Bolivia comienza a defender sus tesoros
Freno a la biopiratería y al saqueo transnacional. Identificarán los conocimientos tradicionales, material genético, biodiversidad, artesanía y folklore que deben ser protegidos. La idea es que los beneficios económicos derivados de su uso sean para los pueblos indígenas y el país y ya no para las transnacionales
La Paz , junio 4, 2007.-Bolivia busca la mejor vía para proteger su patrimonio cultural, para enfrentar con éxito la amenaza de la biopiratería y para expandir, en beneficio de todos, los conocimientos y saberes tradicionales, apetecidos por los consorcios multinacionales que lucran con el millonario negocio de las patentes y la propiedad intelectual.
El reto es enorme. Se trata, en esencia, de construir un sistema propio que preserve los derechos colectivos, que contribuya a combatir la pobreza, que cuide la biodiversidad y que aporte a un desarrollo armónico con la naturaleza. Tareas nada sencillas, pero que se han tornado imprescindibles para más de medio centenar de delegados de todo el país que se han reunido por tres días en La Paz, la última semana de mayo, en el “Primer Encuentro sobre Protección de los Conocimientos Tradicionales de Bolivia, asociados al Folklore, Artesanía, Biodiversidad, Medicina Tradicional, Ritos y Rituales".
Allí, según reflejó La Época, se han presentado las demandas que emergen de todos los rincones del país y se han trazado las tareas para que los buenos deseos comiencen a ser una realidad. Allí, Ascanio Nava y Fernando Valencia, folkloristas de Oruro y del Gran Poder, han dicho su verdad y han clamado para que la diablada nunca más sea conocida en Europa como originaria de Chile. Viviana Akamine, artesana chiquitana de San Javier, también ha dicho lo suyo y ha encomendado para que se resguarden los derechos de los productores nativos, para que las grandes empresas no se apropien indebidamente de sus artes y conocimientos. Los médicos kallawuayas, en voz de Wálter Alvarez, han reclamado para que la medicina tradicional sea reconocida y para que los grandes pulpos farmaceúticos no roben las plantas ni los conocimientos milenarios de los andes y la amazonía. Los especialistas en ciencia y tecnología también han urgido para incorporar las destrezas y las técnicas locales en la producción y la economía, mientras los mallkus del Conamaq han rechazado todos los intentos de las transnacionales para patentar las plantas y la vida.
Consenso y resultados
Los debates, en los que también participaron dos delegadas de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (Ompi), han sido intensos y productivos. “Este primer encuentro ha tenido la vocación de buscar formas de protección de todos aquellos legados culturales de Bolivia, que han sido objeto de usurpación sistemática”, dice Claudia Solares, directora del Servicio Nacional de Propiedad Intelectual (Senapi), institución que organizó el encuentro, y que ha tomado debida nota de las preocupaciones de todos.
“En el Gobierno hay la convicción de que es necesario encontrar mecanismos que permitan la protección de nuestras expresiones culturales, saberes y conocimientos de los pueblos indígenas y originarios, sin quebrantar su identidad cultural, respetando sus sistemas tradicionales de organización”, dice al destacar que ya hay un diagnóstico preliminar que permite la identificación de todos estos conocimientos referentes al folklore, la artesanía y la biodiversidad que pueden y deben ser protegidos.
Dos beneficios
Este diagnóstico se irá enriqueciendo a través de mecanismos de participación y coordinación directa y permanente con los pueblos indígenas, originarios, comunidades campesinas y otros sectores de la sociedad.
En este marco también se diseñarán dos tipos de medidas: unas para evitar que las empresas y consorcios internacionales se apropien del patrimonio boliviano y otras orientadas a lograr que los pueblos originarios y el país en su conjunto se beneficien económicamente con el uso y difusión de estos conocimientos, explicó Solares.
