La especulación con los alimentos es tan vieja como la propia agricultura, pero su atractivo como instrumento de lucro se disparó en la década pasada al descubrirse como una oportunidad de inversión única. La rentabilidad está asegurada porque la demanda mundial, en línea con la aumento de la población y el mayor poder adquisitivo de los países emergentes, garantiza su crecimiento de forma consistente.