Colombia: un fundamentalista de libre comercio
El mandatario colombiano concluyó una gira para intentar reflotar la aprobación del TLC con EE.UU. El gobierno está pagando 100. 000 dólares por mes para intentar conseguir el voto de los demócratas.
Debilitado a raíz de las implicaciones del escándalo de la parapolítica, el Presidente de Colombia, Álvaro Uribe, concluyó su tercera visita en menos de dos meses a los Estados Unidos para así continuar con el lobby que busca la ratificación en el Congreso del país del Norte del Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado por ambas naciones a comienzos del año 2006.
Asimismo el mandatario latinoamericano defendió en Washington el éxito de su política militarista antidroga, la cual históricamente ha sido financiada por la Casa Blanca a través del Plan Colombia. Hace sólo unos días, el Subcomité de Apropiaciones para las Operaciones Extranjeras de la Cámara de Representantes ordenó reducir en un 10 por ciento la partida presupuestaria propuesta por el Presidente George W. Bush para fomentar el plan que teóricamente tiene el objetivo de “luchar contra el narcotráfico”: la nación colombiana va a recibir 527 millones de dólares, en vez de los 586 millones que estaban previstos en un primer momento.
Por esa vía, Uribe anunció al concluir una gira por Estados Unidos que se creará en ese país una gerencia especial que se encargará de promover el Plan Colombia y el TLC.
Según fuentes oficiales del Congreso estadounidense, la financiación del Plan Colombia iba a ser recortada en un 50 por ciento, algo que finalmente no termino sucediendo gracias a la activa intervención del ex Presidente de la Cámara, el republicano Dennis Hastert. En el marco del nuevo presupuesto, el 55 por ciento de los fondos va a ser destinado para gastos militares y el resto para respaldar programas alternativos de desarrollo social (este nuevo lineamiento difiere notablemente con el que esta vigente en la actualidad, según el cual 76 por ciento del dinero entregado por la Casa Blanca es utilizado para comprar pertrechos militares).
La política de militarista de Uribe también sufrió otra estocada durante esta semana, cuando un informe de la CIA reveló que en el país sudamericano durante el año 2006 los cultivos de coca crecieron en un 8 por ciento. De acuerdo a los funcionarios estadounidenses, esta situación se debió a que para realizar este estudio se analizó un territorio 19 por ciento más extenso en relación con abarcado en el 2005.
Este contexto les ha dado pie a los demócratas para incrementar sus críticas a la escasa eficacia de la lógica militarista del Plan Colombia. Estos argumentan que es necesario subvencionar cultivos alternativos para que los campesinos no recurran a la coca, asimismo hacen hincapié en que es necesario buscar un método mas eficaz de erradicación que las fumigaciones forzosas, las cuales han creado una fuerte tensión diplomática con Ecuador.
Las críticas de los congresistas demócratas tienen que ser entendidas en el marco de la puja electoral que existe en los Estados Unidos de cara a las próximas elecciones presidenciales. El sector encabezado por Nancy Pelosi se muestra crítico hacia el Plan Colombia y la ratificación del TLC, debido a que busca distanciarse de la política exterior llevada adelante por Bush.
Es más, es necesario recordar que fue durante la administración del por entonces Presidente Bill Clinton cuando la Casa Blanca creó esta iniciativa, que bajo la excusa de la “lucha contra las drogas” -y gracias a la ayuda del gobierno colombiano- le permitió instalar su presencia militar imperialista en la región sudamericana.
Volviendo a la visita de Álvaro Uribe a Washington, durante su primer día de trabajo el mandatario se entrevistó con alrededor de 50 congresistas, incluyendo a la Presidenta del Subcomité que dictaminó el recorte en el presupuesto militar.
A su vez se reunió con representantes “afroamericanos” de la bancada demócrata, estos por el momento se han mostrado opuestos a avalar el TLC, como forma de repudio a las constantes discriminaciones que -según su punto de vista- deben sufrir los representantes de la comunidad negra en Colombia. Para intentar convencerlos de que cambien de opinión, como gesto de “buena voluntad” el Primer mandatario colombiano llevó a su gira de tres días a su flamante Ministra de Cultura, la joven “afroamericana” Paula Moreno.
Continuando con su lógica de seducción, este verdadero fundamentalista del libre comercio condecoró en el hotel New York Palace a Bill Clinton con el Premio “Colombia es pasión”. Este reconocimiento es entregado a aquellos extranjeros que demuestran que la nación colombiana “esta llena de pasión y oportunidades, para los que se atreven a descubrirlo”.
En realidad Uribe apuntó Clinton, ya que es una personalidad muy influyente dentro del partido demócrata y además es el esposo de Hilary Clinton, quien encabeza las encuestas para representar a la oposición en las próximas elecciones presidenciales.
Pero los nexos del gobierno colombiano con la familia Clinton no terminan ahí, de acuerdo a un informe publicado por el diario The Walt Street Journal la administración uribista esta pagando 100.000 dólares mensuales para llevar adelante un “lobby” constante que presione en pos de la aprobación del TLC.
La campaña de presión, en la que se estima que el gobierno gastó unos 727.000 dólares en el 2006, esta encabezada por la prestigiosa empresa de relaciones públicas Burson-Marsteller: la misma está encabezada por Mark Penn, quien fuera asesor de Clinton y en la actualidad también forma parte de la campaña presidencial de Hilary.
Otras importantes empresas que conforman el “lobby”, que busca mermar los efectos negativos de la parapolítica para la imagen de Uribe en Estados Unidos, son Jonson, Madigan, Peck, Boland y Stewar. Esta organización está conformada por ex miembros del gobierno de Ronald Reagan, que tienen estrechos lazos con los principales referentes republicanos en el Congreso. Por su parte para tener llegada dentro de la bancada demócrata, la administración colombiana recurrió a Glover Park Group. Entre las tareas que esta desarrolla se encuentra la de pautar citas con representantes del partido político opositor a Geoge W Bush: por ejemplo estos fueron los artífices de que durante su anterior viaje a Washington.
Por intermedio de esta campaña subvencionada con el dinero estatal, el primer mandatario colombiano busca poder llegar a cumplir su ansiado anhelo de alcanzar el TLC con Estados Unidos. A pesar de sus esfuerzos, la situación luce complicada ya que los demócratas -enfrascados en medio de la puja electoral- le exigen adelantos en relación al escándalo que relaciona a grupos paramilitares con importantes funcionarios de su gobierno.
En vez de contribuir a solucionar ese tema, desde hace un tiempo Álvaro Uribe viene lanzado sucesivas “cortinas de humo” que tienen el objetivo de desviar el foco de atención de la opinión pública internacional. La última de estas fue la excarcelación masiva de guerrilleros, para así forzar al Secretariado de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a realizar el intercambio humanitario. Como era de esperarse, los guerrilleros rechazaron de plano esta propuesta unilateral, que en verdad no busca incentivar la “paz” -tal como sostiene el discurso oficial- sino que tiene el objetivo de mermar las críticas que le achacan al mandatario colombiano la culpa por el constante fracaso del intercambio en el marco del conflicto armado.
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