El negocio del hambre
"La alimentación es un derecho humano fundamental, sin el derecho a la alimentación es imposible pensar en que se puedan garantizar los demás derechos humanos. El derecho a alimentarse está directamente relacionado con el derecho al acceso a la tierra y a la soberanía alimentaria de los pueblos."
Prólogo de la edición colombiana
La alimentación es un derecho humano fundamental, sin el derecho a la alimentación es imposible pensar en que se puedan garantizar los demás derechos humanos. El derecho a alimentarse está directamente relacionado con el derecho al acceso a la tierra y a la soberanía alimentaria de los pueblos.
El hambre es por lo tanto una violación sistemática a un derecho que debería ser garantizado por los Estados y la comunidad internacional a sus pueblos. Haber convertido los alimentos en un negocio y especular con ellos, imponer al mundo un modo de producción hegemónico, condicionar modelos de “desarrollo” basados en la exclusión y en las desigualdades regionales y de clase e imponer la dependencia alimentaria mediante tratados de libre comercio, nos da a entender que el hambre claramente también se planifica.
Aproximadamente mil millones de personas en el mundo pasan hambre o no comen lo suficiente para vivir de manera saludable. Esto significa que una de cada siete personas en la tierra se acuesta a dormir todas las noches con hambre. Aunque el número de personas que padecen hambre ha aumentado respecto a la cuantía de la población mundial, el hambre ha disminuido de un 37 por ciento de la población en el año 1969 a casi un 16 por ciento de la población en 2012.
Más de la mitad de las personas con hambre en el mundo -unas 578 millones de personas- viven en Asia y la región del Pacífico. África representa un poco más de una cuarta parte de la población con hambre del planeta. Cada año muere más gente por el hambre que por otras causas como el SIDA, la malaria y la tuberculosis combinadas. Un tercio de las muertes en niños menores de cinco años en países en desarrollo están relacionadas con la desnutrición.
Los primeros 1.000 días de la vida de un niño, desde el embarazo hasta los dos años, son el momento crítico para evitar la desnutrición. Una dieta adecuada durante este período puede prevenir el retraso en el crecimiento físico y mental que causa la desnutrición. Tan sólo cuesta 25 centavos de dólar al día proveerle a un niño todas las vitaminas y los nutrientes necesarios para que crezca saludable.
A menudo las madres desnutridas dan a luz a bebés con bajo peso, quienes a su vez tienen un 20 por ciento más de probabilidades de morir antes de cumplir los cinco años. Cada año nacen casi 17 millones de niños con bajo peso.
Para el 2050, el cambio climático provocará que unos 24 millones de niños más padezcan hambre. Casi la mitad de estos niños viven en el África subsahariana.
El hambre es el problema más fácil de solucionar que enfrenta el mundo hoy en día. Sin embargo no se soluciona, la acumulación capitalista genera explotación y desigualdades, conflictos, guerras, que finalmente se traducen en hambre.
Se estima que haría falta una inversión de 44 mil millones de dólares anuales para erradicar el hambre en el mundo. Los estados gastan más de 30 veces esa cifra en armamento (1.340 mil millones de dólares). Por lo menos 60 mil millones de dólares es lo que, aproximadamente, costaron los juegos olímpicos de Pekín y Londres juntos.
Se dice que lo único que hace falta para erradicar el hambre es voluntad política. Hace falta realmente un nuevo orden económico, social y político mundial que garantice el acceso a la tierra del campesinado, un modelo basado en la soberanía alimentaria, redistributivo, solidario, con mercados locales, orgánico, frugal, una renovada relación con la naturaleza que rescate al mundo de la voracidad de los negocios, de la especulación, la usura, la guerra y el hambre.
Fuente: Agencia Prensa Rural