Carta desde varios rincones de un planeta herido en solidaridad con los pueblos indígenas de México
Tan sólo en los últimos días, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador hay una nueva ola de agresiones en contra de los pueblos indígenas y de uso del poder del Estado para favorecer los intereses del mercado, como lo denunciaron en un comunicado conjunto del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Estamos en un planeta lastimado y agotado por la lógica extractivista y de mercantilización de todo lo que permite que en él exista vida. En el mundo existen también muchas luchas por detener esa inercia autodestructiva, por tratar de proteger la tierra, el aire, el agua y por resistir los incesantes ataques de quienes sólo saben aspirar al dinero que se gana de la destrucción. Entre esas luchas, la de los pueblos indígenas de México ha sido incansable e inspiradora ante la guerra permanente que virreyes y presidentes han desatado en su contra.
Tan sólo en los últimos días, bajo la administración de Andrés Manuel López Obrador, hay una nueva ola de agresiones en contra de los pueblos indígenas y de uso del poder del Estado para favorecer los intereses del mercado, como lo denunciaron en un comunicado conjunto del Congreso Nacional Indígena y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional .
Hay un incremento constante en los ataques paramilitares en contra de las comunidades zapatistas y una agudización de la violencia en Chiapas bajo la mirada silenciosa del gobierno mexicano. A la par, el Tren “maya” continúa su construcción destruyendo todo a su paso y los programas como “sembrando vida” buscan fracturar a las comunidades y erosionar todas las tradicionales formas de sembrar y de alimentarse.
En el Istmo de Tehuantepec crece la militarización y el despojo de tierras comunitarias para asegurar el avance del Corredor Multimodal Interoceánico.
En el estado de Guerrero, el gobierno se mantiene indiferente ante la creciente violencia narco-paramilitar en contra de las comunidades indígenas que se oponen a proyectos extractivos.
En el estado de Morelos asesinan a Francisco Vázquez, defensor del agua ante la amenaza que representa la planta termoeléctrica de Huexca.
En el estado de Puebla, la Altepelmecalli (Casa de los Pueblos), que se había creado para evitar que el saqueo de agua de la empresa Bonafont siguiera dejando en la sequía a por lo menos veinte comunidades, es desalojada para permitir que la subsidiaria de Danone continúe su acción depredadora.
En la Ciudad de México, la comunidad Otomí que tras años de ser tratada con engaños convirtió las instalaciones del Instituto Nacional para los Pueblos Indígenas en la Casa de los Pueblos “Samir Flores” es tratada con promesas de diálogo que se acompañan de una constante criminalización por parte del gobierno federal.
Los estudiantes de las escuelas normales de Ayotzinapa, Tiripetío y Mactumatzá son reprimidos por la Guardia Nacional y el presidente López Obrador estigmatiza a los estudiantes insinuando que tienen vínculos con el crimen organizado.
Desde nuestros rincones en éste mundo agonizante exigimos un alto a ésta agresión permanente en contra de quienes están luchando y resistiendo, y que desde esos rincones olvidados están protegiendo el presente y el porvenir de todo el planeta.
El desprecio brutal por los derechos de todas las personas nos dice que debemos fortalecer nuestro apoyo a los perseguidos y al mismo tiempo condenar a sus perseguidores.
Fuente: Enlace Zapatista