Informe “Planeta vivo 2006”: La humanidad insostenible
El informe “Planeta vivo 2006”, lo publicó ayer la organización WWF Internacional con el objetivo de informarnos sobre el estado de los ecosistemas del planeta. Es noticia y con razón: nos advierte de que si la humanidad sigue consumiendo recursos naturales al ritmo actual en el año 2050 necesitaremos lo equivalente a dos veces la capacidad biológica del planeta
Marina Forti escribe sobre Living Planet 2006, el informe del WWF sobre el estado de los ecosistemas, presentado ayer en China. La vida natural está en rápido declive. Los humanos consumimos más recursos de los que la Tierra consigue regenerar: es nuestra “huella ecológica”.
El informe “Planeta vivo 2006” se ha convertido en noticia.
Lo publicó ayer, como cada dos años, la organización WWF Internacional con el objetivo de informarnos sobre el estado de los ecosistemas del planeta. Es noticia y con razón: nos advierte de que si la humanidad sigue consumiendo recursos naturales al ritmo actual en el año 2050 necesitaremos lo equivalente a dos veces la capacidad biológica del planeta. Resumiendo: si seguimos así vamos directos al colapso. Incluso está bastante cercano.
“Planeta vivo” es el resultado de dos años de estudio sobre los datos de 2003. Describe el estado de nuestra biodiversidad, el conjunto de seres vivos que habitamos el planeta, y la presión que ejercemos los humanos sobre la biosfera. Con estos objetivos emplea dos indicadores: el primero ha sido bautizado como “índice del planeta vivo” (Living Planet Index) y mide las tendencias de la vida en el planeta. De forma más precisa observa la evolución de 1.313 especies de vertebrados (peces, anfibios, reptiles, aves, mamíferos) de todo el mundo. Solo son una parte del total de especies vivas del planeta, pero las tendencias observables en esta población son indicativas del estado de la biodiversidad en su conjunto. ¿Qué se ha observado? Entre los años 1970 i el 2003 la población de vertebrados se ha reducido en un tercio: estamos degradando los ecosistemas naturales a un ritmo que no tiene precedentes en la historia de la humanidad.
El otro índice es la “huella ecológica” (Ecological Footprint). Es un término habitual entre ecologistas y ambientalistas, pero menos conocido para el público en general y totalmente desconocido para los que toman las decisiones públicas. La “huella ecológica” mide la demanda de tierra y agua biológicamente productiva necesaria a los humanos para producir aquello que consumen. Es decir: la tierra cultivable, los pastos, las selvas, los bancos de pesca necesarios para producir comida, fibra y madera que consumimos más el territorio necesario para absorber los deshechos que producimos incluyendo los generados por el consumo de energía (como el Co2 que genera el efecto invernadro y modifica el clima) y el territorio que ocupamos con nuestras infraestructuras. El consumo de agua dulce no está incluido ya que el informe le dedica un capítulo específico.
Aquí los resultados siguen siendo poco halagüeños. En el año 2003 la huella ecológica global de la humanidad era de 14,1 billones de hectáreas globales, es decir hectáreas biológicamente productivas, con capacidad media de producir y absorber recursos. Esto arroja unos resultados de 2,2 hectáreas globales por persona.
Pero la biocapacidad total era de 11,2 hectáreas globales, iguales a 1,8 hectáreas per capita. Resumiendo: excedemos la biocapacidad del planeta. Lo hacemos desde mitades de los años ’80. Nuestra demanda ya excede la oferta en un 25%. Es la “deuda ecológica”.
Si observamos la situación en función de áreas mundiales nos encontramos con el desequilibrio de siempre. Las huellas ecológicas más determinantes son las de los Emiratos Árabes Unidos y los Estados Unidos. Por el contrario, la más baja en absoluto es la de Afganistán. Todos los países industrializados están muy por encima de la media mundial. India está por debajo. China está cercana a la mitad, poco por debajo de la media, inmersa en un rápido crecimiento económico que determinará en gran medida el uso más o menos sostenible de nuestros recursos en los próximos decenios. Ésta es la razón por la que WWF internacional decidió presentar su informe justamente en Pequín.
Italia tiene una huella ecológica per cápita de 4,2 hectáreas globales, con un déficit ecológico de 3,1 hectáreas per capita respecto a nuestra biocapacidad. Y esto nos coloca en la 29ena posición del ranking mundial.
Escuchando todo esto resulta fácil recordar que a lo largo de toda la fase de desarrollo industrial del mundo se ha discutido, mucho, sobre los límites de los recursos naturales como freno al desarrollo. Básicamente se ha hablado de petróleo y de todas las fuentes energéticas no renovables. Pero ahora resulta que antes de que acabemos con las materias primeras naturales, ya estamos superando la capacidad de la tierra de absorber nuestros deshechos y regenerarse. La humanidad transforma los recursos naturales en deshechos mucho más a prisa de la capacidad de la naturaleza de volver a transformar los deshechos en recursos.
¿Nos enfrentamos a la catástrofe? Sí. Si no invertimos el rumbo de nuestro desarrollo: sí. Sí. El WWF lanza varias hipótesis sobre escenarios futuros. Dice que todavía es posible realizar una transición a una situación sostenible.
Pero esto implica tomar decisiones de inmediato, porque las decisiones de hoy están hipotecando nuestro futuro. Y aquí es donde surge la principal preocupación: los dirigentes mundiales nos están demostrando que no han comprendido la urgencia del problema.
Marina Fronti es una analista especializada en temas y problemas medioambientales que escribe regularmente en el cotidiano comunista italiano Il Manifesto.