"La tierra es de los brasileños"
Es una vieja aspiración que cada cierto tiempo se cuela en el centro del debate mediático: el gobierno brasileño está preocupado por el gran número de hectáreas que están siendo compradas desde hace años por los extranjeros en el país y se está planteando vetar más compras
Según las autoridades, esa "fuga" está teniendo un impacto en el precio de las tierras, dificulta la reforma agraria y podría llegar a afectar a la soberanía nacional.
“Hay abusos en la compra de tierras por parte de extranjeros, sobre todo de tierras productivas. Tenemos que empezar a discutir este problema", dijo el presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Lo hizo durante la presentación de las millonarias ayudas que su gobierno dará a la próxima cosecha en un país conocido, entre otras cosas, por ser uno de los graneros del mundo.
“Una cosa es que un ciudadano (extranjero) venga a comprar una fábrica, otra cosa es que quiera comprar la tierra de la fábrica, la tierra de la soja, la tierra del mineral", añadió el presidente.
El tema preocupa y mucho, hasta el punto de que una cadena de televisión local difundió estas semanas un reportaje en seis capítulos con el título de "Los nuevos dueños del suelo brasileño".
Según el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), entre 2007 y 2008 los grupos extranjeros, muchos de ellos fondos de inversión estadounidenses y europeos, se hicieron con alrededor de 12 kilómetros cuadrados de tierra por día. Pero los analistas también sitúan a Argentina, Australia, Nueva Zelanda, Corea, China o Japón entre los países en busca del potencial productivo de las tierras en Brasil.
En la actualidad, ya hay casi 4,5 millones de hectáreas inscritas en manos de extranjeros, sobre todo en los estados del centro y oeste del país, como Sao Paulo, Bahía, Minas Gerais o Mato Grosso. Y en el Amazonas, el gran pulmón del mundo.
"No queremos que compren tierras aquí. No necesitamos extranjeros para producir aquí", dijo a la prensa local el ministro de Agricultura, Guilherme Cassel. "Las tierras brasileñas tienen que quedarse con los brasileños, porque eso tiene que ver con la seguridad alimentaria", añadió.
En entrevista con dpa, el presidente del INCRA, Rolf Hackbart, pidió una acción gubernamental para parar este fenómeno que podría afectar a la identidad y el desarrollo del país.
“Es un tema de soberanía. La tierra tiene que ser de los brasileños. No es solo el suelo, es el subsuelo, las aguas, el aire, la biodiversidad, una riqueza enorme", declaró."No es una cuestión de xenofobia. La tierra es un medio de producción finito y el Estado brasileño va a poner límites", agregó.
Pero mucho tendrá que llover para cambiar las reglas en este país en el que la burocracia camina muy lenta. De hecho, el gobierno se está planteando esta cuestión desde 1998. Según la ley vigente, hay límites para los ciudadanos y empresas extranjeras establecidas en Brasil: no pueden comprar más de un 25 por ciento de las tierras de las provincias.
Pero donde no hay límites es en las empresas nacionales controladas por capital extranjero."Ahí es donde está el fallo. Una empresa nacional, aunque tenga un 99 por ciento de capital de un fondo, por ejemplo, de Estados Unidos, no tiene límites para comprar tierras", dijo Hackbart.
Así pues, el gobierno federal sabe cuántas tierras están registradas por extranjeros, pero no sabe de las que están a nombre de nacionales cuántas están en realidad en manos extranjeras. Esos 4,5 millones de hectáreas registradas en el INCRA a manos de extranjeros representan sólo un 0,5 por ciento de la tierra de Brasil, pero hay mucho más.
“Seguro que es diez veces más. Es algo muy alarmante. Porque no es solo la cantidad. También es dónde están, muchas en zonas estratégicas".
Por ello el gobierno se ha propuesto modificar la Constitución, a través de una enmienda, para que las empresas nacionales controladas por extranjeros pasen a tener los mismos límites que las extranjeras.
También está la idea de prohibir que se compren tierras a menos 150 kilómetros de la frontera, por una cuestión de seguridad nacional. Con eso seguro que se frenaría el ritmo.
Lula ha encargado a una serie de ministros que elaboren una Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) con esa finalidad. "Vamos a hacer una PEC para dejar claro a los inversores que pueden invertir en cualquier campo, pero no en tierras", dijo el ministro de Agricultura. "La tierra no es un asunto cualquiera. Tiene que cumplir una función social. Cómo pedir eso de un fondo extranjero?", se preguntó el ministro.
Para el presidente del INCRA, en Brasil, uno de los países más grandes y con recursos más suculentos del planeta, nunca la tierra había estado tan disputada como en la actualidad."La tierra es una reserva de valor y el precio de la tierra en Brasil no para de crecer. Además, hay una crisis alimentaria en el mundo y la FAO dice que la mitad de los alimentos para acabar con el hambre en el mundo tienen que venir de Brasil", señaló.