Acción Ecológica: Pence y el TLC con Estados Unidos

La década de 1990 y los primeros años del 2000 se caracterizaron por una fuerte oposición a la firma del tratado de libre comercio entre Estados Unidos y el Ecuador, que culminó con el fin de las negociaciones en el 2006, durante el gobierno de Alfredo Palacio. La sociedad civil organizada y los movimientos sociales se opusieron a este acuerdo por los fuertes impactos que su implementación generaría en casi todos los aspectos de la vida de los ecuatorianos, incluyendo la salud, la alimentación, la agricultura, la educación, entre muchos otros.

Después de algo más de una década de esta ruptura, el actual gobierno se apresta a retomar las negociaciones, voluntad que se vio fortalecida por la visita del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, la semana pasada. Las causas de preocupación de hace unos años no sólo que no han desaparecido, sino que se han profundizado.

En un TLC con Estados Unidos (al igual que ocurre con el TLC con la Unión Europea y la Asociación Europea de Libre Comercio -EFTA en inglés-), hay claramente un grupo de ganadores, que en el caso del Ecuador son principalmente los agroexportadores de los llamados productos-estrella (banano, camarones, flores, pesca blanca); y en el caso de los países con los que firmamos los mencionados tratados, los beneficiarios serán los exportadores de bienes y servicios.

Mientras un puñado de empresas se favorecen, la gran mayoría de la población ecuatoriana será afectada porque estos tratados conllevan a la privatización de servicios básicos como el agua, el impedimento de producir medicinas genéricas, entre otros impactos negativos que ya se evidencian en otros países donde estos tratados han estado vigentes por algunos años.

Queremos referirnos aquí a los miles de pequeños agricultores, campesinos, que serán severamente afectados, como los maiceros, arroceros, los pequeños ganaderos, entre otros. Tomemos el caso del maíz, que es el principal producto agrícola de exportación de Estados Unidos. Su producción y exportación está “protegida” por diversos tipos de subsidios, lo que les permite a las empresas exportadoras estadounidenses colocar este producto en el mercado internacional por debajo del precio real de producción. La introducción al Ecuador de una masiva cantidad de maíz (posiblemente transgénico) romperá la economía de los pequeños maiceros. Esta será también la realidad del arroz, de la carne de res, de los lácteos (que es un sector que ya se encuentra en situación de vulnerabilidad debido al Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, en vigencia desde enero de 2017).

Recordemos el importante papel que desempeña la agricultura familiar campesina en el Ecuador: a ella se debe el 64% de la producción de alimentos, y se le reconoce como generadora de un gran número de empleos rurales. El 80% de la producción de café, banano y cacao es campesina. El 30% de los productores de caña son pequeños. Hay que destacar además el papel protagónico de las mujeres en esta forma de producción.

La presencia del vicepresidente Pence en nuestro país es una señal de presión en varios ámbitos. Uno de ellos es dar impulso a la negociación de un TLC, lo que constituirá un error gravísimo. No queremos correr la misma suerte de México, donde millones de campesinos han perdido sus formas de sustento debido al tratado de libre comercio de América del Norte, TLCAN (2).

ACCIÓN ECOLÓGICA
2 de julio 2018
Más información: gro.tllar@ovarbe

NOTAS:

(1) El Acuerdo Europeo de Libre Comercio (EFTA) es un bloque comercial integrado por Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza.
(2) En los años del TLCAN, México se ganó una epidemia de obesidad y perdió autonomía alimentaria: www.biodiversidadla.org

Fuente: Acción Ecológica