Represas brasileñas amenazan lado boliviano con catástrofe
Hasta ahora resultaron infructuosas las gestiones de organizaciones ambientalistas y ecologistas de Bolivia, para que cesen los trabajos preliminares
El proyecto brasileño de construcción de dos grandes represas en Jirau y Santo Antonio, cerca de la frontera con Bolivia, amenaza con una virtual catástrofe a grandes regiones de los departamentos de Beni y Pando, fundamentalmente, según un estudio divulgado por el Foro Boliviano para el Medio Ambiente y Desarrollo (FOBOMADE).
El proyecto brasileño se encuentra en curso y hasta resultaron infructuosas las gestiones de organizaciones ambientalistas y ecologistas de Bolivia para que cesen los trabajos preliminares. La Cancillería boliviana realizó varias gestiones, pero aún sin resultados favorables, según los últimos informes.
Entre otros objetivos, las represas están concebidas para producir energía con la caída de las aguas de las represas. El objetivo es acumular agua durante la época de lluvias y dejarla correr durante la época seca. De esa manera las represas deberían permitir que el río tenga caudal regular para producir energía a lo largo del año.
El Complejo Hidroeléctrico del Madera, como se denomina al proyecto global, consta de la construcción de una hidrovía de 4.200 kilómetros de largo, que hará posible la navegación de grandes embarcaciones en los ríos Madera, Madre de Dios y Beni.
Contempla cuatro represas hidroeléctricas con esclusas APRA la navegación, situadas dos en Brasil (Santo Antonio y Jirau), la tercera en aguas binacionales boliviano brasileñas y una cuarta en el interior de Bolivia, en Cachuela Esperanza.
Forma parte de lo que se conoce como Iniciativa para la Integración de Infraestructura de América del Sur (IIRSA), un acuerdo firmado por los presidentes sudamericanos, el año 2.000, con el objetivo de desarrollar servicios de infraestructura, energía y telecomunicaciones a lo largo de ejes o corredores de integración.
FOBOMADE afirma que entre los principales intereses que financian y promueven el IIRSA se encuentran los agronegocios (los grandes soyeros brasileños, las empresas dueñas del transporte fluvial y de las cadenas de alimentos CARGILL y ADM y las empresas de semillas transgénicas como Monsanto), preocupadas por atravesar sus cargas hacia los puertos del Pacífico en Perú y Chile y aprovechar grandes extensiones de bosques de la Amazonia.
El proyecto piloto es el Complejo del Río Madera que pretende el establecimiento de una especie de estado paralelo, con su soberanía privada, sus propias reglas, al margen de la soberanía de las leyes nacionales.
La Cuenca Amazónica ocupa el 66 por ciento del territorio de Bolivia y es en el río Madera donde confluyen casi todos los ríos de la cuenca Amazónica del país. El río Madera nace en la Cordillera de los Andes, formado por los ríos Beni, Madre de Dios, a los que se suma el Mamoré y, posteriormente, el río Iténez.
Los proyectos de El Madera, dice el informe, tienen impactos transfronterizos ambientales y sociales muy serios, por lo que el Brasil espera que Bolivia avance en la implementación de las represas proyectadas en territorio boliviano para evitar la negociación de un convenio bilateral para la gestión de esos impactos.
Las obras en Bolivia serían el mejor y más eficiente método para controlar la sedimentación de los ríos andinos, que determinará la vida útil de las represas.
Por ello, el Gobierno brasileño, en lugar de discutir los impactos que generarán en territorio boliviano las represas de Jarau y de Santo Antonio, ofrece financiamiento para la construcción de las represas de Cachuela Esperanza y de Riberao, al norte de Guayaramerín.
El Gobierno boliviano aún no aceptó esos ofrecimientos, porque cualquier obra a ser implementada en Bolivia debe responder a una planificación y necesidades internas y no a negociaciones compensatorias, señala el informe.
Inundación
El estudio recuerda que las inundaciones ocurridas, el 2007, por efectos de El Niño, mostraron cómo será la vida con las represas: las aguas que, actualmente, retornan a sus cauces no lo harán nunca, afirma.
Los niveles del agua, que eran históricamente niveles máximos de inundación, serán el patrón regular de inundación que cubrirá las áreas temporales de cultivo a las riberas de los ríos e inundarán los bosques de castaña, mientras que río abajo, el río no transportará más los sedimentos que dan fertilidad a las áreas donde se cultivó cuando el río se retira, por lo que provocará erosión.
El primer y gran impacto, es el crecimiento de los ríos y dado que la topografía del Amazonas es casi uniforme, la construcción de dos represas en el río Madera taponaría los ríos y afluentes de esa cuenta, afectando directamente a los ríos Abuná, Madre de Dios, Beni, Mamoré y Guaporé
El río Madera es el principal afluente del Amazonas, y es considerado un río de aguas blancas, cuya carga de sedimentos y de materias disueltas tiene originen andino. Sus aguas nacen en la Cordillera de los Andres, de manera que por los ríos Madre de Dios (Perú y Bolivia), Beni (La Paz y Beni) y Mamoré (Cochabamba, Potosí, Santa Cruz y Beni), corren grandes cantidades de agua, pero también de sedimentos andinos.
