Argentina: un modelo agropecuario tan rentable como controvertido
La superficie sembrada de soja sigue aumentando en el país. Los rindes, también. Sin embargo, muchas voces señalan sobre los riesgos de este fenómeno. ¿Se debe incorporar el costo ecológico a los cálculos de rentabilidad de los cultivos? ¿Se producen granos o se vende el suelo en cuotas?
Tal como se preveía, la campaña agrícola de soja dejó un nuevo récord en el país. Según un reciente informe de la Bolsa de Cereales, este año se cosecharon más de 47 millones de toneladas. La superficie sembrada de esta oleaginosa en el país supera las 16 millones de hectáreas.
“La combinación de mayores superficies dedicadas a este cultivo y la superación de los rendimientos originaron el volumen proyectado, que por otra parte es un récord histórico”, indicó el informe. La campaña arrojó una mejora del 17% respecto de la anterior, cuando se obtuvieron unas 40,7 millones de toneladas.
Vayamos a los números. En la campaña agrícola 1995/96 se sembraron aproximadamente 6 millones de hectáreas con soja y la producción alcanzó 12,4 millones de toneladas; sólo nueve años después, en la campaña 2004-2005, la superficie sembrada se incrementó en un 140% ya que ascendió a 14,4 millones de hectáreas, y la producción se incrementó a su vez en un 209%, con 38,3 millones de toneladas. Según un informe de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (Sgpya), la superficie sembrada con soja en la campaña 2006/07 fue superior a los 16 millones de hectáreas.
A título ilustrativo, debería considerarse que la exportación de soja le genera al fisco una suma importante de ingresos en concepto de retenciones. Esta cifra llegó en el año 2005 a 1.700 millones de dólares.
En resumen, la soja se ha convertido en el principal cultivo de Argentina. Nadie puede hacer objeciones respecto a la rentabilidad del modelo agropecuario actual. En lo que necesariamente tiene que existir un debate es en la sustentabilidad de ese modelo, es decir en la continuidad en el tiempo. ¿Estamos produciendo granos o vendiendo el suelo en cuotas? ¿Debemos incorporar el costo ecológico a los cálculos de rentabilidad de los cultivos?
Un informe de la Auditoría General de la Nación señala que como uno de los problemas del fenómeno sojero a “la agriculturización los sistemas productivos extensivos”. ¿Qué quiere decir esto? Que en los últimos 25 años se redujo la superficie destinada a la ganadería produciéndose una expansión de la frontera agrícola, esto es el límite entre tierras agrícola-ganaderas y los ecosistemas naturales que las rodean.
Las voces que aplauden el modelo agropecuario actual hacen hincapié en el aumento de los rendimientos productivos. Sin embargo, otras voces no se cansan de alertar que este incremento fue causado por una mejora genética, la siembra directa, la fertilización y, en especial, la aparición en el mercado de los organismos genéticamente modificados (OGM) conocidos comúnmente como “transgénicos” y comercialmente como “paquete tecnológico Soja RR”, o sea, semillas de soja modificadas genéticamente para resistir al glifosato, un potente herbicida para combatir malezas. Según datos de la Sagpya, el 98% del cultivo de soja en Argentina es transgénico. Otro de los puntos del informe de la AGN señala: “El proceso de sojización de la región pampeana afectó negativamente a regiones extrapampeanas”, ya que el proceso de expansión de la frontera agropecuaria sobre la región Chaqueña tuvo como agravante que el incremento de la superficie cultivada en el norte se llevó a cabo principalmente mediante el reemplazo de montes nativos.
Dos posturas diferenciadas
A la hora de discutir la sustentabilidad de la producción agropecuaria argentina, existen claramente dos posiciones encontradas:
l Una, estrechamente asociada con un equilibrio adecuado entre lo económico, lo social, y lo ecológico. Esta postura propone incluir la totalidad de los costos ambientales y sociales en los costos privados de la producción. La consecuencia práctica de esta decisión, sería una caída en la producción, a cambio de una mayor sustentabilidad ambiental y social.
l La otra posición consiste en una defensa a capa y espada de la maximización de beneficios privados y de los niveles de producción. Este posicionamiento no toma en cuenta el impacto de los efectos negativos de la producción y, por lo tanto, es seriamente objetado desde muchos espacios.
Por otro lado, la sojización tiene un alto impacto social, al ser otro factor que estimula el proceso de concentración de la tierra; que viene desarrollándose a lo largo de la última década. Según el Censo Nacional Agropecuario (CNA) entre 1988 y 2002, se halló un aumento del tamaño medio de las explotaciones agropecuarias (Eaps) del 24,47%.
La situación es compleja, por un lado un modelo agropecuario muy rentable pero a su vez no sustentable. El Estado tendrá que actuar.
C.R.L.