Una petición para salvar la Amazonia
La Amazonía está en peligro. Por ello, líderes indígenas de Brasil, jóvenes movilizados por el clima, y organizaciones de la sociedad civil hacen una llamado urgente a los parlamentarios europeos. Piden que se anule el acuerdo EU-Mercosur y que se congelen las importaciones que causan deforestación.
El destino de la Amazonia está ligado al nuestro: Europa debe actuar inmediatamente
Europa, que sigue participando escandalosamente en la deforestación, debe rendir cuentas a sus ciudadanos. Las últimas líneas de defensa de la Amazonía y de sus guardianes (los pueblos indígenas) construidas hace más de veinte años por una cooperación internacional de dos décadas, están a punto de romperse brutalmente. En este contexto, el acuerdo de libre comercio UE-Mercosur, firmado en 2019 luego de varios años de negociaciones, es percibido por los ciudadanos como una renuncia de la Unión Europea a protegerlos de las catástrofes climáticas. Este acuerdo aumentaría la participación europea en la destrucción de uno de los ecosistemas más importantes de nuestra Madre Tierra. Se prevé que dicho acuerdo entre en vigor a finales de 2021. ¡Hay que detenerlo!
Este acuerdo comercial además de contribuir al deterioro de los derechos humanos y ambientales, los cuales se encuentran bastante amenazados en el contexto actual, fomentará el aumento de las topadoras e incendiarios que han venido destruyendo tanto los ecosistemas de la Amazonía como el resto de ecosistemas de América del Sur. Los impactos medioambientales que hay que temer son bien conocidos por la opinión pública -más de un millón de personas se han pronunciado ya sobre este tema a través de peticiones anteriores-, pero más allá de los riesgos para la biodiversidad y el clima, queremos hacer hincapié en un peligro que, frecuentemente , se deja de lado: el destino de los pueblos indígenas y de sus territorios.
Sin embargo, entre todos los argumentos que nos permiten oponernos a la ratificación del acuerdo UE-Mercosur, hay uno que requiere y merece nuestra mayor atención: el «deber de proteger» a los Guardianes de la Amazonía. En la Cumbre de la Tierra celebrada en Río en 1992 se puso en marcha un proceso de cooperación internacional con el fin de proteger los bosques tropicales de Brasil y de demarcar los límites de los territorios indígenas. De esta manera, en aquel entonces, la UE contribuyó a la protección efectiva de decenas de millones de hectáreas de bosque y también de sus habitantes.
El acuerdo UE-Mercosur refuerza las políticas extractivistas, incluida la política particularmente descarada, destructiva y antiindígena del presidente brasileño Jair Bolsonaro, el cual ha sido denunciado por el cacique Raoni frente a la Corte Penal Internacional por crímenes de lesa humanidad y ecocidio. Este acuerdo lejos de completar los avances de Río 92, nos llevará en el mejor de los casos al punto de partida de aquella época, y en el peor de los casos nos alejará aún más del cumplimiento del Acuerdo de París y de sus objetivos.
¿Podemos comerciar decente y, «libremente», con el Brasil de Jair Bolsonaro? En 2020, se destruyeron 11.088 km² de selva amazónica (según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales). El año anterior, fueron asesinados 7 líderes indígenas y se contabilizaron en total 1120 casos de violencia contra el patrimonio de los pueblos indígenas. El gobierno brasileño pretende revertir la demarcación de las tierras indígenas, casi un tercio de ésta se llevó a cabo con la participación de la UE; también quiere autorizar la realización de actividades industriales y agrícolas en estos territorios casi vírgenes, violando la Constitución y los acuerdos de cooperación anteriores. El expolio de las áreas protegidas incrementó durante la crisis sanitaria de la COVID-19, ya muy mortífera para las poblaciones indígenas. El presidente Jair Bolsonaro está acusado de aprovechar esta crisis para perjudicar deliberadamente a los Guardianes de la Amazonía.
