Cuaderno "UPOV: el gran robo de las semillas. Por eso debemos defenderlas"
Como todo mundo sabe, sin las semillas no sería posible la agricultura ni todo lo que nos brinda. Hace miles de años que los pueblos del mundo entero lo comprenden. Proteger las semillas y brindar acceso a ellas es un entendimiento fundamental de la gente más allá de culturas, ideologías, religiones y visiones de mundo.
La noción de que la semilla debe circular libremente es tan profunda que todos los sistemas nacionales de semillas vigentes hasta 1960 se construyeron con la premisa de que las semillas almacenadas estaban a disposición de quien las pidiese. Libre acceso y libre custodia, uso e intercambio de las semillas se hicieron así pilares centrales de las identidades culturales, de la expansión de la agricultura en el mundo y de la capacidad de los pueblos para garantizar su alimentación, su medicina, su vestimenta y su vivienda. Hasta no más de cincuenta o sesenta años atrás, cualquier intento por restringir alguna de estas libertades habría sido considerada un absurdo, una agresión inaceptable, un quiebre de las normas básicas de la convivencia civilizada.
Pero en 1961, se hizo visible una organización intergubernamental con apenas 6 países miembros y con sede en Ginebra, Suiza —la Unión Internacional para la Protección de Obtenciones Vegetales (UPOV)—, que emitió un documento sobre la supuesta “protección de las obtenciones”, que en realidad era un primer intento de privatización de las semillas de variedades de cultivos. El documento era la versión inicial de lo que hoy conocemos como el Convenio UPOV; en éste, un pequeño grupo de grandes productores a nivel internacional —mayormente corporaciones— se adjudicó a sí mismo la prerrogativa de facilitar la apropiación de las semillas, excluyendo la posibilidad de que el resto de personas y comunidades las utilizaran libremente, pese a que su vida está entretejida en la agricultura y son quienes las domesticaron y las legaron a la humanidad.
Desde entonces, UPOV trabaja exclusiva y explícitamente por la privatización de las semillas en todo el mundo, imponiendo estos derechos de propiedad intelectual sobre las variedades vegetales y monopolizando las mismas por parte de las corporaciones. A dicho mecanismo de privatización la UPOV le llama “derechos de obtentor”.
UPOV es la expresión máxima de la guerra contra el campesinado, y resistir implica que la gente guarde, intercambie y multiplique sus semillas por sus canales de confianza y responsabilidad.
Los textos redactados por los burócratas de la UPOV y los representantes de la industria remachan un fondo argumental y jurídico en todas las regulaciones y normas afines relativas a semillas o “variedades vegetales”, con un guion único: erradicar, erosionar o deshabilitar la agricultura independiente para someterla a los arbitrios de los grandes agricultores y las corporaciones de semillas e insumos. Las compañías consideran a la agricultura independiente una competencia no deseada. Por eso le criminalizan a las comunidades campesinas sus saberes, técnicas y prácticas.
Campesinas y campesinos del mundo están entendiendo lo que está en juego. Las grandes compañías y los poderosos gobiernos que apoyan aberraciones como UPOV, aun con todo su poder, no la tienen fácil.
La resistencia popular surge por doquier. Debemos fortalecer estas luchas.
Agradecemos a Pan para Todos por hacer posible estos cuadernos, cuya investigación realizaron el Grupo Semillas, la Red de Coordinación en Biodiversidad y GRAIN para el Colectivo de Semillas y la Alianza Biodiversidad.
Animación - UPOV: el gran robo de las semillas
- Para descargar el cuaderno que explica con más detalle de qué estamos hablando (PDF), haga clic en el siguiente enlace:
Fuente: GRAIN