17 de abril, Día Internacional de la Lucha Campesina
"El día 17 de abril es un día especial, las organizaciones de campesinos, indígenas y trabajadores rurales de todo el mundo proponen la soberanía alimentaria como una forma eficaz y justa de producción y distribución de los alimentos en todas las comunidades de todos los países."
Un 17 de abril de 1996 América Latina se vio sacudida por una masacre de campesinos, donde policías y militares brasileños abrieron fuego contra una marcha del MST (Movimiento de los Sin Tierra de Brasil) en El Dorado dos Carajas. Por eso, esta fecha se convirtió en un homenaje a los campesinos en todo el planeta, de la lucha por la tierra y sus derechos. Diez y nueve campesinos fueron asesinados, 69 sufrieron diversas mutilaciones y cientos fueron heridos. De entre las victimas, al menos 10 fueron ejecutados extrajudicialmente después de que se rindieran. El mismo día, mientras tales trágicos hechos sucedían, la Vía Campesina celebraba su Segunda Conferencia Internacional en Tlaxcala, México. Campesinos, mujeres y hombres de todo el mundo, declararon esa fecha como "Día Internacional de la Lucha Campesina".
En la actualidad el hambre y la inseguridad alimentaria están en aumento, unos mil millones de personas padecen hambre, otros mil millones sufren de desnutrición y carencia de importantes vitaminas y minerales. Sin embargo, otros mil millones están sobrealimentados. Un sistema alimentario global con 3 mil millones de víctimas, según informe de la FAO.
La violación de los derechos de los campesinos ha aumentado, porque se ven forzados a producir para la exportación y a entrar en un modelo de producción industrial. Un puñado de grandes empresas transnacionales se han hecho con el control de la producción y la comercialización de alimentos (desde la producción de semillas hasta las grandes cadenas de supermercados) lo que lleva al desmantelamiento de la agricultura campesina.
La tierra, las semillas y el agua se han privatizado y se han cedido a la agroindustria. Esto ha forzado a los miembros de las comunidades rurales a emigrar a las ciudades, dejando atrás las tierras fértiles, que son explotadas por multinacionales para producir agro combustibles, biomasa o alimentos destinados a los consumidores de los países ricos. Unas pocas empresas tienen el control del comercio agrícola mundial, de los principales productos, como: soya, maíz, arroz, trigo, leche y carnes; ellas imponen un precio, independientemente del costo real de producción. También controlan la producción agrícola de agro combustibles, que tiene sus precios basados en el petróleo, y así, debido al elevado precio del etanol, suben todos los productos agrícolas. Al elevado costo de transformar millones de toneladas de cereales en proteína animal, las elites demandan cada vez más carnes, y por eso parte de la producción de vegetales, que podría ser consumida por la población, va para los animales y, por tanto, acaba incidiendo en el aumento del precio de las carnes.
Las legislaciones ambientales de sanidad y certificados de patentes, implementados en el periodo de los gobiernos neoliberales para favorecer el control de algunas empresas sobre la mayoría de los productos que exigen transformación industrial, les da el poder para imponer precios y la OMC (Organización Mundial del Comercio) a partir de 1994, transformó los alimentos en mercancías, que deben ser reguladas sólo por el mercado y éste es controlado por las grandes empresas transnacionales.
La introducción de la propiedad privada de las semillas transgénicas, impone una nueva matriz tecnológica con costos de producción mayores y en beneficio de las mismas empresas que controlan el comercio, las semillas y los insumos agrícolas. Por eso la actual crisis alimentaria muestra que la liberalización de los mercados no ayuda a alimentar al mundo, sino que acrecienta el hambre y expulsa a los campesinos de las tierras.
La producción local de los alimentos y la venta directa de los productores a los consumidores garantiza que los alimentos permanezcan al margen del juego capitalista del monopolio y menos sometidos a la especulación. Además, la agricultura sostenible permite la regeneración del suelo y del medio ambiente, preservando la biodiversidad y se adapta mejor al cambio climático y ayuda a frenar el calentamiento global. Eso es lo que garantiza energía saludable para la reproducción de todos los seres vivos, en su propio hábitat. Las empresas transnacionales están transformando el mundo en un único y gran supermercado, a base de soya y maíz. Esperamos que el movimiento del capital que nos presenta cada día, nos ayude a concientizar nuestra base y la sociedad en general, para los cambios necesarios, para un nuevo modelo de producción agrícola en el mundo.
El día 17 de abril es un día especial, las organizaciones de campesinos, indígenas y trabajadores rurales de todo el mundo proponen la soberanía alimentaria como una forma eficaz y justa de producción y distribución de los alimentos en todas las comunidades de todos los países.
Poner en práctica la soberanía alimentaria significa defender la agricultura a pequeña escala, la agroecológica y la producción local. Es posible, si los gobiernos apoyan este nuevo paradigma, dando a los campesinos acceso a la tierra, al agua, a las semillas, a créditos y a la educación.
Sylvia Ubal
moc.liamg@labuaivlys