México: amenazan semillas transgénicas a la salud y agricultura nacional

El maíz criollo es una de las variedades que se vería severamente contaminada, con la llegada de semillas transgénicas, al igual que el medio ambiente

De concretarse la intención de autoridades federales y compañías trasnacionales de utilizar semillas transgénicas para incrementar y mejorar la producción de granos y vegetales para el consumo humano, en aras de abatir la crisis del campo mexicano, productos nativos como el maíz criollo y el medio ambiente resultarían severamente contaminados, así como también se pondría en riesgo la salud de la población por el consumo de tales alimentos.

Legisladores federales, dirigentes campesinos y grupos ambientalistas advierten lo anterior y proponen que antes de usar granos transgénicos o genéticamente modificados para el consumo humano -como una alternativa para enfrentar el déficit en la producción agroalimentaria del país-, primero se deben cubrir los vacíos legales que existen en la Ley de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados (OGM), promulgada en mayo de 2005.

Esta legislación tiene como objeto regular las actividades de utilización confinada, liberación experimental o en programa piloto, comercialización, importación y exportación de OGM, con el fin de prevenir, evitar o reducir los posibles riesgos que estas actividades pudieran ocasionar a la salud humana o al medio ambiente, y a la diversidad biológica o a la sanidad animal, vegetal y acuícola del país.

El coordinador de los senadores del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Francisco Agundis Arias, sostiene que entre las reformas más urgentes a esa ley se encuentra la definición de las zonas de protección al maíz; la obligación de etiquetar alimentos elaborados con tales semillas, y la estipulación de sanciones a quien incumpla dichas disposiciones.

¿QUE SON LOS TRANSGENICOS?

La organización ecologista Gaia define a los transgénicos como organismos a los cuales, por técnicas de laboratorio conocidas como ingeniería genética, se les introduce un gene de un organismo de otra especie o incluso de otro reino (animal, vegetal, hongos, o microorganismos).

Es decir, con una "cruza" sofisticada entre diferentes especies y reinos se puede obtener un maíz con genes de bacteria, un cerdo con genes de humano o una fresa con genes de un pez.

Todos los genes producen proteínas, por lo que al introducirse un gen en un organismo dará origen a una proteína nueva. Por este hecho, la utilización de los OGM como alimento ha despertado la preocupación de especialistas por la posibilidad de que las nuevas moléculas generen algún tipo de alergia en los consumidores, dado que hasta ahora no han formado parte de la dieta humana.

De acuerdo con informes de Gaia, desde finales de 1997 México comenzó a importar soya, canola, jitomate y algodón transgénicos.

Explica que "es probable" que las importaciones de maíz transgénico hayan iniciado en 1998. De acuerdo con el grupo ambientalista Greenpeace, de las cuotas de importación de maíz, alrededor de un tercio es transgénico.

Por otro lado, según datos oficiales, en México hay 8.5 millones de hectáreas para la siembra de maíz, de las cuales 1.5 millones de hectáreas está sembrada con semilla híbrida comercial de alto rendimiento, que en una primera etapa sería susceptible de utilizar maíz genéticamente modificado.

TENER PROTECCION

Ante esta situación, el senador por el PRD Antonio Mejía Haro expone que en la actualidad no hay evidencias científicas suficientes para garantizar que el uso de los transgénicos no afecte a la salud pública, la biodiversidad y la salud animal, "pero hay quienes defienden a los transgénicos en la agricultura y en la ganadería diciendo que se aumenta la productividad (en el sector rural)", reconoce.

Por ello, observa como importante que se reglamente la Ley de Bioseguridad y OGM.

En tanto, el presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, Héctor Padilla Gutiérrez, subraya que México todavía no está preparado para la siembra de transgénicos para consumo humano, aunque aclaró que no se tendría que negar su aplicación, siempre y cuando se realice primero un estudio y evaluación de su impacto.

El también dirigente de la Confederación Nacional Campesina puntualiza que de este tipo de productos se dicen muchas cosas "como si fueran cultivos maravillosos, como las medicinas milagrosas", pero no son tales.

Señala que en algunas regiones del país ya se siembran granos transgénicos, como es el caso del algodón y la alfalfa, pero todavía no se práctica en alimentos, ya que hay cultivos con uso restringido.

Padilla Gutiérrez recuerda que en Oaxaca hubo un intento de cultivo de maíz transgénico que se hizo "fuera de todo control", y generó muchas protestas, porque sin tener bien medido el impacto puede tener efectos negativos sobre otros cultivos "y eso es lo que hay que evitar", recalca.

Al respecto, Gaia apunta que si en México se siembran variedades de maíz transgénico, "existe el riesgo, admitido por especialistas mexicanos, de que el polen de estos cultivos contamine genéticamente a las variedades criollas locales y a sus parientes silvestres".

AFECTACION A CAMPESINOS

El diputado por el PRD Isidro Pedraza Chávez, integrante de las comisiones de Desarrollo Rural y Reforma Rural, afirma que la Promotora Nacional de Semillas (Pronase), que dependía de la Secretaría de Agricultura, fue vendida al sector privado y ahora ese organismo produce maíz transgénico.

En ese sentido, destaca, está el riesgo de la contaminación que pueden generar en el desarrollo de las semillas, la plantas y al momento del consumo.

