Argentina: Feminismo ecologista o ecologismo feminista
Una mirada posible sobre femicidio y ecocidio en la provincia de Córdoba. "Podemos pensar la problemática ambiental y la de género en conjunto, algo que, lejos de ser forzado, puede representar un ejercicio muy interesante para complejizar las miradas y profundizar los debates."
16 de mayo, 2016
Por María Paula Ávila (*). Especial para ECOS Córdoba
El año 2016 tiene en su haber 8 femicidios para la provincia de Córdoba, 4 de los cuales ocurrieron en el último mes. Las muertes de Lis Funes (43), Johana Altamirano (19), Carina Drigani (44) y Celeste Luciana Montes (30) resuenan en nuestras cabezas. Mujeres asesinadas por ser mujeres.
La reflexión sobre la violencia de género se nos presenta ineludible, incluso para quienes desde la producción de conocimiento y/o desde la militancia no estamos estrictamente inscriptos en la temática. Cuando avanzamos en algunas reflexiones, vamos viendo que la violencia machista nos atraviesa más de lo que creemos.
Así podemos pensar la problemática ambiental y la de género en conjunto, algo que, lejos de ser forzado, puede representar un ejercicio muy interesante para complejizar las miradas y profundizar los debates.
Antes que nada, veamos el lenguaje.
La naturaleza, la tierra, la pachamama, la madre tierra, no sólo son sustantivos femeninos muy poderosos, sino que además apelan directamente a la idea de mujer y a todo un conjunto de símbolos: la fecundidad, la fertilidad, la nutrición, la abundancia. Este conjunto de sentidos tejen un paralelismo naturaleza-mujer con alcances múltiples.
Hay una serie de funciones comunes que tienen que ver con la creación de vida, la reproducción y la protección de los otros. Para las mujeres el mandato de la maternidad; para la naturaleza la presión ilimitada en la provisión recursos.
Ambas están ligadas a una estética del disfrute, pues la naturaleza tanto como las mujeres se asocian a la belleza, el goce y el placer.
Sugieren lo íntimo, lo personal, el hogar; por el confinamiento de las mujeres al trabajo doméstico o por la noción de la tierra como “nuestra casa”. Lo que los hombres hacen con sus tierras, los recursos que de ella se derivan y sus mujeres han permanecido y lo sigue haciendo en el ámbito de lo privado.
Y en consecuencia, son ampliamente consideradas, más allá de los logros emancipatorios de la mujer, como bienes susceptibles de ser poseídos. La tierra y la mujer se “tienen”, se poseen, se cercan, rodean, pisan y disponen.
Todo esto, sustrae a la naturaleza y a la mujer a un contexto de violencia. Ambas son forzadas, dominadas y sometidas. Mientras la depredación del ambiente implica desposesión, aniquilamiento, mercantilización, explotación; la violencia de género supone hostigamiento, acoso, violación y muerte. Para ambos mecanismos es necesario que opere una objetivación y enajenación muy fuertes.
Femicidio-ecocidio
Vemos entonces, que aparecen muchas vías de acceso para pensar el paralelismo femicidio-ecocidio, dos palabras instaladas en el escenario de problemáticas cordobesas de los últimos años. Sin ánimos de borrar particularidades y sin subestimar la necesidad de abordajes específicos para cada materia, pensar estas cuestiones en sintonía tiene un gran valor, en tanto son caras de una misma moneda. El sistema de dominación es el mismo. Es patriarcal, androcéntrico, heteronormado, capitalista y depredador. Estos adjetivos suponen lógicas que operan en conjunto y de manera concertada, pues hay patriarcado en la explotación de bienes comunes y hay capitalismo en el sometimiento de la mujer.
El lenguaje, como analizábamos, es muy claro respecto de estas operatorias. Se han fijado funciones, sentidos y mandatos muy estrictos hacia las mujeres y la naturaleza. La intersección de estas formas de dominación ha potenciado la violencia.
Berta Cáceres, hondureña, mujer, feminista, defensora del ambiente, indígena, fue asesinada por la industria hidroeléctrica transnacional y el Estado, pero fundamentalmente, es una víctima de un capitalismo salvaje, patriarcal y colonialista. Es la tragedia más reciente que le toca llorar a Nuestra América y evidencia cuánta lucha queda por delante para combatir la violencia del capitalismo machista.
Ecofeminismo
Es muy necesario abogar por miradas más totales sobre estos procesos. Debemos superar aquellos análisis que piensan a los femicidios por un lado, y a la degradación ecológica por otro. En todo caso, convendría producir colectivamente un feminismo ecologista o un ecologismo feminista. Esto es lo que señala Vandana Shiva, una referente del ecofeminismo: “El feminismo que no es ecologista es una reproducción del patriarcado: busca el empoderamiento de las mujeres en la forma masculina que hemos recibido del capitalismo patriarcal” (…) “si el ambientalismo no es feminista, se convertirá en un ambientalismo espectral”. [Diálogos sobre Ecofeminismo con Vandana Shiva. Instituto de Estudios Ecologistas del Tercer Mundo. Quito, 2010].
La cita es adrede, pues Vandana Shiva estará junto a Marie Monique Robin en el Bloqueo a Monsanto en Malvinas Argentinas el 10 de junio. Será una buena oportunidad, sin dudas, para catalizar este tipo de reflexiones.
(*) Integrante del Colectivo de Investigación “El Llano en Llamas”. Columnista del programa radial “Y vos qué pensás”, de FM Radio Tortuga 102.7, todos los sábados a las 12 del mediodía.
Fuente: ECOS Córdoba