El brócoli y el tomate, ¿propiedad de transnacionales?
En su última instancia, la Oficina Europea de Patentes decide si ciertos tipos de brócoli y tomate quedan como propiedad de empresas o gobiernos
Lo que se determine afectará a productores agrícolas de todo el mundo. No se trata de un caso clásico de manipulación genética. Sin embargo, ha desatado una resistencia masiva por las implicaciones que puede tener en toda Europa y, por extensión, en otras partes del mundo.
En el centro de la atención está la Gran Cámara de Apelaciones de la Oficina Europea de Patentes (OEP), cuya sede se encuentra en la ciudad alemana de Múnich. Hasta ahí han llegado este martes (20.07.2010) cientos de activistas de 300 organizaciones, y además, representantes de empresas europeas que se enfrentan en el organismo de tercera instancia en quejas relacionadas con el otorgamiento de patentes.
¿Legumbres privatizadas?
Aderezan este caso dos legumbres: el brócoli y el tomate. En especial, el plato fuerte de este proceso son las especies de ambas verduras implicadas en la patente EP1069819. La Sociedad para el Medio Ambiente y la Educación Social, con sede en Hamburgo, relata que "en 2002, la OEP otorgó una patente a la compañía británica Plant Bioscience sobre un método para aumentar un compuesto específico de la especie Brassica, es decir, brócoli, mediante métodos de mejora genética convencionales."
El compuesto en cuestión es el de los glucosinolatos, que por una parte dan su sabor característico al brócoli, y por otra, contienen sustancias que supuestamente ayudan a prevenir el cáncer.
Plant Bioscience utilizó procesos de mejoramiento genético para localizar y aumentar la proporción de tal compuesto, sin manipular los genes de la legumbre. Luego, la empresa acudió a la OEP para patentar cualquier tipo de brócoli que presente glucosilonatos de sobra, haya surgido o no del mismo método.
Bildunterschrift: Un brócoli, en el centro de saludable y austero aperitivo.
Un caso similar es el del llamado "tomate arrugado", cuyo contenido de agua es menor que el de un tomate normal. El Ministerio de Agricultura de Israel recibió en el año 2000 la patente correspondiente, la EP 1211926.
La batalla legal
Los otorgamientos relacionados con el brócoli y el tomate fueron impugnados. Los inconformes argumentan que en ambos casos se trata de "procesos esencialmente biológicos" y, por tanto, sujetos a prohibición de ser patentados.
En cambio, Plant Bioscience dice que en el caso del brócoli fue un procedimiento "técnico": el uso de los llamados "marcadores" para ubicar las sustancias que presuntamente ayudan a prevenir el cáncer fue tan sólo un complemento, según la empresa.
Son muchos los que piensan distinto. Las 300 organizaciones ambientalistas, sociales y eclesiásticas presentes hoy en Múnich se oponen a que se confirme el otorgamiento de tales patentes. Si no se prohíbe las patentes al brócoli y "tomate arrugado", "se abrirán las puertas para que unos cuantos consorcios controlen todo el proceso de producción alimentaria, con un aumento de precios para productores y consumidores", dijo Christoph Then, especialista de Greenpeace, a agencias informativas. Y es que en las oficinas de la OEP yacen ya más de 1.000 solicitudes para nuevas patentes relacionadas con productos alimenticios.
Alemania se opone
Pero no sólo la sociedad civil cuestiona a la Oficina Europea de Patentes. Los gobiernos de Alemania y los Países Bajos también se oponen a que especies animales y vegetales queden bajo patente en poder de empresas o ministerios.
La fracción cristianodemócrata y cristianosocial en el Bundestag afirmó que "los productores agrarios deben seguir contando con acceso total al espectro de nuestros recursos biológicos", dicen los parlamentarios conservadores alemanes en un documento dado a conocer hoy.Bildunterschrift: Großansicht des Bildes mit der Bildunterschrift: Se dice que los glucosinolatos del brócoli ayudan a prevenir el cáncer.
"Nos parece equivocado que determinadas empresas -como en el caso actual del brócoli- utilicen la solicitud de una patente como medio para apropiarse de especies de semillas de brócoli, o de la legumbre misma", agregan.
El problema de la OEP
Pero todo esto podría constituir apenas el aperitivo de "platillos" mucho más "indigestos". Hay quienes piensan que el verdadero problema no son las empresas ni la tecnología, sino la propia OEP. "Una institución que se regula a sí misma y que depende las cuotas derivadas de las patentes otorgará éstas, incluso en caso de duda. Desde hace más de diez años, Greenpeace y otras organizaciones han denunciado las escandalosas patentes concedidas por la OEP", señala Friedrich Wilhelm Graefe zu Baringdorf, presidente de la Comunidad de Agricultores en Alemania.
"La OEP se enfrentará en los próximos meses a una difícil tarea. De la decisión en los casos del brócoli y el tomate dependerá cuán lejos debe llegar el cuidado que ofrece una patente relacionada con plantas y animales. Las patentes son útiles mientras protegen una innovación técnica, pero no son una receta para proteger sustancias que la naturaleza nos ofrece", termina el especialista.
Editor: José Ospina Valencia
Enrique López Magallón
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