Ante esta situación, el silencio de Europa y del resto del mundo es insoportable
¿Ha olvidado la UE que los pueblos indígenas desempeñan un papel fundamental en la restauración y preservación de la selva amazónica y también de otros bosques primarios y áreas naturales del planeta, que desde hace 30 años se admite que el reconocimiento de sus derechos es esencial para la preservación de los entornos que protegen? ¿Que la demarcación de las tierras indígenas, un derecho constitucional, es la forma más eficaz de luchar contra la deforestación? ¿Que los países del G7 y la UE lo saben tan bien que han invertido a lo largo de 15 años, a través de un programa de cooperación internacional, el PPG7, casi 500 millones de dólares para proteger los bosques tropicales de Brasil y, en particular, para llevar a cabo un importante número de demarcaciones de tierras indígenas?
Hoy, ¿qué queda de él? Nuestros dirigentes, bajo los efectos dopantes del comercio internacional y del libre comercio, sufren amnesia colectiva. Renuncia tras renuncia, han empujado a los pueblos indígenas a las garras de Jair Bolsonaro. Pero al abandonarlos a su suerte, también están traicionando a los ciudadanos de todo el mundo. Estos mismos ciudadanos se manifiestan ahora en toda Europa para pedir la protección inmediata de los Guardianes de la Amazonía y de los territorios indígenas y, más ampliamente, un rápido cambio de paradigma. El próximo Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN, que se celebrará en septiembre en Marsella para definir un nuevo modelo de conservación global, no podrá aportar soluciones adecuadas si no se incluye a los pueblos indígenas en el proceso de toma de decisiones. ¡No bastará con fingir que se les escucha!
Mientras que cada vez son más las voces que reclaman que la selva amazónica sea reconocida como un santuario gestionado por los pueblos indígenas, percibimos el acuerdo UE-Mercosur como un corte de mangas hecho a la juventud movilizada por el clima y a las futuras generaciones, a quienes los países reunidos en Río 92 se han comprometido a proteger. Muchos otros acuerdos del mismo tipo, igual de peligrosos, están en preparación. Hay que terminar con esta visión predadora del desarrollo y pasar del libre comercio al comercio justo.
Para contrarrestar esta amenaza, y las que se multiplican cada día contra la Amazonía, sus tierras indígenas y sus poblaciones tradicionales, debemos imaginar una nueva forma de cooperación internacional. Los pueblos indígenas y los ciudadanos europeos, juntos, quieren formar parte de esto con el fin de establecer un diálogo permanente con los parlamentarios que son sensibles a sus preocupaciones para trabajar junto a ellos.
Por lo tanto, ante el silencio de Europa y de sus dirigentes sobre estos temas cruciales y en respuesta a la petición de los Guardianes de la Amazonía, pedimos:
– La creación de una coalición de parlamentarios europeos, pueblos indígenas y la sociedad civil para que juntos garanticen la protección de la Amazonía y de sus pueblos,
– El abandono inmediato y definitivo del acuerdo comercial UE-Mercosur,
– La congelación de las importaciones de productos y recursos relacionados con la deforestación,
– El control estricto de las empresas europeas responsables de la destrucción de los ecosistemas naturales y del no respeto de los derechos humanos,
– Brindar un apoyo masivo a la denuncia contra el presidente brasileño Jair Bolsonaro por crímenes de lesa humanidad, presentada ante la Corte Penal Internacional por el cacique Raoni, con la colaboración de varios líderes indígenas y personalidades.
Esta petición es una iniciativa de los pueblos indígenas de la Amazonía y de la juventud europea comprometida en la acción climática, está dirigida a todos los jefes de Estado y parlamentarios de la Unión Europea, con la esperanza de que este movimiento despierte la conciencia de la comunidad internacional porque el destino de la Amazonía y de sus comunidades nos concierne a todos.
Fuente: América Latina Mejor sin TLC