Geoingeniería: de la lluvia provocada a los árboles artificiales

Por RENA
Idioma Español

Nieve para paliar la sequía, lluvia antes de lo previsto, control del granizo. La geoingeniería aplicada a la temperie – o tiempo meteorológico-. Pero también tecnología de ciencia ficción para lograr lo que los políticos no pueden -o quieren- hacer para impedir un calentamiento catastrófico del planeta

Un renombrado experto argentino explicó a RENA las diferencias entre uno y otro tipo de geoingeniería, cuáles son sus mitos, posibilidades e implicancias ambientales y legales.

Según un artículo del diario La Nación, cerca de 40 países continúan utilizando técnicas de geoingeniería para adelantar lluvias, inducir nevadas o reducir el impacto del granizo. Uno de los ejemplos más espectaculares ocurrió el 1° de noviembre último en China. Las autoridades, con el objeto de paliar una persistente sequía, recurrieron como tantas otras veces al yoduro de plata y contribuyeron a la primera nevada artificial hecha pública que se vivió en la capital. Fue la más temprana en 22 años.

Pero ese es sólo uno de los usos que puede darse a este tipo de tecnología. Hay otro, mucho más sofisticado, que busca imponerse en el mundo y que despierta suspicacias y temores. Es el que busca modificar las condiciones meteorológicas a largo plazo.

“¿Necesitamos la geoingeniería? Eso depende de la COP 15 (15 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático), dijo el oceanógrafo John Shepard, de la británica Universidad de Southampton, presente en la cumbre de Copenhague que concluye mañana viernes. “Si no podemos reducir las emisiones (de gases de efecto invernadero) con la rapidez y en la cantidad necesarias, ¿qué más podemos hacer?”, se preguntó.

“No es extraño que comencemos a preocuparnos por esta cuestión. En las circunstancias actuales, el fracaso potencial de la COP15 que se viene insinuando, pone a nuestro planeta en condiciones críticas. Ya el cambio climático global y sus implicaciones regionales, hacen estragos de todo tipo. El futuro, con una predicción de un calentamiento que lleve a la temperatura media sobre la superficie terrestre a 2º C por encima de la temperatura media global imperante durante el período 1980 – 1999, introducirá cambios trascendentes en la geografía de la producción de alimentos, salud humana, distribución del agua, inundaciones, que obligarían a soluciones críticas, de diversos efectos colaterales. Esa es la geoingeniería que se maneja hoy”, dijo el doctor Osvaldo Canziani, integrante del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU, a RENA.

Una práctica con historia

Según Canziani, en 1932 W. Findeisen estudió la coagulación o coalescencia en distintos tipos de nubes e inició así los estudios de diferenciación entre núcleos de condensación para la formación de gotitas de nubes y núcleos de congelación para la formación de cristales de nieve en las nubes.

Tres años después, T. Bergeron estableció los principios básicos de la física de nubes y la precipitación y, en 1949 planteó el problema del control artificial de la precipitación sobre el planeta.

Dos años antes, Bernard Vonnegut llegó a la conclusión que el yoduro de plata podía romper los equilibrios internos de las nubes y modificar las precipitaciones.

A más de medio siglo, cerca de 40 países siguen utilizando la misma tecnología para tratar de modificar la temperie (traducción del inglés “weather”), que para la Real Academia Española es el estado de la atmósfera, según los diversos grados de calor o frío, sequedad o humedad. Definición a la que Organización Meteorológica Mundial (OMM) agrega la mención del tiempo cronológico, al decir “Estado de la atmósfera en un instante”.

“Tanto la modificación de la temperie como la del clima tiene serias implicaciones legales. Además, como lo plantearon varios investigadores, la utilización de productos químicos apareja el agregado de sustancias que pueden ser tóxicas para los ecosistemas terrestres o dañinas para la salud humana”, reveló Canziani.

Países que podrían esperar el beneficio de una lluvia deseada que nunca llega o ser afectados por la exacerbación del proceso natural no previsto podrían ver perjudicadas sus regiones productivas y sus cuencas hídricas porque el sistema nuboso precipitó en otro lugar.

En el libro “Weather Modification and the Law”, editado por el doctor Howard J. Taubenfeld en 1968, diferentes autores analizan programas y proyectos sobre esta intervención humana y plantean las necesidades de arreglos legales, así como la preparación de análisis de situaciones que involucren los intereses de varias partes y sugieren tratamiento de situaciones de litigio debidas a la modificación de la temperie.

“En la década del 70, la OMM organizó tareas de investigación en el terreno, sobre diversos aspectos de la modificación de la temperie, que no es la geoingeniería en la que se piensa hoy. Los resultados obtenidos mostraron que existen situaciones en las que no se tienen resultados y, en aquellas que si los hay, la relación costo-beneficio es muy baja”, explicó.

