Chile: biopiratería, el robo silencioso de la cultura Mapuche
La legítima recuperación de tierras ancestrales por parte del Pueblo Mapuche podría ser en vano; pues éstas podrían llegar a convertirse solo en un lugar físico, ya que las especies vegetales, los genes y la cultura de su gente están siendo producto de la apropiación ilegal por parte de empresas foráneas
El panorama, sin ser pesimista, es desalentador y se hace imperioso tomar cartas en el asunto; pero sin la intervención de huinkas inescrupulosos y faltos de toda ética, que persiguen entre otras cosas dinero, reconocimiento (tanto nacional como internacional) y votos.
La Biopiratería actualmente se define como “el acceso, uso y/o aprovechamiento ilegal, irregular y/o inequitativo de recursos biológicos y sus derivados, así como de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas asociados a ellos, en especial mediante el uso de la propiedad intelectual, con la finalidad de irrogarse derechos exclusivos sobre ellos”(Grupo ETC). Chile no posee protección legal alguna de los conocimientos y usos ancestrales que los pueblos originarios dan a la biodiversidad; a lo cual se agrega Argentina, Paraguay y Guatemala; aunque el primero, suscribió a la declaración de Río de Janeiro y el Convenio Sobre Diversidad Biológica, su aplicación ha sido nula por falta de un marco normativo ad hoc e instrumentos legales que regulen y sancionen esta práctica; siendo el Estado cómplice de que la praxis de Biopiratería en el país viole la Declaración de las Naciones Unidas Sobre Derechos de los Pueblos Indígenas. Ni siquiera se utilizaron las instancias de la Ley Indígena, ni la CONADI para hacer frente a esta práctica; los tratados suscritos son solo en el papel, puesto que en la praxis se salvaguardan los intereses de poderosas compañías, demostrando el “interés y voluntad” del Estado chileno y su sociedad frente a los pueblos originarios.
Hace algún tiempo y con gran orgullo, se dio a conocer la publicación de un estudio danés, específicamente de la Universidad de Copenhague, titulado “Investigación Etnofarmacológica de 21 Plantas Medicinales Nativas Usadas por los Mapuches del Sur de Chile”, el cual se enmarca en el trabajo de tesis realizado por dos estudiantes de dicha Universidad, para la obtención de su Magíster y que contó con la asesoría del Doctor Alfonso Guzmán y el financiamiento Estatal de la Fundación para la Innovación Agraria para su traducción y publicación. Hasta el momento, todo parece ser transparente, pero analizando el documento, se pueden cuestionar varios aspectos tales como que no se especifica el trabajo etnográfico (que debió ser realizado como parte de la Etnofarmacología), la burda descripción del Pueblo Mapuche (en cuanto a aspectos históricos y culturales, entre otros) y por último, los métodos de investigación descritos no satisfacen (al igual que el resto del texto) la calidad de una investigación para optar al grado académico referido, considerando que es una investigación realizada por un país que cuenta con un buen nivel en Educación y que las tecnologías que poseen son mucho más sofisticadas que un simple ensayo Bioautográfico con Cromatografía de Capa Fina; dejando entrever segundas intenciones que son reafirmadas por las denuncias de las comunidades que fueron parte de la investigación, quienes acusan que los extranjeros recolectaron y se llevaron a su país de procedencia otras 60 plantas que no fueron reportadas en el estudio publicado y cuya finalidad se desconoce.
Entre las plantas que han sido blanco de la Biopiratería se encuentran: el Palqui, Matico, Costilla de Vaca, Laurel, Latué, Sauco, Quintral, Paico, Deu, Voqui, Quila, Limpia Plata, entre otras. Es más, husmeando es posible encontrar patentes de obtención y marcas a partir de Drimys winteri, conocido como CANELO. Ni el árbol sagrado se salva de la Biopiratería....
La práctica de la Biopiratería, como se cita al principio del texto, no se interesa solo por la flora, sino también por los genes de los Pueblos Originarios; se han obtenido muestras de sangre, cabello y uñas de Mapuches, Yaganes y Kawéskar como material de Bioprospección para el proyecto “Human Genome Diversity Project”, sin informar y recibir el consentimiento de estos pueblos. Los usos que se les pueden dar a estas muestras escapan a la imaginación del lector; por ejemplo, se pueden obtener células sanguíneas que otorguen protección frente al cáncer, genes que serían la cura para varias enfermedades y quién sabe, en un futuro no muy lejano (al paso que se desarrolla la Biotecnología) que a partir de estas células se clonen seres humanos con características seleccionadas; además de la creación de bancos genéticos que pueden utilizarse, por ejemplo, para identificar y tener registro de terroristas y puedan ser utilizados como prueba inculpatoria frente a la justicia.
Actualmente, existen patentes de aproximadamente 161.196 genes humanos o secuencias de ellos, obtenidas principalmente por las compañías Genset e Incyte, quien sabe si entre estos genes haya alguno de un Mapuche obtenido a partir de las muestras tomadas en hogares, escuelas o cárceles… También, existe preocupación por el acceso y tráfico ilegal de restos arqueológicos indígenas, de donde es posible extraer ADN humano.
Es conveniente recordar el caso ocurrido al Pueblo Rapa Nui, cuando científicos canadienses a partir del hongo Streptomyces hygroscopicus extrajeron la droga Rapamune (la cual evita el rechazo a transplantes y es considerado como el mejor inmunosupresor), la patentaron y comercializaron; es jocoso, pero, un pascuense no pudo acceder a ella por falta de dinero. También es destacable, que en el norte ha habido numerosas expediciones extranjeras de colecta de recursos genéticos. Espero que estos antecedentes sirvan al Pueblo Mapuche para estar alerta.
La finalidad de esta exposición (tan falta de dotes literarios, por lo cual pido disculpas de antemano) ha sido dar a conocer algunos aspectos acerca de la Biopiratería y hacer un llamado de atención frente a sus repercusiones.