Perú sería víctima de biopiratería de recursos genéticos de la llama

Idioma Español
País Perú

Laboratorio belga tiene la patente de un anticuerpo extraído de dicho animal. Se habrían obviado escalas legales para realizar estudios a gran escala

El 29 de mayo del 2005, hace un año, la cadena BBC de Londres publicó un reportaje titulado "Las llamas señalan el camino hacia nuevos medicamentos", acompañado por la foto de una de esas apacibles llamas que pastan en la sierra central peruana hace no menos de 7.000 años. Ya por esa fecha algunos expertos en otras latitudes comentaban las inesperadas cualidades médicas que podía extraerse de este animal que aquí solo se utiliza como vehículo de carga, como fuente de lana y carne y hasta como huésped cautivo de alguno que otro zoológico.

En Europa y Estados Unidos, en cambio, la proyectan como la vedette de la millonaria industria farmacéutica: el Perú está perdiendo dinero.

NOS LLAMA LA LLAMA

Hace pocos años, la compañía belga Ablynx bautizó y patentó como Nanobody al anticuerpo extraído de los camélidos, básicamente de la llama y del dromedario, que es mucho más simple y diez veces más pequeño que los anticuerpos convencionales, soporta temperaturas extremas, es más soluble y, por último, más sensible que los demás anticuerpos conocidos.

Según el biólogo Santiago Pastor, autor del estudio "Camélidos, nuevos avances tecnológicos y patentes: posibilidades y preocupaciones para la región andina", la importancia utilitaria de los Nanobodies, radica en que por ser más pequeños y sensibles, estos anticuerpos pueden emplearse en la elaboración de paquetes de diagnóstico o en vacunas orientadas a combatir enfermedades que atañen principalmente al primer mundo, léase el mal de Alzheimer, la artritis reumatoidea, ciertos casos de tumores cancerígenos, entre otros.

Solo por mencionar cifras referenciales, el mercado de los anticuerpos movilizó unos US$11.200 millones en el 2004 y bordearía los US$17.000 millones en el 2008.

El problema para el Perú empieza cuando se descubre que la patente en cuestión protege la estructura básica, la composición, preparación y uso de los Nanobodies, pero obviando los intereses de los países de donde son originarias estas especies, que en el caso de la llama son Argentina, Bolivia y el Perú.

Es decir, según expertos como Erick Pajares, consultor en Derecho Internacional Ambiental, estaríamos frente a un caso de biopiratería del que el Perú es víctima.

PRODUCTO REVOLUCIONARIO

Visto a futuro, si el Perú importara vacunas o paquete de diagnóstico en base a los Nanobodies, tendría que pagar el precio que pagaría otro país, a pesar de ser fuente proveedora del recurso biológico del que se extrae el mentado anticuerpo.

Por cierto, luego de que varias pruebas realizadas con ratones de laboratorio hayan resultado por lo demás exitosas, los expertos coinciden en que este año empezarían a aplicarse en seres humanos y se iniciaría --sin exageraciones-- una nueva revolución en el mundo médico por una razón simple: los anticuerpos comunes deben ser "humanizados" para poder ser aplicados en personas, lo cual implica procesos largos y costosos. Con los Nanobodies todo diagnóstico sería más efectivo, rápido y económico.

"Los estudiosos internacionales se llevaron el recurso biológico (los animales), pero ahora lucran con el recurso genético", explica Pastor. Según él, el nombre real debería ser "anticuerpo liviano derivado del camélido".

NO SERÍA LA PRIMERA VEZ

Manuel Ruiz, director del Programa de Asuntos Internacionales y Biodiversidad de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), define la biopiratería como "el acceso, uso y/o aprovechamiento ilegal, irregular y/o inequitativo de recursos biológicos y sus derivados y de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas asociado a ellos, en especial mediante el uso de la propiedad intelectual, con la finalidad de generar derechos exclusivos sobre ellos".

Ruiz, autor del estudio "¿Cómo prevenir y enfrentar a la biopiratería?", sostiene que no se considera la biopiratería como un mal endémico porque se trata aún de casos aislados. Algunos de ellos, sin embargo, ya nos son familiares, como el de la quinua, el yacón o la maca (se patentó en EE.UU.), que el Perú no protegió a tiempo y que provocó serios problemas que rompieron la pita por el lado más débil, el de los productores peruanos. "La región andina se está convirtiendo en la capital mundial de la biopitarería", declaró alguna vez Efraín Zúñiga, dirigente de la Asociación de Productores de Maca del Valle del Mantaro.

Y se recuerda el caso de la ayahuasca, que en los años ochenta fue patentada en EE.UU. por un gringo ambicioso --Loren Miller, dueño de un laboratorio farmacéutico-- que paseaba por Sudamérica y encontró una planta que ya era utilizada ancestralmente en toda la región. La patentó. En los noventa fue declarado persona no grata en algunas zonas de la región. Pero ya había lucrado con un producto que legalmente no le pertenecía. ¿Sucederá lo mismo con los recursos genéticos de las llamas?

El Comercio, Perú, 6-5-06

Comentarios

19/08/2008
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