Igualmente, cada caso amerita estudios locales y, en cada situación propicia y necesaria, un análisis previo que permita evaluar la disponibilidad de gotitas de nube por unidad de volumen, la distribución de temperaturas dentro de la nube, la circulación atmosférica prevaleciente, la estación del año y, todo lo referido al suelo “receptor” de esa precipitación posible, sus condiciones físicas y topográficas para hacer frente a situaciones críticas, por si la acción humana conduce a una “focalización/zonificación” del agua caída, que puede producir situaciones de desastre, detalló.

“La fumigación de nubes con yoduro de plata puede conducir a una modificación posible de la temperie. No siempre ocurre. Eso es realizable dentro de ciertas condiciones físicas de un sistema nuboso, entonces sí se puede activar una precipitación posible. Sin embargo, hay limitaciones, comenzando por el número de gotitas de nube por unidad de volumen, dentro de la nube, la coexistencia de gotitas y cristales de hielo, las temperaturas de los topes de las nubes”.

“En algunos países que disponen de sistemas de nubes apropiadas, como los stratus u stratos cumulos densos, como en las costas del occidente de América del Sur. (Perú y Chile específicamente), no sólo se puede hacer ‘llover’ lo casi precipitable ya, sino que, pudimos, cuando trabajaba en Perú, captar la niebla y regar predios costeros para beneficio de la agricultura local”, aseguró.

Aunque el yoduro de plata es un coagulante conveniente, existen otros cuya acción catalítica depende de las cantidades a utilizar. “Consecuentemente, el impacto ambiental de esos productos debe ser analizado profundamente”, advirtió.

“El problema de la reducción de tamaño/eliminación por sustitución de los granizos (según sus tamaños, granizo débil, moderado o pedrisco), por lluvia o nieve, no es recomendable. De acuerdo con las experiencias realizadas en la región de Cuyo, particularmente en Mendoza, desde los años 1950, no se han obtenido resultados buenos. Poco se sabe de la contaminación en superficie, originada por las descargas de sustancias coalescentes, mediante cohetes. Según algunos agrometeorólogos, existieron procesos de contaminación sobre suelo y ecosistemas”, reveló.

Ahora, el clima

“¡Imaginemos que ocurrirá, desde el punto de vista humano- por seguridad ante eventos extremos – económico y legal, con acciones humanas para modificar el clima!”, subrayó el experto argentino.

“No es extraño que comencemos a preocuparnos por esta cuestión. En las circunstancias actuales, el fracaso potencial de la COP15 que se viene insinuando, pone a nuestro planeta en condiciones críticas. Ya el cambio climático global y sus implicaciones regionales, hacen estragos de todo tipo. El futuro, con una predicción de un calentamiento que lleve a la temperatura media sobre la superficie terrestre a 2º C por encima de la temperatura media global imperante durante el período 1980 – 1999, introducirá cambios trascendentes en la geografía de la producción de alimentos, salud humana, distribución del agua, inundaciones, que obligarían a soluciones críticas, de diversos efectos colaterales. Esa es la Geoingeniería que se maneja hoy. O, como dicen en la Comunidad Europea, ‘The Climate-Engineering’”.

En ese contexto, en Europa se ha iniciado un movimiento orientado a buscar soluciones tecnológicas al problema que los políticos y diplomáticos no pueden resolver. “Es que el calentamiento terrestre se está acercando a valores críticos. Si bien los modelos matemáticos que se utilizan en la actualidad deben ser mejorados y, mucho más aún, los escenarios socio-económicos en los cuales se basan las diferentes proyecciones de la variables del clima a futuro, también requieren urgentes ajustes y mejoras. La grave crisis mundial que aún persiste ha demostrado que las proyecciones económicas no son confiables”.

Además, dijo, tanto los modelos como los escenarios socio-económicos deben ser regionalizados. “Como se mostró en el Informe Especial del IPCC: Impactos Regionales del Cambio Climático, cada región tiene vulnerabilidades diferenciadas y los impactos son modulados por las reconocidas diferencias en la capacidad de reacción de los países. En varios países en vías de desarrollo los efectos del calentamiento terrestre y los del aumento del nivel del mar ya son catastróficos”.

Las proyecciones regionales, continuó, aunque limitadas en certidumbre, también prevén impactos serios en las regiones cuyas comunidades viven con economías de mera subsistencia y están instaladas en zonas de riesgo, debido a inundaciones costeras o por la convergencia de factores como las precipitaciones intensas o las corrientes aéreas de mar a tierra, capaces de anegar grandes zonas, a las que se suma el riesgo de inundación por la persistencia de tormentas de lluvia y chaparrones intensos.

“Es por eso y razones derivadas del aumento de la población mundial, que ya ha alcanzado un tamaño que va reduciendo la ‘huella ecológica’ normal. Esto es, achicando, por aumento del número de habitantes del planeta, el área que en equidad debiera disponer cada habitante de la Tierra para sus subsistencia, obtención de servicios naturales y para repositorio de sus desechos”.