Sistema novedoso
Según la ministra de Producción y Microempresa, Celinda Sosa, responsable del área, la tarea es “establecer un sistema novedoso de derechos colectivos de propiedad intelectual, mediante el cual se reconozcan y se protejan los derechos de las comunidades indígenas por los conocimientos, innovaciones y prácticas tradicionales expresados a través de la música, la danza, los ritos y rituales, la cerámica, los textiles, las prácticas terapéuticas y uso de plantas medicinales".
Una de las tareas centrales en la construcción de esta plataforma protectiva del patrimonio cultural, económico, productivo y medicinal de Bolivia es avanzar en la defensa de los derechos colectivos, innovando y transformando las actuales normas internacionales de propiedad intelectual que protegen sólo los intereses privados e incorporando la visión de los pueblos originarios, sus usos y costumbres.
Se trata de lograr que los conocimientos y saberes beneficien al conjunto de la población y a las generaciones futuras, y no como ahora que se utilizan a nivel mundial para trabar el desarrollo de los países más pobres, atentando contra la biodiversidad, la conservación del planeta y la salud de millones de seres humanos.
Experiencias amargas
El gran reto es evitar que los grandes consorcios internacionales patenten como suyos los productos naturales y conocimientos de los países pobres y pueblos originarios, los que después deben pagar a las empresas extranjeras por su uso o comercialización.
La intención boliviana es no repetir la historia del Perú con la maca ni de la China con el uso y copia de tecnología.
En el primero de los casos, hace dos años la empresa estadounidense Pure World Bothanicals había registrado como suya y patentado los extractos de la maca, originaria de la región andina, y ahora amenaza con impedir las exportaciones peruanas de este producto al exterior, si es que el Perú no le paga un millonario tributo.
En el segundo caso, las empresas chinas que producen DVD fueron enjuiciadas por la multinacional Sony y ahora le deben pagar el 80 por ciento del valor de sus ventas como regalías o derechos de autor. Esto significa que las empresas chinas entregan 80 dólares por cada 100 que reciben de las ventas de DVDs.
En el primero de los casos se trata de un claro ejemplo de “biopiratería”, mediante el cual una empresa transnacional se apodera del producto natural de un país pobre y lucra con su uso, explotando incluso a los pueblos que producen y viven de ese recurso natural. “Esto, según Solares, no puede ni debe repetirse en Bolivia”.
En el segundo se trata de los castigos y penalidades que imponen los acuerdos comerciales para impedir que los países más pobres usen la tecnología existente para lograr su desarrollo. Aquí, la tecnología y el progreso tienen dueño y
es necesario pagar los “royalties” a las transnacionales para intentar salir del atraso y la postración. Aquí se cierra el acceso a la tecnología para los más pobres.
Privilegios y despojo
Lo propio ocurre con los medicamentos: los países pobres tienen que pagar muchos millones a los dueños de las patentes, para poder producir los remedios necesarios para que la gente no muera, para que la gente no sufra. En el caso del sida, por ejemplo, un tratamiento con medicamentos patentados cuesta 12 mil dólares por paciente al año, pero si este tratamiento se hace con medicamentos genéricos el costo es de 120 dólares anuales. La producción de medicamentos genéricos es muy restringida por la imposición de la OMC en defensa de los “derechos” de los dueños de las patentes. Acá el capitalismo muestra su rostro más salvaje, anteponiendo los negocios a la salud, colocando primero los dólares y mucho después los derechos humanos básicos.
Triple desafío
Por ello, el desafío boliviano es triple: i) defender los recursos naturales, preservando la propiedad colectiva, para que el mezquino interés empresarial no lucre con los productos naturales, con los conocimientos tradicionales, con material genético de los microorganismos de plantas y animales, ii) lograr que el uso y disfrute de estos conocimientos y materiales beneficien económicamente a los pueblos originarios y a Bolivia, y iii) usar la tecnología existente para intentar salir del atraso sin perder un ojo de la cara.