Semillas nativas y criollas en manos campesinas: la siembra de Carlos Vicente
Este año nos tocó despedir a Carlos A. Vicente. Hoy, 31 de octubre, cumpliría 65 años. Fundador de Acción por la Biodiversidad, miembro de GRAIN y farmacéutico de profesión, fue un creador de múltiples redes para abordar la defensa de la biodiversidad a nivel latinoamericano. Una de ellas es este sitio web. Cultivador y reproductor de variedades de cuanto lugar conociera, socializador de los usos medicinales de las plantas, comunicador y docente sobre las amenazas corporativas de las semillas y, por sobretodo, la persona que daba los mejores abrazos. Qué mejor celebración de su camino, su vida y sus enseñanzas que compartir con ustedes algunos de los intercambios que se llevaron a cabo en la edición del curso “Semillas: ¿bien común o propiedad corporativa?”, en donde lo tuvimos como docente.
Quienes tuvieron la dicha de conocer a Carlos saben que una de sus pasiones, entre muchas, era la defensa de las semillas nativas y criollas. Quiero contarles que Carlos tenía decenas y decenas de platitos llenos de semillas dando vueltas por su casa. Variedades que traía de los lugares que conocía, semillas que algún sabio o sabia le había regalado y desafiado a adaptar a las condiciones de Marcos Paz, donde vivía.
No solo se encargaba de seleccionar, cuidar, multiplicar y sembrar las semillas que iba consiguiendo, sino que también había asumido como tarea difundir la importancia de su defensa ante el avance corporativo. Todavía escucho su voz diciendo en las actividades públicas, en las radios, en los videos que grababa para las clases: quien controla las semillas, controla lo que comemos y el precio de nuestros alimentos. Por eso, informarnos y defenderlas de su privatización no es solo una tarea de quienes cultivan la tierra, sino de todos y todas.
En ese sentido, durante el 2020 y el 2021 Carlos ofreció el curso virtual “Semillas: ¿bien común o propiedad corporativa?” a miembros de organizaciones campesinas, familias productoras y técnicxs de varios países de América Latina por la plataforma virtual del Instituto Superior La Fuente. La edición del curso del 2020 contó con más de 100 participantes y la del 2021, con más de 250.
En la primera clase daba la bienvenida desarrollando la problemática de la pérdida de biodiversidad. El 75% de las semillas agrícolas, históricamente generadas por los pueblos, se han perdido como consecuencia de la aplicación de los Derechos de Propiedad Intelectual sobre las semillas, su modificación genética, la concentración corporativa del comercio de las mismas o la expulsión de campesinas y campesinos de sus territorios.
Pero, ¿qué tienen que ver los Derechos de Propiedad Intelectual con las semillas?
A partir de 1960, con la instauración de la “Revolución Verde”, las corporaciones buscaron la forma de aumentar su control sobre las semillas; para ello, crearon un tipo particular de figura legal llamada “derechos de obtentor”. Así, como una canción posee derechos de autor, que le otorgan al creador derechos exclusivos sobre la utilización de su obra por un plazo determinado, para las semillas agrícolas se utilizó el concepto de “variedad mejorada” para otorgar derechos a su “creador/propietario”. Lo insólito, decía Carlos, es que las semillas son producto de la historia de los pueblos y cualquier “mejoramiento” parte de una semilla que ha tenido miles de años de adaptación, diversificación y cuidado. Por lo tanto, cualquier monopolio sobre ellas implica la apropiación y robo de un conocimiento colectivo generado durante miles de años. Las leyes de semillas nacionales son, entonces, el andamiaje legal para que las empresas y los centros de investigación puedan apropiarlas.
Las miles de semillas, producto del trabajo de los pueblos, tienen como características comunes que son diversas (es decir, que son producto de un proceso que generó nuevas variedades), son variables (esto significa que las semillas han ido evolucionando con los pueblos, sus necesidades, sus migraciones y con los cambios que ha sufrido el clima a lo largo de los años) y, fundamentalmente, son fruto de un proceso colectivo, donde los intercambios de conocimientos, cuidado y multiplicación han permitido que las semillas viajaran de la mano de los pueblos a lo largo y ancho del mundo, para que hoy podamos gozar de la diversidad agrícola que nos alimenta.