Se advierte que esos sedimentos, en pocos años, llegarían a cubrir los embalses creados por las represas, agravando la inundación del río Madera y sus afluentes. Si la sedimentación en el fondo del río aumenta, la superficie de las aguas también aumenta.
El taponamiento de los ríos, causado por las represas y la sedimentación creciente, provocará la inundación de las tierras de cultivo estacionales en las riberas de los ríos.
Actualmente, entre los meses de mayo y noviembre y cuando las aguas de los ríos bajan, los pobladores cultivas en las riberas productos necesarios para su propia sobrevivencia, lo cual no es posiblemente cuando las aguas suben en época de lluvias.
Con la instalación de dos represas, de aproximadamente 18 a 20 metros de altura, no habría ese uso estaminal de las riberas, porque las riberas estarían cubiertas todo el año, impidiendo el cultivo de productos necesarios para la seguridad alimentaria de las familias campesinas e indígenas de la zona.
Además, otra consecuencia sería que durante la época de lluvias, la inundación sería mayor, el desborde de los ríos abarcaría grandes territorios de la cuenca del Madera, principalmente, en territorio boliviano.
Se advirtió que, además, la inundación afectará a los bosques de castaña que requieren determinadas condiciones de humedad de tierras, y si éstas aumentan, los árboles de castaña dejan de producir y se mueren. Bolivia es el primer productor de castaña, pues exporta el 70 por ciento de la producción mundial, mientras que Perú el 20 por ciento y Brasil el 10 por ciento.
La inundación afectará, también, las tierras de pastoreo, tanto de grandes como de pequeños propietarios provocando crisis en la economía ganadera. No sólo se deducirán las tierras de pastoreo, sino que el cambio en las condiciones geográficas de la zona expondrá al ganado vacuno ante nuevos riesgos de morbilidad y mortandad.
Pero, también, están amenazados por el proyecto los bosques del Amazonas, porque la cobertura extraordinaria de aguas afectará la biodiversidad vegetal y animal.
Otro punto negativo, se refiere al hecho de que las represas constituirán dos grandes muros de contención en el tránsito de peces, que migran entre el río Amazonas y el río Madera. Hay especies de peces que circulan tramos largos que van desde el río Mamoré hasta la desembocadura del Amazonas y otras que circulan tramos más cortos entre Bolivia y Brasil.
Además, se alterara la composición de la fauna de los ríos, debido a cambios en la dinámica del agua. Se recuerda que la pesca es la principal actividad económica de sobrevivencia de los habitantes ribereños, por lo que si se suma a la pérdida de áreas de cultivo, de bosques, de paisajes con potencial turístico, la consecuencia será la expulsión de los habitantes hacia la periferia de las ciudades.
También, amenaza a los peces la disminución de la velocidad de las aguas que provocaría la falta de oxigenación y aumento en la temperatura del agua, lo que es grave para la vida acuática.
Enfermedades
El estudio explica que, en todas partes, la reducción de la velocidad del agua crea condiciones para el incremento de la malaria y la contaminación por mercurio.
El estudio de impacto ambiental de las represas de Jirau y Santo Antonio prevé el aumento de fiebre amarilla, malaria, dengue y otras enfermedades.
En el caso de la malaria y el dengue prevé altas tasas relacionadas con la falta de saneamiento, drenaje y urbanización y el aumento de la población en los asentamientos.
Se recuerda que la zona de malaria afecta a la mitad de la población (556 casos por mil). La primera que un niño la contrae es a los cinco años y a partir de allí es probable que la contraiga sucesivamente generando inmunidad temporal.
De acuerdo a informes del Programa Nacional de Malaria, con la inundación de sus territorios, las comunidades de la orilla del río, como Nueva Esperanza, Arca de Israel, Villa Bella, se verán obligadas a moverse hacia el Oeste, ingresando al bosque primario, donde enfrentarán el vector de la leihsmaniasis y malaria maligna.
En la década del 90, la malaria reemergió en Bolivia como una enfermedad infecciosa muy importante, especialmente, por la proliferación de casos de malaria maligna, provocada por el plasmodium falciparum, parásito que deja secuelas en el organismo.
Los cuerpos de agua cercanos a los centros pobladores hacen crecer de manera desmesurada el riesgo de contraer la enfermedad.
El Foro Boliviano del Medio Ambiente anunció que ante la situación planteada la población de la región ha tomado posición en base a información transparente, con los manifiestos y declaraciones públicas de Riberalta, Cobija, Guajaramirim y Brasil. Además, se conformó el Movimiento Social en Defensa de la Cuenca del río Madera y de la Región Amazónica que agrupa a organizaciones de ambos países.
Corresponde al Gobierno Nacional y a los gobiernos departamentales y municipales, defender los intereses del país y su territorio, expresando mediante nota escrita al Brasil una posición oficial de Bolivia sobre los proyectos de Jirau y Santo Antonio. Además, se plantea que el Gobierno boliviano autorice el desarrollo de pequeñas centrales hidroeléctricas en la Amazonia, bajo regulación del Estado.