Las Mentiras Propagandísticas de la Industria Biotecnológica

Aparte de los numerosos impactos ya demostrados sobre el medio ambiente y la agricultura no transgénica, la industria biotecnológica olvida los fracasos a gran escala experimentados por cultivos modificados genéticamente

Cada año en estas fechas, la industria biotecnológica nos bombardea con lo bien que ha ido la expansión de los cultivos modificados genéticamente durante el año anterior. En esta edición, la propaganda, basada en datos no contrastados por fuentes independientes, se ha centrado en que el 90% de los agricultores que siembran organismos modificados genéticamente (OMG) son de países en desarrollo, además de las habituales falacias de que los cultivos transgénicos mejoran la productividad, aportan beneficios ambientales, económicos, sanitarios y sociales y contribuyen a aliviar la pobreza.

Dar una imagen tan idílica de la agricultura biotecnológica es olvidar muchos hechos relevantes.

La industria biotecnológica olvida mencionar los negocios sucios escondidos detrás de su empeño de imponer sus semillas transgénicas. Así por ejemplo los sobornos que la empresa Monsanto pagó a altos cargos del gobierno indonesio para facilitar la aprobación de sus variedades de algodón modificado genéticamente, que sumaron 700.000 dólares entre 1997 y 2002. Monsanto, que reconoció los hechos, ha sido condenada recientemente a pagar una multa de 1,5 millones de dólares por un tribunal estadounidense por este asunto. Cabe preguntar si este caso es un hecho aislado o forma parte del abanico de estrategias empleadas por las empresas del sector biotecnológico.

Otra práctica sí se ha convertido en estrategia para dominar la agricultura: se trata de la persecución de los agricultores por presuntas violaciones de las leyes de patentes. Un reciente estudio demuestra que Monsanto dedica 10 millones de dólares al año y 75 personas para investigar a los agricultores, llegar a acuerdos particulares con ellos o denunciarles. Hasta la fecha en Estados Unidos, Monsanto ha provocado 90 juicios, implicando a 147 agricultores y 39 pequeñas empresas y ha conseguido ganar de esta forma más de 15 millones de dólares. En cuanto a los agricultores perdedores, han tenido que pagar un promedio de cerca de 500.000 dólares, sean o no responsables de la presencia del material patentado en su campo.

La industria biotecnológica olvida que la oposición ciudadana a los transgénicos crece como una bola de nieve y que continentes enteros permanecen prácticamente libres de transgénicos. África es uno de ellos: a pesar de sus grandes esfuerzos, la industria biotecnológica no ha conseguido abrir las fronteras de este continente a sus cultivos y alimentos modificados genéticamente, que son el origen de un fuerte debate y de la preocupación de los gobiernos. Así mismo, en nuestro continente, España sigue siendo el único país que siembra semillas transgénicas de la Europa de los 25, a pesar del levantamiento de la moratoria en mayo de 2004. La rapidez con la que aumenta el número de regiones y municipios autodeclarados libres de transgénicos es un reflejo del sentir de los ciudadanos.

Aparte de los numerosos impactos ya demostrados sobre el medio ambiente y la agricultura no transgénica, la industria biotecnológica olvida los fracasos a gran escala experimentados por cultivos modificados genéticamente. Es el caso del algodón en Asia por ejemplo, donde miles de pequeños agricultores se han visto perjudicados por el empleo de las semillas transgénicas. Es el caso también de Argentina, donde el monocultivo de la soja transgénica beneficia a los grandes actores económicos a cambio de la expulsión de sus tierras de pequeños agricultores, de una destrucción tremenda del entorno y de un incremento significativo del índice de pobreza de la población argentina.

Con estos datos en la mano, ¿quién se cree que la motivación del desarrollo de variedades modificadas genéticamente es el alivio de la pobreza?

* Boletín OMG Nro. 24
Amigos de la Tierra
http://www.tierra.org/transgenicos/transgenicos.htm

Radio Mundo Real, Internet, 7-2-05

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