El inventor del poroto
"En 1994, el señor Larry Proctor compró una bolsa de frijoles amarillos en Sonora, Mexico. Proctor plantó las semillas en su casa en Colorado, Estados Unidos. Luego seleccionó las semillas de mejor color y las volvió a plantar. Hasta que al cabo de varias generaciones, obtuvo lo que describió como “una ‘población homogénea y estable’ de semillas amarillas”. El 15 de noviembre de 1996, Proctor solicitó una patente para lo que denominó frijol Enola"
En 1994, el señor Larry Proctor compró una bolsa de frijoles amarillos en Sonora, Mexico. Proctor plantó las semillas en su casa en Colorado, Estados Unidos, las regó y éstas germinaron. Luego seleccionó las semillas de mejor color y las volvió a plantar. Una y otra vez, hasta que al cabo de varias generaciones, Proctor obtuvo lo que describió como “una ‘población homogénea y estable’ de semillas amarillas”. El 15 de noviembre de 1996, dos años después, Proctor solicitó una patente para lo que denominó “frijol Enola”. El 13 de abril de 1999 el gobierno de Estados Unidos le concedió la patente número 5.894.079 y con ella el monopolio exclusivo de todos los Phaseolus vulgaris (frijoles, alubias o porotos secos) de color amarillo.
Para reforzar la propiedad sobre su “invento”, Proctor solicitó también un Certificado de Protección de las Variedades Vegetales, alegando que “su” frijol Enola es único porque su color es peculiar y porque no se había cultivado antes en Estados Unidos. El certificado le fue otorgado el 28 de mayo de 1999.
Armado con tal doble protección, Proctor comenzó a exigir de los importadores que le pagaran un canon de seis centavos por libra de frijol amarillo ingresado a Estados Unidos desde México y antes del fin de 1999 reclamó judicialmente el pago de estos “derechos” a las firmas Tutuli Produce de Estados Unidos y Productos Valle Verde de Mexico. “Al principio, pensé que era una broma”, comentó Rebecca Gilliland, presidenta de Tutuli Produce. “¿Cómo podría él [Proctor] inventar algo que los mexicanos han cultivado durante siglos?”
Las acciones de Proctor se extendieron contra toda exportación mexicana que a su juicio contuviera su variedad patentada. Funcionarios de aduanas de Estados Unidos pasaron a inspeccionar los frijoles mexicanos y tomar muestras de cada envío. Las molestias y pérdidas de tiempo causaron a las empresas costos adicionales. Gilliland perdió clientes y los agricultores mexicanos cuyo sustento depende de los frijoles se vieron afectados.
Miguel Félix Tachna, de la Asociación Agrícola de Río Fuerte, México, explica que la empresa de Proctor, llamada POD-TNE, envió una carta a todos los exportadores mexicanos de frijol diciendo que éste era de su propiedad y que en adelante quienes lo vendieran le tendrían que pagar regalías. Ello se tradujo en una inmediata caída en las exportaciones de más del noventa por ciento.
Los frijoles son uno de los alimentos básicos en México y la principal fuente de proteína vegetal. Según el no gubernamental Grupo ETC, el noventa y ocho por ciento de los mexicanos en la región noroeste comen el frijol amarillo llamado “Azufrado”. El gobierno mexicano manifestó su indignación por la apropiación del frijol amarillo y en enero de 2000 anunció que apelaría la patente. “La defensa de nuestro frijol es un asunto de interés nacional”, dijo José Antonio Mendoza Zazueta, subsecretario de Desarrollo Rural.
La indignación creció cuando Proctor presentó en 2001 una demanda contra dieciséis pequeñas empresas norteamericanas de semillas de frijol y agricultores de Colorado, alegando que violaban su patente por cultivar y vender “su” frijol amarillo.
Como prueba de que Proctor no fue el inventor de este frijol, el Instituto Nacional de Investigación de Agricultura, Silvicultura y Ganadería (INIFAP) de México demostró que el “Enola” es genéticamente idéntico al frijol Azufrado.
James Nelly, profesor de la Michigan State University y presidente de la Cooperativa de Mejoramiento de Frijol, calificó la patente del Enola como “inadecuada, injusta y no basada en evidencia científica”, ya que en México se lo cultiva bajo los nombres de Mayocoba, Azufrado o Azufre, Peruano, Canaria y Canario, todos ellos nombres que sugieren el color amarillo.
La base de datos en el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) en Cali, Colombia, registra estas variedades de frijol y los considera de dominio público. No se admiten reclamos de derechos de propiedad intelectual sobre ellos en virtud de un acuerdo de 1994 entre el Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional y de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Según el Grupo ETC, el CIAT tiene más de 27.000 muestras de Phaseolus (alubias secas) en su banco genético, entre ellas cerca de doscientas sesenta muestras de frijol amarillo, de las cuales seis son sustancialmente idénticas a las protegidas por la patente 5.894.079 en Estados Unidos.
“Todo lo que Proctor hizo fue multiplicar algo que ya existía”, dijo Kelly. “Eso no es nada excepcional en cualquier sentido de la palabra y patentar un color es absoluta herejía. Nada nunca fue inventado, y seleccionar semillas es un procedimiento habitual de cualquier agricultor”.
Si bien la patente de Proctor sobre el frijol Enola fue apelada desde el año 2000, mientras no hubo fallo Proctor pudo disfrutar del monopolio, intimidar a los agricultores, cobrar regalías e interrumpir el comercio transfronterizo, lo que dio lugar a enormes pérdidas económicas para los agricultores.
Los abogados de Proctor consiguieron dilatar una resolución final casi una década. En abril de 2005 la oficina de patentes de Estados Unidos rechazó la solicitud de Proctor. Sin embargo, se le otorgaron seis meses para preparar y presentar una solicitud de revisión. Tras varias prórrogas más, la Junta de Apelaciones declaró a la patente inválida en abril de 2008.
Según un comunicado de prensa del Grupo ETC, el tribunal basó su decisión en el principio de que toda patente debe ser “no obvia”. Cualquier persona con la intención de reproducir o mejorar el frijol amarillo mexicano habría hecho exactamente lo que hizo Larry Proctor: plantarlo, cosecharlo, seleccionar semillas y repetir el proceso. Así pues, la “invención” fue algo obvio y no merecedor de una patente.
Tras nuevas maniobras dilatorias, la Corte de Apelaciones del Circuito Federal emitió el quinto y último rechazo y revocó definitivamente la patente de Proctor sobre el frijol Enola el 10 de julio de 2009.
Sangeeta Shashikant y Asmeret Asghedom
Este es un resumen del artículo titulado “The ‘Enola Bean’ dispute: patent failure & lessons for developing countries”, publicado por TWN el 1 de agosto de 2009.