Océanos y mares en grave peligro
Un trabajo publicado por la prestigiosa revista Science puso de manifiesto los efectos de la actividad humana en los océanos y mares del planeta
El estudio, realizado por un equipo de especialistas de la Asociación Americana para el Avance de las Ciencias (AAAS, por sus siglas en inglés), encabezado por Ben Halpern, investigador del Centro Nacional para el Análisis y Síntesis Ecológica de la Universidad de California, derivó en un atlas de los océanos que refleja el grado de deterioro que ha ido produciendo el hombre hasta el punto de que sólo ha dejado intacto el cuatro por ciento de los mares de la Tierra.
Ese porcentaje tan bajo, todavía a salvo, se torna abrumadoramente ínfimo y disperso en el mundo si se lo confronta con extensas zonas gravemente afectadas. Entre estas áreas muy dañadas se encuentran el Mar del Norte, los mares del Sud y el este de la China, y la costa oriental de Norteamérica. Padecen igual condición los mares confinados, como el Mediterráneo, el Rojo o el Golfo Pérsico. La penosa conclusión que indirectamente se desprende es que cuanta menos presencia humana se ha registrado en una región marítima menor depredación se ha producido.
Para apreciar mejor la tarea emprendida por Halpern y el equipo de la AAAC, vale la pena recordar que aproximadamente tres cuartos del planeta son océanos y mares, y que uno solo de los océanos (el Pacífico) representa un tercio del total. Esos inmensos depósitos de agua mantienen la humedad atmosférica, y el ciclo que continuamente se cumple de evaporación, formación de nubes, condensación y precipitación de lluvias asegura la provisión de agua potable que necesita el hombre. Es, también, en las aguas marinas donde 250.000 especies vegetales y animales encuentran su nicho ecológico.
El trabajo ahora difundido organizó el estudio del deterioro a partir de un número de actividades que el hombre realiza. Una de ellas, de carácter principal ha sido la pesca, cuyo incremento en el siglo pasado trajo como consecuencia la merma de los cardúmenes, hasta el punto de que creció el temor de que los mares se convirtieran en cuencas sin vida. Es oportuno señalar al respecto que, aunque son miles las especies ictícolas, únicamente 280 interesan al hombre y que de éstas sólo seis componen la mitad de las capturas. La sobreexplotación de la riqueza pesquera, en favor de las demandas poblacionales y de los poderosos recursos tecnológicos de los buques pesqueros modernos, ha producido agotamiento y signos de extinción de las especies.
En nuestro país, las costas de la Patagonia conforman un ecosistema de más de 3000 km de largo y uno de los segmentos mejor conservados de la región; sin embargo, la sobrepesca y la contaminación han hecho sentir sus efectos negativos en los recursos naturales. La industria pesquera de rápido crecimiento está ejerciendo presión sobre la biodiversidad del área. En sólo los últimos diez años, las pesquerías de altura del Atlántico Sur duplicaron sus capturas, y uno de los principales stocks pesqueros, el de la merluza, colapsó. De esta manera, la sobrepesca no sólo pone en riesgo esta importante industria, sino que ejerce presión sobre la fauna al reducir el alimento disponible.
En otras ocasiones, menciona el trabajo de Science , el daño que se ha producido por efectos de accidentes, como los naufragios de petroleros, o porque las aguas recibieron material contaminante. En este caso, en la Argentina, los pequeños derrames crónicos y los últimos derrames de petróleo en Chubut señalan un riesgo para el ambiente marino.
La publicación del nuevo atlas de los océanos significa un valioso aporte al conocimiento, a la vez que un fortísimo llamado de atención, que nos debería hacer tomar conciencia de una manera profunda de la necesidad de evitar el daño ambiental si el hombre quiere sobrevivir.