Lejos de ser un exposición de derrotas, los módulos del curso se llenaban de relatos de productoras, de familias campesinas, de miembros de organizaciones, de personas sensibilizadas en la ciudades que comprenden las distintas problemáticas con las que nos encontramos y las posibilidades que existen para fortalecer las luchas contra las leyes de semillas y el uso de transgénicos, además de impulsar la multiplicación y el intercambio en ferias. “Las luchas políticas que se están dando tienen sus raíces en la necesaria defensa de las semillas en los territorios, en el seguir sembrando, compartiendo, investigando, diversificando, guardando e intercambiando semillas”. Hoy, en su cumpleaños, estos intercambios de experiencias, de saberes y de deseos vuelven a germinar.
En ese sentido, hicimos esta selección de intervenciones en los foros de los cursos que, lejos de representar la multiplicidad de experiencias en cada rincón de nuestra América, refleja el compromiso político colectivo por la construcción de un modelo de producción que permita una vida digna en los territorios, revalorizando los conocimientos campesinos y de los pueblos indígenas, produciendo alimentos saludables y accesibles.
Myriam Salazar, desde Palmira (Colombia), nos compartió: “Las semillas deben ser defendidas como patrimonio de los pueblos y se debe ejercer presión social hacia este reconocimiento por parte del Estado. Enseñar a nuestras generaciones futuras su defensa, su conocimiento-saber asociado en cada semilla y recuperar nuestra cultura alimentaria [...] Es una obligación fortalecer y acompañar a nuestros campesinos a conservar, cuidar y mantener nuestra riqueza en biodiversidad y reconocer que estos campesinos son los verdaderos custodios de esta biodiversidad. Las semillas son de los pueblos y, por lo tanto, deben estar y mantenerse en las fincas, chacras, conucos de nuestros agricultores, como sus custodios y guardianes”.
Guillermo Ortega, de Asunción (Paraguay), sumó un elemento central para la defensa de las semillas, como es la tierra: “La semilla es fundamental para la vida, pero si no tiene donde germinar, de nada sirve resguardar. Necesita de tierra, -roja, negra-, que está en manos privadas, de las corporaciones transnacionales, que se apropian de las mejores tierras en el continente [...] Ahora, más que nunca, hay que levantar la bandera por una lucha continental, por la reconquista de la tierra, por tener un pedazo para sembrar la semilla de la esperanza”.
Bárbara Passerini, de Rosario (Argentina), complementó: “Uno de mis compromisos es bregar por el fortalecimiento de una ciencia digna, al servicio de los intereses del pueblo, con enfoque de derechos humanos y no al servicio del capital. Instalar en cada uno de nuestros espacios de trabajo el debate por la soberanía alimentaria. Instalarlo también en los ámbitos académicos, particularmente en aquellos en los que aún es necesario vencer ciertos prejuicios y terminar con el monopolio de ciertos discursos funcionales al modelo extractivista”.
Jair Steven Naranjo Triviño, de Fusagasugá (Colombia), finalizó las intervenciones del foro con estas hermosas palabras: “Es necesario informar, intercambiar las voces de cada territorio, compartir las siembras (así sea por la virtualidad) y darnos alientos en esta lucha por un pilar de la vida, la semilla nativa y criolla. Inspirarnos en la tenacidad de la semilla y de quienes la conservan, la conservamos, para seguir la siembra hasta que el sol se apague”.
Hasta que el sol se apague, eligió decir Jair Steven en su intervención y así será, ya que si las semillas están en manos de quienes producen los alimentos y no en manos de las corporaciones, tenemos la garantía de tener un futuro sin hambre.
Carlos, debo decir que nos dejaste un hermoso regalo, sentirnos parte de un entramado de propuestas y resistencia por defenderlas. Y así como vos guardabas tus semillas con mucho compromiso, las volvías a sembrar año tras año y las multiplicabas, estos intercambios se hacen presentes para celebrar tu vida.
Carolina Acevedo - Acción por la Biodiversidad, octubre de 2022