Estudios de la UE ven posibles problemas de coexistencia entre el maíz transgénico y tradicional
Una serie de estudios coordinados por el Centro Común de Investigación del Ejecutivo comunitario, y en los que ha participado la Empresa Pública de Desarrollo Agrario y Pesquero (DAP) de Andalucía, reconocen que puede haber problemas de coexistencia entre los cultivos de maíz transgénico y tradicional si no se toman medidas para evitar la contaminación cruzada
Para el resto de productos analizados, la remolacha azucarera y el algodón, los estudios concluyen que es posible, sin introducir grandes cambios en las prácticas agrícolas, la convivencia de cultivos tradicionales con organismos genéticamente modificados (OGM) sin superar el umbral del 0,9% de presencia accidental permitido en la legislación comunitaria.
El informe tiene como objetivo servir como base científica para elaborar y poner en práctica en el futuro medidas de coexistencia en la UE. Por primera vez, se aborda la cuestión no sólo analizando la polinización cruzada de campo a campo, sino a nivel regional, gracias a la utilización de nuevos modelos que utilizan versiones digitalizadas de los paisajes agrícolas europeos actuales, las condiciones meteorológicas y las prácticas agrícolas.
Ello ha permitido estimar el nivel de presencia accidental de OGM en los cultivos tradicionales como resultado de la polinización cruzada procedente de varios campos y de otras fuentes, y sobre largos periodos de tiempo. Los estudios examinan la eficacia de medidas como la introducción de distancias de separación entre los campos de transgénicos y los tradicionales, el levantamiento de un seto entre ambos o la utilización de variedades de OGM que tengan periodos de floración diferentes de las tradicionales.
Si se quiere evitar una contaminación accidental de más del 0,9% en el maíz, se reconoce que no es suficiente con las prácticas agrícolas actuales, sino que se deberían tomar alguna de estas medidas para los campos especialmente expuestos a la polinización cruzada por su forma, su talla o su situación en relación a la dirección del viento y a los campos vecinos de cultivos OGM.
El informe concluye además que es posible producir semillas tradicionales en Europa con una presencia accidental de material genéticamente modificado inferior al 0,5% sin cambiar ninguna práctica agrícola por lo que se refiere a la remolacha azucarera y al algodón, o con pequeños cambios en el caso del maíz. Para la producción del maíz, estos cambios se apoyarían en actuaciones existentes como la ampliación de las distancias de separación entre los campos de producción de semillas.
Si se quiere reducir el umbral hasta el 0,3%, deberían tomarse otras medidas, como situar los distintos tipos de parcelas teniendo en cuenta la dirección de los vientos dominantes. Finalmente, sería imposible garantizar una presencia accidental del 0,1% con medidas limitadas a las explotaciones agrícolas individuales o a la coordinación entre explotaciones vecinas.
En julio de 2003, la Comisión publicó unas líneas directrices para ayudar a los Estados miembros a elaborar estrategias de coexistencia eficaces. Desde entonces, varios Estados miembros han notificado a Bruselas las medidas legislativas adoptadas. El Ejecutivo comunitario publicará dentro de unas semanas un informe sobre estas medidas y decidirá en abril, tras una conferencia sobre transgénicos los días 5 y 6 en Viena, si propone nuevas medidas a nivel de la UE.