Capítulo 5 | Criminalización de las luchas campesinas y de pueblos originarios

- Foto de MNCI
Un modelo que reprime

Los millones de hectáreas que hoy ocupan los monocultivos de soja y maíz transgénicos, y el nivel de concentración de la tierra en poder del agronegocio (que ya desarrollamos en el Capítulo 4) solo pudieron concretarse avanzando sobre territorios campesinos e indígenas. La instalación del modelo transgénico se realizó con distintos niveles de coerción. Desde la estafa que representó la compra irregular de tierras -donde un empresario llegaba con supuestos títulos de propiedad y obligaba a irse a campesinxs con posesión ancestral- hasta el uso de la violencia, ejercida por la fuerza pública o por grupos de choque contra las familias que, conscientes de sus derechos, se negaban a dejar sus parcelas. Esto generó (y sigue generando) que miles de personas sean expulsadas de sus tierras, presas, heridas y asesinadas.

En Argentina, los territorios campesinos e indígenas más afectados están ubicados en las provincias del llamado Gran Chaco Americano: Formosa, Salta, Santiago del Estero, Chaco, y partes de Córdoba, San Luis, Santa Fe y Catamarca. En la mayoría de estos territorios hubo monte y vivieron familias, hasta que el agronegocio avanzó con violencia: en algunos casos, con el accionar de grupos paramilitares y la complicidad del poder político y judicial; en otros, con el abandono del Estado, y también con los llamados “desalojos silenciosos”. Esta modalidad no es sino la estafa a familias que desconocían sus derechos y no estaban organizadas. Los empresarios se apropiaban de las tierras exhibiendo falsos títulos de propiedad, logrando que las familias -engañadas por abogadxs u operadores judiciales- dejen sus tierras sin poder reclamar sus derechos. Estimaciones oficiales señalan un piso de ocho millones de hectáreas en este tipo de conflicto.

En Bolivia, el avance del modelo sojero se dio fundamentalmente en Santa Cruz de la Sierra, el departamento más extenso entre las nueve unidades político-administrativas que tiene el país, y al mismo tiempo el principal productor agrícola a nivel industrial. Este departamento es, desde hace tres décadas, el mayor centro de la economía boliviana, donde la agroindustria es una de las actividades más importantes.

Entre 1990 y 2010 la superficie cosechada se expandió más de seis veces: pasó de 143.372 a 922.115 hectáreas. La expansión de la frontera agrícola orientada al cultivo de transgénicos ocurre también en zonas de tierras fiscales y de bosques que deberían distribuirse según la Ley 3.545 de Reconducción Comunitaria de la Reforma Agraria. Como casos testigos, se pueden mencionar el TCO Guarayos y la Reserva Forestal Tucabaca (municipio de Roboré), ambos también en el departamento de Santa Cruz. También hubo avance del agronegocio -aunque en menor medida- en los departamentos de Beni y Pando; esas regiones, sin embargo, son las que la agroindustria identifica con mayores posibilidades para la expansión de la frontera agrícola.

En Paraguay se avanzó sobre los territorios campesinos e indígenas de los departamentos de Alto Paraná, Canindeyú e Itapúa, tierras de los pueblos Avá y Mbyá Guaraní principalmente.

En Brasil, la primera fase de avance transgénico fue desde el sur hacia el oeste y el norte del país, especialmente desde Río Grande do Sul hasta Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Goiás y Bahía. El proyecto actual de agronegocios, en su segunda fase, apunta a la región de Matopiba, que comprende 73 millones de hectáreas en los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía. Son territorios tradicionalmente ocupados por pueblos indígenas, quilombolas y comunidades tradicionales que actualmente experimentan conflictos intensos, con amenazas,
heridxs y asesinatos.

Uruguay tiene una situación particular. Es el único país de la región donde el Estado sostiene que no existen comunidades originarias, a pesar de los grupos que reivindican su origen indígena. Los pueblos originarios fueron diezmados a sangre y fuego en la primera mitad del Siglo XIX. Por otra parte, el campesinado como sujeto social está representado por lxs agricultorxs familiares que, en términos identitarios, no se autodenominan campesinxs, y cuyas organizaciones lxs presentan como productorxs familiares. El nivel de conflictividad se expresa a través de movilizaciones o reclamos hacia el Estado, pero sin llegar a niveles de violencia que impliquen asesinatos o represión. El nivel de tensión más alto se ha dado en relación a la reglamentación de la jornada laboral de ocho horas para lxs trabajadorxs rurales.

Tweets sugeridos:

#AtlasOGMConoSur | Los millones de hectáreas que hoy ocupan los monocultivos de soja y maíz transgénicos solo pudieron concretarse avanzando sobre territorios campesinos e indígenas.

#AtlasOGMConoSur | En Bolivia, el avance del modelo sojero se dio fundamentalmente en Santa Cruz de la Sierra, el departamento más extenso, y al mismo tiempo el principal productor agrícola a nivel industrial.

#AtlasOGMConoSur | En Paraguay se avanzó sobre los territorios campesinos e indígenas de los departamentos de Alto Paraná, Canindeyú e Itapúa.

#AtlasOGMConoSur | En Brasil, la primera fase de avance transgénico fue desde el sur hacia el oeste y el norte del país, especialmente desde Río Grande do Sul hasta Mato Grosso, Mato Grosso do Sul, Goiás y Bahía.

#AtlasOGMConoSur | Uruguay tiene una situación particular. Es el único país de la región donde el Estado sostiene que no existen comunidades originarias, a pesar de los grupos que reivindican su origen indígena.

#AtlasOGMConoSur | La instalación del modelo transgénico se realizó con distintos niveles de coerción. Esto generó (y sigue generando) que miles de personas sean expulsadas de sus tierras, presas, heridas y asesinadas.

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