentar a toda nuestra población y exportar el sobrante, como política de Estado. Salir de la sojización implica no sólo aplicar justas retenciones –lo cual es una primera medida correcta- sino, por ejemplo, penalizar la exportación de grano, aceite o torta de soja y estimular o premiar la producción de carne –como hace Brasil, que usa su soja para hacer carne y la exporta, o Chile que produce carne con nuestros granos, ni que hablar de China, India y la UE, que hacen lo mismo con nuestros granos. También implica reducir drásticamente las aplicaciones excesivas e innecesarias de herbicida y pesticidas en general, generando políticas de depuración y recuperación ambiental Este primer paso obligaría a alternar rotaciones agrícolas ganaderas y rotaciones de cultivos mejorando la situación. Al mismo tiempo se debe pagar mejor la soja no transgéncia, buscando reducir la superficie de sojaRR -como de hecho ya está ocurriendo en los EE.UU.- penar el uso indebido de glifosato (hay productores que usan hasta 5-6 aplicaciones de herbicida en un solo ciclo) y comenzar a sanear zonas contaminadas por transgenes, mientras se busca estimular el uso de prácticas no contaminantes, especialmente vinculadas al enorme potencial de la agroecología y la economía familiar. Pero debe quedar claro: salir de la sojización implica distribuir tierra o facilitar el acceso a la misma de las familias que lo deseen. Es posible e imprescindible para salir de la crisis alimentaria que nos amenaza -y de la cual la reciente escalada de precios hortícolas y frutícolas no fue más que una muestra-, salir paulatinamente de la sojización y recuperar una política soberana de desarrollo nacional y agropecuario insertado, en la necesaria reindustrialización de la nación, distribuyendo la brutal concentración de la riqueza producida desde 1976 en adelante, y que acabe con el hambre y la miseria de casi la mitad de la población nacional
Por Alberto J. Lapolla*, 27-11-07
1.- Ver mi artículo, Sojización, toxicidad y contaminación ambiental por agrotóxicos, en www.desruralypoliticas.com.ar.
2.- Ver Federación Agraria Argentina, Informe Semanal N° 197, 29 de diciembre de 2005 e Informe presentado por los Ing. Agr. Alberto Gelín y Javier de Souza, en el 2º Encuentro ‘Suelos, Fundamentos de Vida. Propuestas de Acción para el Cambio.’ organizado por CTERA, ANSAFE y el PAS, en San Jenaro Norte Santa Fe los días 19 y 20-05-2006. Informe presentado por los Ing. Agr. Alberto Gelín y Javier de Souza, en el 2º Encuentro ‘Suelos, Fundamentos de Vida. Propuestas de Acción para el Cambio.’ organizado por CTERA-ANSAFE-PAS-RAPAL-UNL
3.-Citado por G. Botta y D. Selis, en Diagnóstico sobre el impacto producido por la Adopción de la Técnica de la Siembra Directa, Recopilación, UNLP. 2003
4.- Reportaje a Claudio Sabsay en Página 12, Cash, por Raúl de La Torre 21-3-2004
5.-Altieri Miguel (Profesor de Agroecología Universidad de California, Berkeley) La tragedia social y ecológica de la producción de biocombustibles agrícolas en América. Marzo- 2007
6.- Censo 2002
7.- Informe sobre extranjerización de Tierras de la diputada nacional Marta Maffei, del Diputado Claudio Lozano y de la Federación Agraria Argentina, años 2006-2007.
8.- Las cifras de trabajadores en blanco negro, informe del Ministerio de Trabajo de la Nación del 29-3-07, publicado en www.rebanadasderealidad.org
9.- Actualización del autor, en base al aumento de producción y superficie de cultivo de la cifra obtenida por Pengue Walter, en 2003.
10.- Frase con que el General San Martín se refería nuestros compatriotas originarios.
11.- Radiograma secreto de Henry Kissinger a la embajada de los EE. UU., en Buenos Aires en Abril de 1976, citado en Lapolla Alberto Jorge, Los Hechos y las Razones. De la muerte de Perón a la muerte de Rodolfo Walsh. Condorcanqui. 2007
13.- Estimación propia en base a las listas de precios de supermercados VEA y Cotto.
14.- Vicente Carlos A., Argentina un mar de soja en el horizonte, recibido por correo electrónico, 11-07 15.- Pengue Walter, Agricultura Industrial y transnacionalización en América Latina. PNUMA, Gepama. 2005
16.- Ing. Forestal Carlos Merenson, ex secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación en 1993, citado pro Vicente Carlos en (14))
17.- Conferencia del Dr. Miguel Altieri en Bs. As., el 21-3-07, Centro Cultural de la Cooperación
18.- Conferencia del Dr. J. Morello en Bs. As., el 21-3-07, Centro Cultural de la Cooperación
19.- PE, Revista de la Agencia de noticias Pelota de Trapo, noviembre de 2007, Num 189, pag 18.
20.- Clarín abril 1976
21.- La Nación Noviembre de 2005
*Ingeniero Agrónomo fitotecnista
Artículo publicado en Desarrollo y Políticas Públicas