Agrotóxicos y venenos en general: los humanos como "consumidores finales"
Los contaminantes, en general, entran en nuestro organismo por distintas vías: -digestiva, cuando los ingerimos con el agua, los alimentos etc. –respiratoria, cuando están en el aire y entran por vía bronquial y pulmonar, -por la piel, cuando contactamos sustancias contaminadas. El intestino y la piel tienen una capacidad similar en cuanto a la absorción de muchos químicos, de los que nos hacen bien y de los otros.
Una vez que estos elementos pasan la piel o la pared del tubo digestivo, llegan a la sangre, a la circulación, ingresan a nuestro interior, pasando por el hígado y el resto de tejidos y órganos. Según la función que cumplan, se irán distribuyendo. Por ejemplo, los componentes de los alimentos se metabolizarán y transformarán en calorías, en células y tejidos. Otros, como las vitaminas y minerales, ayudarán en el mismo metabolismo y el oxígeno respirado nos servirá para la combustión de las calorías y así contribuirán para que la vida sea posible. Todos ellos serán bienvenidos, la mayoría ya conocidos, ya familiares a nuestro interior.
Cada sustancia absorbida tiene su acompañante, una enzima que funciona similar a los acomodadores de cines y teatros. Estas enzimas se adhieren a la sustancia la sustancia que ingresa a la sangre, y caminan con ella hasta su destino final.
Para ilustrar mejor, podemos tomar el ejemplo de un cadete de hotel, quien nos recibe cuando llegamos y nos conduce hasta nuestra habitación.
Los agrotóxicos, los venenos en general, son extraños para nosotros y provocan daño a las funciones fisiológicas. No tenemos enzimas para orientarlas ni mecanismos para metabolizarlas y eliminarlas. Pasan a la sangre y son depositadas en alguna parte del organismo, para “sacarlas de circulación”. Como casi todos los venenos son liposolubles (se disuelven en grasa), se depositan en el tejido nerviosos central, principalmente cerebro y cerebelo, formados por tejido graso en su casi totalidad. Como no circulan en sangre, no podemos hacer el diagnóstico y recién cuando se estudie el tejido nervioso se podrá saber de su presencia.
Estos estudios no se permiten en la Argentina y sí en Estados Unidos, donde se hacen autopsias sistemáticas de los sin techo, que no son reclamados por sus familiares.
¿Y porqué “consumidor final”? Porque tomamos el agua contaminada, y respiramos el aire envenado y comemos los alimentos idem, frutas y verduras fumigadas, animales que a su vez ingirieron y se contaminaron con venenos. A nosotros no nos come nadie y lo ingresado ayer se suma lo de hoy y de mañana.
Y cuando nos morimos, el agua de lluvia llevará el veneno a las napas y terminará nuevamente en el “consumidor final”.
No hay entonces dosis tolerables, los venenos se acumulan, se suman y son causas de enfermedades diversas, difíciles de conocer sus causas e imposibles tratar de curarlas, no existe medicación alguna ni otros métodos terapéuticos que los arranquen de sus depósitos y los puedan eliminar. Se habla de enfermedades malignas, pero poco sabemos de las nerviosas, cambios de conducta, depresiones y otros transtornos, como consecuencia de la presencia del veneno (me pregunto si o será una de las causas del aumento de agresividad e intolerancia, que sufrimos os humanos). Nos debilita y disminuye nuestras defensas, aumentando los riesgos de epidemias y pandemias. Además de los cambios genéticos, culpables de malformaciones y otras maldades, con consecuencias imprevisibles y mutaciones inimaginables para el futuro.
EL PLANETA TIERRA, ¿Una cajita?
Ejemplificamos como una cajita cerrada, porque no intercambiamos nada con otros planetas, con el Universo en general. Apenas se puede escapar una gotita de agua o una molécula de aire, pero casi todo queda por acá. Y no es verdad que los venenos se degradan con el tiempo. Al contrario, se potencializan cuando se unen a otros tóxicos y se hacen más peligrosos.
El Planeta Tierra y sus envolturas (atmósferas) de aire, llamado GAIA, es un cuerpo vivo, que autorregula la temperatura, humedad, tenor de oxígeno en el aire, etc. Y fundamentalmente, como todo ser vivo, tiene mecanismos de autocuración, de autosaneamiento.
Ocurre hoy que los ritmos de destrucción se han acelerado y el Planeta y todos los seres que lo formamos, mostramos signos de enfermedades, de defensas bajas. Los tiempos se han acortado y queda poco margen para el desarrollo de los mecanismos de cura. Lo mismo podemos decir del ritmo y la cantidad de contaminantes que estamos utilizando.
Todo veneno desarrolla resistencias de los seres vivos que quiere destruir. Esto significa aumento de dosis, de eficacia, combinaciones letales etc. Agravando nuestra salud, por el mecanismo de “consumidores finales”.
Los grandes monocultivos, las pasteras, la minería a cielo abierto, la producción de muchos alimentos y la industrialización de los mismos, son apenas algunos ejemplos.
Y lo peor de todo es que el actual modelo productivo argentino necesita más y más venenos, contaminando “el cielo y la tierra”, incluido los consumidores finales.
La propuesta no es solamente cuidarse, alejarse de los tóxicos, la propuesta, que hoy adquiere ribetes dramáticos, es dejar de fabricar venenos, mejor que dejar de fumigar.
Consultas aconsejadas:
¿CANSANCIO O INTOXICACIÓN, Dra. Sherry A. Rogers, Publicaciones GEA, Maldonado-Uruguay.
Reportaje a Andrés Carrasco, Página 12, 03-05-09
Agroquímicos: misioneros con retraso mental grave y malformaciones, Dr. Hugo Gómez Dimaio. Este trabajo me lo pueden pedir a mi correo.
Juan Yahdjian es médico, miembro del www.movisocialmisiones.com.ar , del Espacio Ecuménico y del Foro de Pensamiento y Construcción Social c. e.: moc.liamg@nahcahcoticnauj y juanyahdjian.blogspot.es