Bosques al filo de la extinción
Prensa
El Nacional, Venezuela, 31-8-00
 
CLAUDIA DELGADO B.
Venezuela es el cuarto país de todo el mundo con mayor diversidad biológica de plantas. Alrededor de 75% de las especies del país se encuentran en las grandes extensiones de bosques naturales, ecológicamente intactos. Un estudio del Instituto de Recursos Mundiales (WRI por sus iniciales en Inglés) determinó que el bloque más extenso de bosques intactos en el país está localizado al Sur del Orinoco -la región del escudo Guayana-.
La totalidad de los ecosistemas boscosos venezolanos cubre más de la mitad del país, con una superficie aproximada de 58 millones de hectáreas o 250 mil kilómetros cuadrados, de los cuales 80% están al Sur del río Orinoco.
Especies que no existen en ninguna otra parte del planeta, y muchas que aún permanecen sin descubrir y que podrían representar la cura para enfermedades, pueden desaparecer para siempre si continúa la amenaza de las actividades extractivas. Significa matar a la gallina de los huevos de oro en lugar desarrollar manejos adecuados que podrían generar riquezas indefinidamente.
El estudio del WRI, en el que participaron Marta Miranda, Alberto Blanco Uribe, Lionel Hernández, José Ochoa y Edgard Yerena, señala que la minería ilegal produce cerca de 100 millones de dólares anuales, y las regalías provenientes del aprovechamiento forestal apenas representan 3% del valor total de la madera extraída.
La minería y las prácticas forestales han dañado 2 millones de hectáreas de bosques, es decir, más de la mitad de las 3,5 millones de hectáreas que se cedieron en concesión, ello sin contar con el impacto de la pequeña minería.
Estas actividades, sin duda, se verán fortalecidas con la construcción del polémico tendido eléctrico, que se origina en la represa del Guri para llevar energía hacia Brasil. Los activistas ambientales insisten en que este proyecto ocasionaría un menor impacto si se realiza a lo largo del río Caroní o de manera subterránea.
Alrededor de 55% de este tendido -cuya longitud es de 400 kilómetros de torres de alta tensión- pasará por el Parque Nacional Canaima, declarado patrimonio de la Humanidad en 1994, lo que afecta no sólo a la biodiversidadde la zona sino a los indígenas, dueños ancestrales de estas tierras.
Sin protección efectiva El papel de los bosques es fundamental en la protección del planeta, pues contribuyen a preservar a lo suelos de la erosión, a regular los ciclos de agua al almacenar la lluvia y soltarla gradualmente, lo que evita las inundaciones, y también su presencia tiene influencia definitiva en el patrón del clima local.
Cubren apenas 7% de la superficie de la Tierra, los bosques tropicales albergan por lo menos 50% de las especies de la tierra, e incluso otras cifras reflejan hasta 90% de las variedades. Cada día, la extensión de las zonas boscosas va en descenso. Entre 11 y 13 millones de hectáreas (el tamaño de Grecia aproximadamente) desaparecen anualmente como resultado de la deforestación.
La WWF estima que menos de una décima parte de los bosques del mundo están protegidos. Venezuela tiene 43 parques nacionales, donde se intentan preservar, con escasos recursos y personal, 8.093.411 hectáreas.
La situación de los bosques en Venezuela sigue siendo dramática, porque si bien cuenta con un conjunto de áreas protegidas bajo la figura de parques nacionales, no todos los bosques están dentro de estos parques. "Los bosques ubicados básicamente al Sur del río Orinoco no están protegidos estrictamente, sino que tienen una protección relativa. En el papel, se dice que están protegidos; pero en la práctica están sujetos a ser arrasados por la actividad minera, por la maderera o cualquier otro proyecto que se considere de interés nacional", dijo el biólogo y coordinador del programa de bosques de Fudena, Edgard Yerena.
El gran patrimonio que tiene el país en materia de bosques se encuentra al Sur del Orinoco y tiene el privilegio de ser uno de los países copropietarios del bosque tropical virgen, o poco intervenido, más extenso del mundo, que cubre el escudo Guayanés y la Amazonía. "Los estudios que han hecho organizaciones internacionales revelan que ese es el bloque de bosques tropicales más grande que queda en el mundo".
Si se continúa viendo el aprovechamiento de los bosques como algo puntual, se pierde la visión de lo que Venezuela aporta al mundo, al conservar y aprender a manejar efectiva y sosteniblemente un trecho de 400 mil kilómetros cuadrados de bosques -sin tomar en cuenta la Zona en Reclamación-.
A pesar de las iniciativas de preservación, hay situaciones que apuntan a pensar que las presiones, como el tendido eléctrico, continúan. Si bien algunos, incluyendo a la nueva ministro del Ambiente, Ana Elisa Osorio, aseguran que no produce mayor daño, precisamente donde mayor impacto ha causado es en los trayectos que atraviesan bosques, como en la sierra de Lema, en el estado Bolívar.
