La malnutrición perdurará si los alimentos se siguen considerando mercancías
"Jose Luis Vivero Pol defiende que, aunque el hambre ha disminuido, lo ha hecho de forma más leve de lo que las estadísticas nos muestran. Además, señala que mientras que los alimentos continúen siendo un negocio en vez de una necesidad básica, esto será el principal impedimento para erradicar la malnutrición crónica y, por lo tanto, impedirá alcanzar el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible para 2030."
Hasta 2012, la FAO estimaba que la malnutrición, lejos de disminuir, se estaba manteniendo estable y en 2008 había sufrido un gran repunte. La nueva técnica de medida de la FAO, sin embargo, estima que el hambre en el mundo ha disminuido sistemáticamente alrededor de un 20% desde 1990. Hay algunos expertos que critican el cambio de métodos, puesto que señalan que estos únicamente persiguen mostrar un descenso en las cifras y no siempre enseñan la realidad. Además, estas mediciones deberían recalcar que la mayor parte de la caída de la malnutrición se debe en un 65% al progreso de China y que en algunos lugares, por ejemplo en África, este problema se ha incrementado.
Jose Luis Vivero Pol defiende que, aunque el hambre ha disminuido, lo ha hecho de forma más leve de lo que las estadísticas nos muestran. Además, señala que mientras que los alimentos continúen siendo un negocio en vez de una necesidad básica, esto será el principal impedimento para erradicar la malnutrición crónica y, por lo tanto, impedirá alcanzar el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible para 2030.
Además, en un artículo, Vivero Pol expresa que la sobreproducción de alimentos afrontará verdaderos retos para la garantía la seguridad alimentaria en el futuro. Señala que, si queremos continuar con esta forma de consumo y producción alimentaria masiva, necesitaríamos tres planetas Tierra en 2050. Esto ha ocurrido porque los alimentos se han convertido en un fructífero negocio en el mercado global. La privatización de los recursos comunes, entre los que el autor defiende que está la comida, se debe tanto a las empresas, los gobiernos como a la sociedad civil, puesto que todos debemos defender que la alimentación es un derecho fundamental que debería estar garantizado a todos los ciudadanos.
Vivero defiende que esto debe cambiar, que se necesita un cambio en las estrategias económicas y políticas para que los alimentos se empiecen a considerar un bien común. Puesto que, como señala el autor, los bienes se consideran públicos o privados según la legislación que se establezca. Por tanto, los Estados deberían incentivar la innovación e intentar satisfacer las necesidades de sus ciudadanos en vez de favorecer a las empresas en esta legislación. En conclusión, convertir los alimentos en un bien común será la única forma de conseguir un verdadero descenso del hambre y un incremento de la equidad en cuanto a la nutrición a nivel local y global.
Fuente: Derecho a la Alimentación