Transnacionales de la agricultura en Paraguay
Compartimos con ustedes, el estudio elaborado por Leticia Arrúa, investigadora de Base Investigaciones Sociales, en donde analiza la presencia de las corporaciones del agronegocio en el país y su control respecto a qué producir, cómo producir y cuánto producir.
Con un importante marco de público se realizó el pasado viernes 6 de marzo en la Biblioteca Augusto Roa Bastos, de la Manzana de la Rivera, la presentación de 5 nuevos libros productos de investigaciones llevadas adelante por integrantes del Equipo de Base Investigaciones Sociales. Estos materiales se encuentran a disposición de la ciudadanía de forma totalmente libre y gratuita.
Los libros analizan diversas aristas del modelo extractivista en Paraguay, abordando algunos de los efectos sociales, ambientales y económicos del mismo. A continuación compartimos una breve reseña de los títulos presentados que pueden ser descargados de forma libre.
En esta oportunidad, compartimos con ustedes:
Transnacionales de la agricultura en Paraguay
Leticia Arrúa
La provisión alimentaria ha experimentado un largo proceso que tiene como hilo conductor su progresiva integración en la organización industrial de la producción, la distribución y el consumo alimentario. ¿Qué producir?, ¿cómo producir? y ¿cuánto producir? son interrogantes que han recibido diferentes respuestas en cada etapa del proceso de acumulación de capital. Al observar las expresiones históricas del capitalismo en la agricultura, se logra identificar etapas claramente demarcadas, cada una asociada a relaciones comerciales internacionales relativamente estables y asociadas a un paradigma tecnológico específico. Cada etapa corresponde a un régimen alimentario.
El primero, llamado “régimen de colonización” se originó a finales del siglo XIX durante la hegemonía británica, con un modelo basado en la expansión de la frontera agrícola auxiliada por poca o nula tecnología.
El segundo régimen alimentario, dominado por Estados Unidos, surgió después del período transicional entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial y duró hasta los años setenta del siglo XX, asentado sobre el paradigma de la revolución verde que impuso un modelo dependiente de petroquímicos, maquinarias y semillas híbridas como única forma válida de abastecer las necesidades de producción.
La perspectiva del régimen alimentario introducida por Friedmann y McMichael (1980) anticipó la transición hacia un tercero, que arranca en los 80, caracterizado por el protagonismo creciente que las corporaciones transnacionales van cobrando en las decisiones sobre el sistema alimentario global, etapa que pasa a denominarse “régimen alimentario corporativo”. Estas empresas definen el complejo sistema desde el que se resuelven las cuestiones de qué, cómo y para quién se produce, se distribuye y se consumen los alimentos. Es un grupo cada vez más reducido de grandes corporaciones transnacionales que de manera creciente impulsan y gobiernan los diferentes eslabones de la cadena agroalimentaria globalizada.
El predominio de estos gigantes del negocio agroalimentario ha llevado a designar a este periodo también como “Imperio Corporativo” (Delgado, 2010). Este sistema permite que la capacidad productiva de los territorios receptores de la materia prima producida, como la Unión Europea, vaya mucho más allá de los límites que impondrían sus recursos territoriales.
Para sostener el actual modelo alimentario y el negocio a él asociado, son necesarios la importación de sostenibilidad y el desplazamiento de costos ecológicos y sociales, hacia los territorios empobrecidos.
En las páginas siguientes se describen los componentes centrales de este sistema de producción, donde las enormes empresas transnacionales son los agentes económicos principales, y el Estado promueve la regulación nacional e internacional para imponer la agenda neoliberal a través de la legislación sobre propiedad intelectual y asociaciones de entes públicos con estas corporaciones y el paradigma tecnológico de la agricultura moderna, basado en la ingeniería genética, las nuevas tecnologías de procesamiento de datos y la creciente digitalización de la agricultura.
En el agronegocio paraguayo, son 22 las mayores corporaciones involucradas directamente en los principales sectores de la cadena. Dominan las proveedoras de insumos, Bayer/Monsanto, Chemchina/Syngenta, Corteva (producto de la fusión de Dow y Dupont), Basf, Mosaic Fert, Yara, Jhonn Deere, Agco con su marca Massey Fergusson, New Holland y las enormes exportadoras, Archer Daniels Midland (ADM), Cargill, Bunge, LDC, Cofco y Sodrugestvo. Todas ellas dedicadas a proveer de semillas, fertilizantes, pesticidas y maquinarias necesarias para el mantenimiento de los monocultivos.
El contexto económico actual convierte a la producción en el campo en un simple engranaje entre procesos industriales, convierte a la agricultura en el proceso que aporta funcionalidad a la producción de insumos químicos, la minería de fertilizantes , las gigantes de la ingeniería genética y el negocio de las grandes agroexportadoras.
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