El perredista reconoce que es una aspiración sana llegar a tener semillas mejoradas, aunque ya se dio un proceso de generación de maíz híbrido que era bastante positivo. "Hay que normar ese tipo de aplicaciones e investigaciones para que su uso sea totalmente benéfico para la población", añade.

Por otra parte, desde 1999 organismos internacionales como Greenpeace han insistido al gobierno mexicano que prohíba las importaciones de maíz transgénico, brinde a la población información precisa sobre su uso y comercialización, mantenga la actual prohibición a la siembra comercial, y establezca mecanismos que obliguen a las compañías que introduzcan en México productos transgénicos, o sus derivados, a que se responsabilicen en caso de daños a los ecosistemas y/o a la salud humana o animal.

"La respuesta oficial ha sido un incremento en las cuotas de importación de maíz transgénico y el ocultamiento de los estudios que confirman la contaminación de los cultivos mexicanos", asegura Greenpeace.

Agrega que el Gobierno federal no ha brindado apoyo u orientación a los campesinos afectados, ni mucho menos se ha elaborado un plan de acción para atender este problema que pone en riesgo la seguridad alimentaria de las familias campesinas.

BENEFICIO "TRASNACIONAL"

De acuerdo con la organización ecologista, lejos de proteger la biodiversidad de los maíces que existen en México, la Ley de Bioseguridad abre las puertas a las empresas agrobiotecnológicas.

La ley promueve la introducción de transgénicos sin etiquetado -obligatorio en la Unión Europea-, y no establece parámetros claros para definir responsabilidades en caso de daños a los ecosistemas o a la salud pública, advierte.

Según reportes de Greenpeace, en 2001 se dieron a conocer los primeros estudios que revelaban que la sierra de Oaxaca, el centro de origen del maíz a escala mundial, ya presentaba contaminación transgénica. Lo mismo ocurrió poco después con Puebla.

La organización asevera que esta situación pone en grave riesgo a las comunidades campesinas e indígenas por varias razones. En principio, los granos transgénicos están patentados y la corporación propietaria de la patente puede demandar a aquellos campesinos que tengan ese grano en su siembra.

Por otro lado, los campesinos ya no podrán separar parte de su cosecha para la siguiente siembra, como lo han hecho desde hace miles de años. Con los transgénicos se verían condenados a comprar semillas y fertilizantes especiales para cada siembra.

POLEMICA

Sin embargo, para el secretario ejecutivo de la gubernamental Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), Marco Antonio Meraz Ríos, la crisis del campo en México es tan compleja que "tiene que resolverse con políticas públicas, educación, infraestructura, y mayor inversión en investigación científica para el desarrollo tecnológico. En este último punto tenemos por lo menos 20 años de atraso".

El funcionario enfatiza que al maíz criollo, "el que más defienden los ecologistas, nadie quiere desaparecerlo, pero el problema es que existen zonas bajísimas en rendimiento de cultivo. De ahí la recomendación de cultivar con semilla transgénica para comprobar que es una valiosa herramienta", argumenta.

Apunta que el campo está empobrecido y cultivarlo con semilla transgénica incrementa su producción, misma que permitiría a los campesinos utilizarla no sólo para su subsistencia sino comercializarla y obtener ganancias.

En cambio, para Humberto Serrano, presidente de la Confederación Agraria Mexicana (CAM), la política de "los gringos es apoderarse del control de la producción de semilla, en particular de la transgénica a través de las trasnacionales Agrobio y Semillas Monsanto, aunado a la carencia en México de procesos de producción de semilla".

Asegura que el neoliberalismo hace todo lo posible por acabar con los productores del campo, quienes pasan verdaderos viacrucis para obtener financiamientos del gobierno: "Es una estrategia de eliminación la del gobierno. Es un crimen, como si se pusiera a competir al caballo flaco con un pura sangre".

Por eso, insiste, "las organizaciones campesinas del país no aceptamos la comercialización de los transgénicos porque además falta confirmar científicamente que no hacen daño a la salud; utilizan a México como basurero de los sobrantes agrícolas", concluye.

El Sol de México, México, 8-4-07

Comentarios

23/04/2007
semillas criollas, por Régulo León Arteta
Por favor, por caridad, dejen de usar el termino colonial de semillas criollas, para nuestros maices, frijoles nativos y demas. El termino criollo en la colonia era utilizado para los hijos de españoles nacidos en México y nuestros maices y frijoles son la herencia de nuestros ancestros indígenas. Lo peor es cuando los "leidos y escrebidos" repiten la misma zarandaja. No podemos culpar al agricultor cuando con pena nos conifieza su gran pecado de cultivar "el criollito". Pero que este termino aparesca hasta en los documentos oficiales si es una zarandaja monumental.
El colmo es que por ejemplo en Zacatecas llamen a las tunas de características sobre salientes como De Castilla y así sucede con muchas plantas sobresalientes. Obvio decir que en castilla no había tunas antes de que las llevaran de México y por ciero ellos la bautizaron como "higos chumbos" y a nuestros cacahuates salen en los diccionarios españoles como "cacahuetes".
BASTA DE COLONIALISMO. LA HERENCIA DE NUESTROS ANCESTROS INDIGENAS MERECE MAS RESPETO.