“Actualmente, la superficie terrestre permitiría que cada habitante del planeta dispusiera, en equidad plena, un área de 2,1 hectáreas. Sin embargo, hay países que utilizan más de 11 Ha por habitante, mientras que otros sobreviven con 0,3 Ha por individuo. Supuesto que se eligiera un modo de vida con una huella que esté en las 11 Ha por habitante, se necesitarán 5 planetas para poder satisfacer los requerimientos de recursos y servicios ecosistémicos”.

Estudio de potencialidades

Por eso, después de una conferencia en la que participaron científicos, políticos y hombres de empresa, realizada en Wilbad Kreuth (Alemania), en 2008 se convino en lanzar una iniciativa titulada: Reflexion Group on the Earth System Presevation (Grupo de Reflexión sobre la Preservación del Sistema Tierra), que fue identificada como “The Earth System Engineering: The Art of dealing with the Planet Earth” (La Ingeniería del Sistema Tierra: El arte de tratar con el Planeta Tierra).

La Comunidad Europea, que auspició la reunión de Wildbad Kreuth, también promovió en septiembre último un encuentro en Buenos Aires titulado: “Desafíos Ambientales en el Futuro del Sur de América del Sur”, que convino auspiciar el estudio de las potencialidades de la geoingeniería. En la oportunidad, se promovieron varias puntos:

-Realización de nuevos estudios para la captura y secuestro de CO2.

-Mejorar el “reverdecimiento” de la superficie de la Tierra, sin afectar su diversidad biológica.

-Reducir el calentamiento de la Tierra mediante la reducción de la cantidad de energía solar que alcanza su superficie.

-Auspiciar estudios sobre la eficiencia y la utilización efectiva sostenible de la bioenergía, analizando la incidencia en la contaminación local y general de la atmósfera y estudiar los usos eventuales del CO2.

-Mejorar las técnicas del reuso del agua (aguas servidas), incluyendo los progresos recientes en soluciones biológicas para la recuperación de agua segura de ambientes y sustancias contaminadas.

-Diseminar información sobre las técnicas disponibles sobre cosecha de agua.

-Y, sobre todo, desarrollar la legislación nacional e internacional necesaria para las concesiones de permisos autorizando la geoingeniería o, según han acuñado ahora, la ingeniería climática, tomando en cuenta los daños colaterales a terceras partes (como ocurre con la legislación sobre modificación de la temperie).

El mismo día en que se iniciaban estas jornadas en Buenos Aires, en Londres, la Royal Society, academia científica de 349 años en cuyos salones disertaron desde Darwin hasta Newton y Kelvin, daba a conocer un extenso informe sobre las posibilidades, beneficios y riesgos de manipular el clima terrestre.

De acuerdo con los doce representantes del mundo de la ciencia, la ley y la economía que durante doce meses trabajaron en el estudio, a pesar del interés que despiertan, hasta el momento las técnicas propuestas carecen de pruebas y son potencialmente peligrosas. Se evaluaron varios métodos (generalmente englobados dentro de dos categorías: la captura de dióxido de carbono y el manejo de la radiación solar) y se consideró su eficiencia potencial y las consecuencias indeseadas que pueden presentar.

Se concluyó que algunos son técnicamente posibles y potencialmente útiles, en especial si el desastre por el calentamiento global es inminente, y hay que tomar medidas drásticas. “La geoingeniería puede ser el precio que tengamos que pagar por nuestro fracaso para actuar en el cambio climático”, advirtió la Royal Society. Pero reconoció: “Ninguna de estas tecnologías es una bala mágica”.

Hasta sus promotores le temen

El oceanógrafo británico John Shepard, uno de los autores del informe "Geoengineering the Climate. Science, Governance and Uncertainty" (La geoingeniería del clima. La ciencia, la gobernanza y la incertidumbre), publicado en noviembre, reconoció: “A mí mismo me da miedo”. Pero agregó que, aunque no se coincida con el uso de intervenciones tecnológicas masivas para mitigar el cambio climático, los tomadores de decisión deben buscarlas porque es posible que pronto sean necesarias. Por eso, dijo, los estados deberían idear un sistema para gestionar y controlar ese tipo de intervenciones.

Actualmente existen dos opciones de geoingeniería. La primera es la remoción del dióxido de carbono, el principal gas invernadero, realizada a través de la fertilización del océano con hierro, el uso de filtros de gases, árboles artificiales o carbón biológico. Esta opción se puede aplicar localmente e implica riesgos bajos, pero llevaría mucho tiempo absorber la enorme cantidad de carbono previamente liberado y tampoco impediría su expulsión a la atmósfera, según la agencia IPS.

La otra opción es la gestión de la radiación solar, que implica reflejar la luz del Sol para reducir el recalentamiento planetario a través de espejos en el espacio, aerosoles estratosféricos o el mejoramiento de las nubes. Ese método no reduce la presencia de los gases invernadero ni mitiga las consecuencias de las emisiones, como la acidificación de los océanos. Por otra parte, es una solución rápida. En cuanto al riesgo, los científicos ven con cautela sus posibles repercusiones en los patrones y ecosistemas climáticos. (JIM)

RENA, Internet, 17-12-09

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