Persisten problemas estructurales que elevaron precios de alimentos

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El precio promedio de los alimentos se mantiene a un nivel históricamente alto, aun cuando se observó en los últimos meses una reducción respecto del punto máximo registrado en la primavera de 2008, consideró la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)

El organismo aseguró que persisten los problemas estructurales que causaron el alza en la factura alimentaria y con ella una serie de protestas en el mundo en desarrollo y el aumento en el número de personas que subsisten con hambre crónica.

La FAO apuntó que el alza de precios no benefició a los agricultores de países en desarrollo, que se han enfrentado en los últimos 50 años a una disminución real de lo que cobran por sus cosechas. En los últimos dos años, apuntó, crecieron los precios de alimentos, pero los insumos necesarios para producirlos –como combustibles y fertilizantes– lo hicieron en una proporción incluso mayor, que anuló las ganancias.

En el estado de los mercados de productos básicos agrícolas, la FAO recordó que en junio de 2008 los precios de los alimentos básicos en los mercados internacionales alcanzaron el nivel más alto en los últimos 30 años, y amenazaron la seguridad alimentaria de la población más pobre en todo el mundo.

Al cierre de 2008 el precio promedio de un conjunto de 55 alimentos básicos fue superior en 24 por ciento al de finales de 2007, y 57 por ciento al de diciembre de 2006, el último año de precios relativamente estables, abundó el reporte. En el caso del maíz, por ejemplo, el precio de 2008 duplicó al de 2006; el del arroz subió 2.5 veces, y el del trigo 1.9 veces, por mencionar los tres granos que conforman la pirámide alimentaria en el mundo.

Desde el verano del año pasado, los precios han disminuido a causa de la crisis financiera, la recesión mundial y la caída en las cotizaciones del petróleo, que influyen en el costo de los fertilizantes. No obstante, los precios de alimentos siguen siendo altos en comparación con los niveles históricos, y persisten los problemas estructurales que colocan en situación vulnerable a los países en desarrollo ante el aumento de los precios internacionales, abundó.

Para la FAO, las repercusiones de los precios de los alimentos son, obviamente, más graves para la población pobre que depende de los alimentos adquiridos, es decir, que no está en condiciones de producirlos.

La población pobre de los países en desarrollo destina al menos 50 y hasta 80 por ciento de su presupuesto a la alimentación. Por ello, el aumento de los precios no afecta solamente el consumo de alimentos en lo que respecta a cantidad y calidad, sino también a su gasto general, plantea el reporte. El indicador más visible de este impacto negativo es el malestar social y los disturbios que tuvieron lugar en todo el mundo a causa del alza de precios de alimentos. El informe no lo menciona, pero las primeras manifestaciones ocurrieron en México, a principios de 2007, por el incremento en el precio de la tortilla.

La FAO explicó que los disturbios en protesta por la carestía de la comida se concentraron principalmente en zonas urbanas, debido a que en ellas la dependencia de los alimentos importados y la exposición de la población a precios internacionales es mayor, y los consumidores sufren los efectos del incremento de los precios de forma más inmediata.

No obstante, apuntó, la población pobre de zonas rurales también se vio afectada, aunque su conexión con los mercados internacionales de alimentos podría parecer menor.

Las repercusiones del aumento de los precios de los alimentos sobre la población pobre dependen principalmente de si son vendedores netos de alimentos, en cuyo caso tales repercusiones podrían ser, en principio, positivas, o compradores netos, en cuyo caso las repercusiones serán irrevocablemente negativas, apunta.

México, importador neto

México es un país importador neto de alimentos. La balanza comercial alimentaria es deficitaria para el país en 3 mil 900 millones de dólares, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

Los hechos sugieren que la mayoría de los hogares del mundo en desarrollo y especialmente la población pobre son compradores netos de alimentos, y esto es así también en el caso de los hogares rurales que se dedican principalmente a la agricultura. Ya sea en zonas urbanas o rurales, la parte más pobre de la población pobre, que gasta un mayor porcentaje de sus ingresos en alimentos y no tiene acceso a bienes como la tierra es la que más sufre. Los hogares a cargo de mujeres figuran desproporcionadamente en ambos grupos, por lo que los efectos negativos del encarecimiento de los alimentos tienen una dimensión de género que necesita abordarse en las respuestas políticas, abundó.

En los últimos años, al enfrentarse a un incremento drástico del precio de los alimentos, los hogares pobres tuvieron que modificar sus hábitos de consumo alimentario, dice el informe. Se cree que los hogares han reducido su ingesta de alimentos o que han intentado mantenerla mediante la reducción de su gasto en alimentos más caros y otros productos no alimenticios. Entre los grupos de población más pobres el consumo de cereales per cápita podría aumentar a pesar del incremento de precios, ya que los consumidores optarán por una dieta basada en cereales y abandonarán grupos de alimentos más caros y de mayor calidad, como la carne, los productos lácteos y las hortalizas, añade.

La Jornada, México, 17-9-09

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