En contextos económica y políticamente difíciles como Colombia –complejo debido a una guerra de más de 50 años– las mujeres se encuentran limitadas para resolver las necesidades de subsistencia que social y culturalmente se les han encargado. En ello se origina su amplio interés y participación en procesos agroecológicos que buscan mejorar los agroecosistemas y revitalizar múltiples vínculos que procuran justicia social y ambiental en las comunidades campesinas. Este interés se expresa en varios movimientos sociales, de los cuales un buen ejemplo es la experiencia de la Asociación de Mujeres Organizadas de Yolombó (AMOY) en Antioquia, Colombia. Su trayectoria muestra que la agroecología puede contribuir en gran medida a la transformación cultural de las relaciones de poder que subordinan a las mujeres y, al mismo tiempo, construir tejidos sociales, económicos y productivos en sus territorios.