Los nuevos dueños de la vida
Laboratorios privados ya tienen la posibilidad de crear la vida y, por supuesto, patentarla. La primera solicitud ya está en estudio.
¿Es posible crear la vida y patentarla?
El precepto bíblico que sitúa el hombre como “rey de la creación” parece adquirir un nuevo significado en nuestros días. Ahora, a partir de la aparición de la biología sintética, el aserto sería “rey de su propia creación”. Y es que, luego de milenios en los que el hombre se adaptó a la naturaleza y la utilizó en su beneficio, hoy en trance de agotar sus posibilidades, está buscando su reemplazo. Laboratorios privados ya tienen la posibilidad de crear la vida y, por supuesto, patentarla. La primera solicitud ya está en estudio.
Manipulación de la naturaleza
Las variedades vegetales y animales que han llegado a nuestros días, no sólo son el producto de muchos experimentos realizados por la naturaleza a través de toda su existencia, sino también por el mismo hombre que, con paciencia infinita, ha logrado mejorar las especies (el maíz es un ejemplo) a través de múltiples cruces.
Un paso gigantesco lo dio al descubrir no sólo de qué estaban hechos, sino cómo estaban organizados en su interior. El descubrimiento del código genético permitió conocer el alfabeto de la vida y recrear lo existente. Características de una especie se trasladaron a otra, mediante la adición de genes.
Ante el asombro del mundo, los Organismos Genéticamente Modificados (Transgénicos) hicieron su aparición, especialmente en la agricultura. Los científicos le habían agregado a las especies vegetales características nuevas como resistencia a los insecticidas o a cierto tipo de bacterias. Hoy, por ejemplo, en cualquier supermercado encontramos tomates de “larga vida” que no necesitan refrigerarse para conservar su frescura por varios meses.
Crear vida de la nada
Pero una cosa es manipular un ser vivo, y otra bien diferente crearlo. Un organismo vivo es como una casa. Compuesto de multitud de ladrillos (células), éstas se organizan de acuerdo con unos planos (genes) que deben integrarse y ordenarse específicamente (secuencias genéticas), cuyas instrucciones se guardan en el ADN, para ir construyendo pisos, levantando paredes, poniendo techos, etc.
Los planos ya se descubrieron, lo mismo que el alfabeto que permite leerlos. Pero aún es pronto para comprenderlo, aunque ya podemos leer algunas frases y con ellas entender cómo están hechos los seres más simples (microbios, bacterias, etc.). La lectura es dispendiosa pues la organización genética es muy compleja, pero con la unión de la biología, la computación y la ingeniería, se avanza paulatinamente.
Las secuencias genéticas descubiertas y algunos genomas, incluyendo el humano, ya son de conocimiento público. Igualmente, fragmentos de ADN ya han sido producidos sintéticamente en el laboratorio. Por tanto, la creación en el laboratorio de seres vivos simples, se vislumbra en el inmediato futuro.
¿Patentar la vida?
Hasta ahora, la patente de la vida es propiedad de la divinidad. Pero al parecer su monopolio está amenazado. De ahí que hace una semana, la Oficina de Patentes y Marcas Registradas de Estados Unidos publicó la solicitud de patente de un “genoma bacterial mínimo”, en la que se describe la creación en laboratorio del primer organismo vivo totalmente sintético, capaz de crecer y reproducirse por sí mismo. Los genes que lo componen también son objeto de la patente
¿Significa que este ser ya existe? No necesariamente, pero sus creadores deben tener un buen camino recorrido. Si miramos su beneficiario, el Instituto Vender, las posibilidades aumentan dramáticamente. Su dueño, el llamado aventurero de los genes, J. Craig Venter, tiene como propósito comercializar nuevas partes, dispositivos y sistemas biológicos que no existen en el mundo natural.
El nuevo organismo
A una bacteria real le removieron sus 381 genes y los sintetizaron en un laboratorio, con el fin de determinar cuántos de ellos son necesarios para crear un organismo vivo. Luego, los genes sintéticos se insertaron en una “célula fantasma”, a la que se le removió el material genético y se procedió a alimentarla con nutrientes. Todos los pasos están explicados en la solicitud y la patente les garantiza la propiedad monopólica del ser que han llamado "Mycoplasma laboratorium”.
¿Esta patente afecta a la humanidad? Como esta bacteria ya tiene dentro de sí la receta de la vida (los genes mínimos y su secuencia para hacerla posible), todo organismo sintético que se construya en el futuro deberá contar con ella. De ahí que el monopolio de la vida a partir del laboratorio, quedaría en manos de una sola compañía.
Si se tiene en cuenta que a este chasis se le puede agregar cualquier secuencia genética con instrucciones que le permitan producir lo que se desee, se entiende la magnitud de la patente y el inmenso peligro que reviste para el futuro de nuestra especie. El mismo Vender, en entrevista para Newsweek, lo dijo muy claro: “si lográramos un organismo que produzca combustible, sería el primer organismo con valor de miles de millones o billones de dólares. Definitivamente patentaríamos todo el proceso.”
Y no están lejos. “En 2005, Venter fundó Synthetic Genomics, Inc. para comercializar microbios sintéticos que tengan aplicaciones en energía, agricultura y remediación de los problemas del cambio climático”, según lo denuncia ETC Group. Un inmenso poder está a las puertas, creciendo a nuestras espaldas.
Aunque parezca una película de humor negro, si la apelación presentada contra la patente por el ETC Group no tiene éxito, la privatización de la vida habrá comenzado y nuestros descendientes deberán pagar al nuevo dueño si quieren existir, y no precisamente con oraciones. Un guión inquietante. El problema es que puede llegar a ser cierto.