El ambientalista Alexander Luzardo destacó que se sacrificará la fragilidad de la sierra de Lema, sin contar con el impacto visual y escénico sobre la Gran Sabana y sobre los tepuyes. En 15 días, varias organizaciones demandarán al Gobierno ante la ONU y la OEA por promover un crimen ecológico, en vista de que las acciones legales en el país no han tenido respuestas.
Asimismo, destacó que durante la Cumbre del Milenio, que se llevará a cabo los primeros días de septiembre, realizarán protestas para que el resto del mundo se entere que con el tendido se está llevando a cabo una grave acción en contra del ambiente.
"El Gobierno estuvo más preocupado por el impacto dentro del Parque Nacional Canaima, y resulta que dentro era donde menor impacto había; el mayor estaba fuera del parque, donde hubo más descuido a la hora de hacer el trazado del tendido eléctrico. En algunos puntos -de más de mil kilómetros- se deforestó hasta 140 metros de ancho, cuando no se justificaba para una línea que a lo sumo debería tener 40 metros".
Si Venezuela consolida el tendido eléctrico, será el inicio del desarrollo industrial en Santa Elena de Guairén, la promoción de la actividad minera en las cabeceras del Caroní y la expansión de actividades -que se extenderán como un cáncer- al comerse a los bosques.
Potencial oculto
La responsabilidad de la política ambiental de protección al bosque debe enfocarse a entender el potencial en la producción farmacéutica, pues el mayor porcentaje de los fármacos que se consumen tienen su origen en plantas, hongos y otras formas de vida, que sólo existen en situaciones poco intervenidas. Hay un tesoro, un potencial económico, que exige la permanencia de los bosques.
Esta razón es suficiente, sin contar con el papel que juegan estas selvas en el efecto invernadero, al captar el carbono atmosférico e incorporarlo a la biomasa -conocidas como trampas de carbono-, que funciona como unos purificadores de la atmósfera.
El país es fácil blanco de los ambientalistas internacionales, por el hecho de ser un país petrolero y productor de contaminantes. "Una manera de compensar y demostrarle al mundo que está preocupado por el asunto, sería con la conservación de los bosques, que ayudan a retardar el efecto invernadero", destacó Yerena.
Otro aspecto de gran importancia es la biodiversidad, apenas estudiada, que se aloja en el techo del bosque o capa más alta, conocida como el dosel. Básicamente, los científicos se habían dedicado a hacer el inventario de la biodiversidad biológica a nivel del suelo; sin embargo, existe un mundo desconocido en las copas de los árboles: la fauna, sobre todo de insectos y de plantas epífitas que viven sobre las ramas.
Por recibir mayor radiación solar, en el dosel hay una hiperactividad biológica (4,5 veces mayor que en el sotobosque), y se concentra la mayor diversidad del mundo, sobre todo actividad bioquímica. Podrían encontrarse moléculas contra insectos, bacterias, así como fragancias y esencias. El interés económico de los grandes farmacéuticos podrían frenar la desaparición del bosque tropical primario debido a la deforestación, hecho que podría ocurrir en menos de 20 años.
En Venezuela, la Academia de Ciencias de Austria realizó estudios en el Caño Surmoni, cerca de La Esmeralda, poco divulgados. Sin embargo, si se repite lo que se ha encontrado en otros lugares, como Panamá, Costa Rica o Perú, los resultados serían de una fauna completamente desconocida.
Devastación comprobada Es suficiente analizar la situación de los bosques que se encontraban en la parte Norte del Orinoco, para predecir lo que va a ocurrir al Sur. Al Norte, una cantidad significativa de bosques se perdieron en los últimos 50 años, como es el caso de las masas de selvas del piedemonte andino -en la zona de los llanos altos- que superaban el millón de hectáreas; hoy en día lo que restan son apenas entre 40 mil y 50 mil hectáreas en muy mal estado.
Las políticas de conservación del Estado han sido exitosas en aquellos puntos donde ha aplicado las medidas más estrictas, como en el caso de los parques nacionales. Donde ha pretendido hacer un uso racional del bosque, explotándolo pero no arrasándolo, como en las reservas forestales, el balance ha sido negativo. "Un ejemplo es Ticoporo, que apenas le quedaban 30 mil hectáreas hace unos años atrás, y que se han ido reduciendo debido a la creación de potreros para ganado y tierras agrícolas. También el caso de la reserva forestal de Caparo -estado Barinas-, que está siendo sometida a fuertes invasiones, que terminaron de ocupar lo poco que quedaba a salvo de los conuqueros y sacadores ilegales de madera", dijo Yerena. Fudena estima que dos tercios del total de superficie boscosa al Norte del Orinoco está fraccionada y severamente degradada, debido al crecimiento poblacional y a la expansión de la frontera agropecuaria. Otro ejemplo lo constituye la reserva forestal de Turén, que de 116.400 hectáreas, tan sólo le queda 8%, lo que equivale a una pérdida de 107.088 hectáreas de bosques. También se estima que 50% de la reserva de San Camilo está deforestada; y la de Caparo, invadida en 95% de su superfice. |
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