La venta de sembradoras a Venezuela está congelada
Hugo Chávez paró la compra por 113 millones de dólares en máquinas diseñadas para siembra directa. Los fabricantes del sur santafesino no empezaron a producir porque no recibieron el anticipo
Los empresarios que se dedican a la fabricación de maquinaria agrícola en la provincia de Santa Fe no saben si usar el pretérito imperfecto y pensar: “Era un negocio muy bueno” o dejar de lado las alternativas de la gramática y preguntar: “¿Qué le ocurrió a Hugo Chávez?”.
Los interrogantes y devaneos surgen a partir de una certeza: el acuerdo de compra de maquinaria agrícola por parte de Venezuela a la Argentina “está congelado”.
Y los fabricantes de los “fierros” para el campo que se hallan en Las Parejas y la región están que trinan porque gran parte de la producción de este tipo de maquinaria la tenían asegurada para colocarla en Venezuela, luego del acuerdo que selló el gobierno de Néstor Kirchner con su par Hugo Chávez, para intercambiar fuel oil por material de infraestructura para el campo venezolano, que se halla en pleno redimensionamiento, tras la reforma agraria iniciada por el líder bolivariano en 2001.
El acuerdo sobre suministro de maquinaria para el agro alcanzó los 113 millones de dólares anuales: 1.000 tractores, 260 cosechadoras, 400 sembradoras, 320 pulverizadoras y 300 fertilizadoras. Santa Fe tiene una participación muy importante en ese acuerdo, ya que un 70 por ciento de las sembradoras e insumos que estaba previsto vender a Caracas salían de las más de 200 fábricas que están asentadas en la provincia.
En marzo pasado debía llegar el pago de un 30 por ciento de la inversión para 2006, pero los empresarios de la zona no recibieron un centavo y las plantas no pueden comenzar a fabricar las máquinas sin ese dinero. En Córdoba ya había surgido la misma inquietud por parte de los fabricantes, que comenzaron a preguntarse qué pasaba con el acuerdo.
Los llamados a la embajada venezolana les dieron a algunos indicios a los representantes del sector sobre los motivos de la demora de la llegada del dinero. “Todo está parado por orden del presidente Chávez, que pidió una serie de informes al Ministerio de Agricultura venezolano para averiguar para qué fines estarán destinadas esas máquinas”, sostuvo a El Ciudadano Carlos Capisano, líder del Movimiento para la Defensa y el Desarrollo de la Maquinaria (Modemaq).
Ese parece ser el punto en conflicto, que responde a una cuestión interna de Venezuela, según interpretan en el sector, ya que tanto desde el gobierno provincial como del nacional señalaron que de la parte argentina no surgió ningún inconveniente.
El problema interno que se desató en Caracas responde al uso al que estarán destinadas las maquinarias que se exportarán desde estas pampas. Gran parte de las maquinarias son para siembra directa, un sistema –impulsado en la Argentina y sobre todo en la región por Aapresid– que no se corresponde con los intereses que plantea Chávez con la reforma agraria que relanzó en setiembre del año pasado desde un campo de Barinas, donde ese mes el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) argentino organizó una feria para mostrar maquinaria para el campo. Incluso en un documento que elaboró el Inta para la feria de Barinas señala: “Aapresid podría colaborar (en Venezuela) en todo el desarrollo tecnológico que los productores Argentinos pusieran en práctica”.
De la feria de Barinas participó una delegación del Ministerio de la Producción de Santa Fe, que acompañó a medio centenar de empresas, que en un abrir y cerrar de ojos vendieron 1,5 millones de dólares en maquinarias, insumos y genética.
Desde el latifundio confiscado en Barinas Chávez dijo en esa oportunidad: “Llegó la hora de recuperar la tierra para ponerla a producir lo que nuestro pueblo necesita para su sustento”. Hasta ahora el gobierno intervino cuatro latifundios que representan 68.000 hectáreas, pero el plan es alcanzar las 350 mil en cinco años. Según cálculos del Instituto de Tierras de Venezuela, los latifundios ocupan 4 millones de hectáreas en el país, donde se importan 6.000 toneladas de carne por mes. La agricultura venezolana representa menos del 10 por ciento del PBI, y sólo se utiliza el 5 por ciento de las tierras cultivables.
La forma en que Chávez llevará adelante la reforma agraria –que se inició tras la firma del decreto que avala la expropiación en 2001– levantó una polémica en Caracas no sólo en los sectores conservadores, sino también en los ecologistas. El movimiento Vía Campesina –muy cercano al gobierno boliviariano– y otras ONGs ecologistas expusieron fuertes críticas a la compra de maquinaria y a la posibilidad de la siembra de soja transgénica en el país.
“La incorporación de tecnología y la compra de maquinarias argentinas de siembra directa de grano grueso podrían abrirle la puerta a Monsanto y a otras corporaciones de biotecnología que se caracterizan por imponer la dependencia a sus semillas transgénicas y a sus insumos, agrotóxicos y fertilizantes”, señalan en su página web. Lejos del debate ecológico, los fabricantes de maquinaria están desesperados porque tenían previsto incrementar personal un 10 por ciento y realizar inversiones por unos 20 millones dólares para abastecer a Venezuela, según la Cámara Argentina Fabricantes de Maquinaria Agrícola (Cafma).