Biocombustibles dispararon precios de granos hasta en 115 por ciento
Maíz y arroz son dos de los pilares de la alimentación de las poblaciones pobres del mundo. Los precios de ambos son ahora 50 y 115 por ciento más altos, respectivamente, del nivel que tuvieron antes de que un incremento en la demanda de granos para producir combustibles disparara el costo de la comida en el mundo hace tres años, de acuerdo con información del Banco Mundial
El organismo advirtió que entre 130 y 155 millones de personas en todo el mundo cayeron en pobreza en los últimos dos años, periodo en que a la crisis desatada por el alza en el precio de los alimentos se sumó el incremento en los combustibles y la mayor recesión económica en siete décadas.
Los precios de alimentos en muchos países no han bajado, aun cuando se observan disminuciones en las cotizaciones de los mercados internacionales de granos, expuso el Banco Mundial.
En América Latina, una región que en términos generales es exportadora neta de alimentos, la inflación en el precio de los alimentos se mantiene, una situación que está afectando el ingreso, nutrición y salud de los más pobres, según el organismo.
El viernes pasado, la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reveló que uno de cada seis habitantes del planeta pasa hambre todos los días, la mayor cifra en la historia de la humanidad.
La falta de alimento en las mesas de mil 20 millones de personas en todo el mundo, 100 millones más que el año previo es provocada por la crisis económica, que ha causado a su vez una disminución en los ingresos de los más pobres y un alza en el desempleo, según el reporte de la FAO, difundido el viernes en Roma, Italia.
A mediados de 2008, antes que la crisis financiera de Estados Unidos se convirtiera en crisis económica mundial, la mayor desde la Gran Depresión, los habitantes de países pobres y en desarrollo eran afectados por un incremento en el precio de los alimentos. Éste era provocado sobre todo por el uso dado a granos alimenticios para producir biocombustibles, en un momento en que los precios del petróleo tocaban máximos históricos.
La crisis económica sólo contribuyó a agravar los problemas que millones de personas tenían para adquirir alimentos.
Otro de los aspectos en que se han visto afectados los países en desarrollo por la actual crisis financiera es la disminución de las remesas, una de las fuentes de ingreso principal en varias naciones –en Centroamérica y el Caribe, el Sur de Asia y África–, que al reducirse merma también la capacidad de consumo.
El Banco Mundial prevé una reducción de las transferencias de migrantes a los países en desarrollo de 5 a 8 por ciento aproximadamente en 2009. Esto significa que los receptores de remesas dispondrán de entre 14 mil millones y 23 mil millones de dólares menos este año que el pasado.
La reducción tiene relevancia debido a que en los años previos se registraron tasas de crecimiento anual de remesas de hasta 20 por ciento, como es el caso de México, país en que el último dato disponible, al primer cuatrimestre de este año, reporta una variación negativa de 3 por ciento en el ingreso de este flujo de recursos.
Normalmente, las remesas resistían a las conmociones y a menudo incluso se incrementaban durante las crisis económicas en los países receptores. Es poco probable que los efectos anticíclicos de esas transferencias se repitan en esta ocasión debido a la dimensión mundial de la actual recesión, según el reporte de la FAO.
Deterioro en nutrición y salud
En los mercados internacionales de granos y otros productos alimenticios se ha registrado en los últimos meses una disminución de algunos precios de alimentos, lo que todavía no se traslada a los mercados locales en los países en desarrollo.
Un índice internacional de precios de alimentos no procesados, que elabora el Fondo Monetario Internacional (FMI), refleja que entre mediados de 2004 –cuando comenzó a repuntar el precio de los granos y semillas– y mayo de 2009 se ha registrado una reducción de 19 por ciento.
La situación en los casos del maíz y arroz es contraria y por tratarse de alimentos que sostienen la dieta de vastos sectores de la población en América Latina y Asia (sólo en China e India vive un tercio de la población mundial), el persistente aumento de precio tiene incidencia sobre el bienestar de las personas.
En el caso del arroz, el precio en el mercado internacional es ahora 115 por ciento mayor que a mediados de 2004, de acuerdo con el índice del FMI. Respecto del maíz, durante el mismo periodo, el repunte es de 50 por ciento.
Aunque los precios internacionales han disminuido, los precios en los mercados locales se mantienen altos. Y si bien algunos alimentos cuestan hoy menos que el nivel máximo alcanzado a mediados de 2008, los principales granos alimenticios, el maíz y el arroz, se mantienen arriba del promedio de los últimos años, añadió el Banco Mundial.
América Latina es, en términos regionales, un exportador neto de alimentos. Es decir, vende más de lo que compra. Aun en esa condición, apuntó el organismo, el alza en el costo de los alimentos ha tenido un impacto de deterioro en el ingreso, la nutrición y salud de los consumidores más pobres.
La gente más pobre sufre un efecto desproporcionado cuando sube el precio de la comida, debido a que destinan la mayor parte de su ingreso disponible a comprar alimentos. Así, las consecuencias en su nutrición y salud son serias, indica el organismo.