Brasil: la lucha campesina, el derecho a la alimentación, por Gustavo Duch

Amazonia brasileña, municipio Eldorado dos Carajás en la carretera 150. 1800 campesinas y campesinos marchan hacia la capital del Estado. Su objetivo: reivindicar planes de expropiación de tierras que les permitan cultivar sus alimentos y sembrar su futuro. Una reclamación justa en un país en el que la mitad de la tierra cultivable está en manos de un 1% de hacendados, mientras que menos del 3% es cultivada por 3,1 millones de productoras/es rurales

Pelotones de policía militar les rodean. Sus órdenes: impedirles llegar a la capital. Consiguen dispersar la marcha: 19 personas muertas y 46 heridas.

La masacre fue perpetrada un 17 de abril de hace 7 años. Los movimientos campesinos de todo el mundo han adoptado este día 17 de abril como su jornada de reivindicación. Es el Día Internacional de la Lucha Campesina. La lucha campesina por conseguir un giro de 360º en las políticas agrarias, comerciales y de desarrollo que tan negativamente les afectan. Porque son las poblaciones campesinas las que soportan mayores índices de pobreza, malnutrición, falta de servicios básicos, etc. Un giro que coloque en el centro de esas políticas a la alimentación adecuada como Derecho Humano fundamental.

Esta reivindicación difiere radicalmente del modelo de desarrollo actual basado en las fuerzas y “bondades” del mercado globalizado. Modelo que dista mucho de corregir la brecha cada día más grande entre gentes ricas y pobres, que se revela incapaz de contrarrestar injusticias como el hambre creciente o la conculcación del derecho que tienen los pueblos a explotar sus propios recursos. Este modelo propugna que los países del Sur deben aprovechar sus “ventajas” competitivas produciendo monocultivos de exportación. Pero la evidencia se impone, ya que hacer del comercio –más o menos liberalizado- el eje de la política significa poner en peligro a la población rural: las explotaciones agrícolas familiares tradicionales, tanto en el Norte como en el Sur, que no pueden competir con las todopoderosas multinacionales, dueñas ya de los recursos para producir, como las mejores tierras y la patente de las semillas, y dueñas de las cadenas de transformación, comercialización y distribución final.

La lógica que rige el comercio globalizado es la maximización de beneficios económicos, impulsando por tanto modelos de agricultura industrializada, de cría intensiva de ganado y sobre pesca, que están destruyendo los sistemas agrícolas tradicionales y la variedad de ecosistemas que ofrece el planeta. Beneficios económicos que se concentran en muy pocas manos y que se obtienen en gran medida rebajando los costes de producción sin demasiadas consideraciones por los derechos de la fuerza laboral.

En cambio, si el Derecho Humano a una alimentación adecuada pasa a regir las políticas de desarrollo y las políticas agrarias, el campesinado podrá participar en el diseño y control de sistemas de producción diversificados y sostenibles, generadores de riqueza desconcentrada, existirá una justa distribución y utilización de los recursos productivos –agua, semillas, tierra-, se potenciará el intercambio de alimentos en mercados locales y, una vez asegurada la aliementación de los pueblos por parte de sus respectivos estados se fomentará un comercio internacional justo.

En la carretera 150 y en el resto de Brasil hoy yace una esperanza aguardando florecer y propagarse por otros paisajes.

Gustavo Duch es Director de Veterinarios sin Fronteras

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