Argentina: La ciudad de Buenos Aires: irresponsable cabecera de la sexta cuenca hidrográfica del mundo
"Por el frente de la ciudad de Buenos Aires desfilan literalmente porciones de puna árida, monte chaqueño, selva de montaña y tropical, tierras de múltiples colores y consistencias. Buenos Aires está sobre la sexta cuenca más grande del mundo[1], y la tercera reserva de agua dulce del mundo (los 40-45 mil km3 del Acuífero Guaraní)."
Diego Domínguez, 1/8/2009, 1ª Sección, Delta de Tigre.
La ciudad de Buenos Aires (capital y gran Buenos Aires) es parte de la cuenca hidrográfica del Plata, con más de 20 millones de habitantes. Más precisamente está en su desembocadura, que drena las aguas de importantes ríos de América del Sur, como el Pilcomayo, Bermejo, Paraguay, Uruguay, Paraná, entre decenas de otros más pequeños en comparación, trayendo en su recorrido aportes del Pantanal del Mato Grosso, y de la pre-cordillera de los Andes. Por el frente de la ciudad de Buenos Aires desfilan literalmente porciones de puna árida, monte chaqueño, selva de montaña y tropical, tierras de múltiples colores y consistencias. Buenos Aires está sobre la sexta cuenca más grande del mundo[1], y la tercera reserva de agua dulce del mundo (los 40-45 mil km3 del Acuífero Guaraní)[2].
En este escenario llama la atención el tipo de vínculo que ha construido esta ciudad con su entorno, con su espacio inmediato, que roza el desprecio o al menos el desinterés. Sobre el Río de la Plata y sus barrosas orillas ha avanzado Buenos Aires en forma permanente, “ganádole tierra al río”.Y si hoy existen pequeños rincones “naturales” como la reserva “Ribera Norte”[3] o la “Reserva Ecológica Costanera Sur”[4], es por accidente o azar. A su vez, el Delta del Paraná, históricamente fue sufriendo la sustitución de su flora y fauna original, en pos de una reconversión “paisajística”, de la que gozaron personajes en un amplio espectro político que va desde Faustino Sarmiento hasta Haroldo Conti.
O sea, el tipo de relación, que la ciudad de Buenos Aires insistió en producir sobre su entorno, no se presenta como novedosa para la megalópolis portuaria. No obstante, lo que sí se presenta como distintivo del proceso actual es que el redoble en el desconocimiento o no reconocimiento del Delta y del Río de la Plata, no había hasta el momento inhibido la gestación de formas de vida imbricadas con esos espacios. Por el contrario, de un modo u otro, y a pesar de las políticas de des-ruralización, consagradas por los distintos modelos de política pública del Estado argentino, el arraigo de familiares en las islas había sido una constante. Esto ya no es así, como si se tratara de una profecía auto-cumplida de las proyecciones “desarrollistas” e “industrialistas”, la vida de los isleños bonaerenses y entrerrianos ve amenazada su persistencia.
- Avance sojero-ganadero sobre las islas:
El Delta está dividido en secciones entre las dos provincias argentinas que lo contienen: Buenos Aires y Entre Ríos. Esto es importante pues el primer proceso a destacar es el avance de empresarios (medianos y grandes) que ingresan ganado mayor a las islas del norte (pegadas a Entre Ríos). Aquí se trata de ganado que sacan del continente pues ahora se destinan esas áreas al cultivo de soja mayormente. Este proceso trae aparejado dos cuestiones básicas: presión sobre el ecosistema y sobre las poblaciones isleñas. Para introducir ganado se secan las islas con distintos procedimientos (canalización, siembra de especies de árboles exóticas - como eucaliptos, etcétera.), destruyéndose la flora nativa. A las familias que viven de los juncos naturales, o del cultivo del mimbre, pequeñas chacras, apicultura, se las arrincona, o se las desaloja, argumentándose que no tienen papeles y que son intrusos. Buenos Aires pudo vivenciar algunos efectos de este proceso cuando en abril de 2008 la ciudad se cubrió de una espesa humareda proveniente de la gigantesca quema de pastizales en el Delta entrerriano.
- Avance de megaemprendimientos sobre las islas:
El Delta ha sufrido cambios intensos sobre todo desde los años ‘50, cuando se "agota" y cambia su perfil socioeconómico. Deja de ser un espacio productivo vinculado a la provisión de frutas y hortalizas[5] para Buenos Aires (y el país) y se vuelca al turismo y la recreación. Este rasgo, sobre todo en la primera sección se intensifica en los años ‘90. Actualmente proliferan emprendimientos y megaemprendimientos turísticos y de nuevos estilos de vida (cabañas, hoteles, playas, barrios cerrados, etcétera.). Esto ha provocado el desplazamientos de cientos de familias de los arroyos y ríos mas cotizados. El último episodio de este capítulo, que está ocurriendo en este preciso momento, es el desplazamiento de familias del Arroyo Anguilas por parte de quienes están detrás del megaemprendimiento Colony Park. En este caso, mediante amenazas de muerte y destrucción de viviendas, han ido desalojando a los habitantes. Algunas familias han decidido permanecer y han reconstruido sus casas, pero en estos meses, y por segunda vez, han visto quemadas o derribadas sus viviendas, con el robo de todas sus pertenencias (se trata de familias que han perdido TODO por segunda vez). A pesar de esto algunos siguen resistiendo, pero solicitan apoyo para sostener la posesión. Ninguno quiere abandonar su modo de vida, pero es difícil sostenerse allí, aislados y bajo riesgo. Incluso las obras ya realizadas por la empresa han producido la contaminación de las aguas que los isleños bebían, y a su vez cambios en el ecosistema afectando la pesca en la zona.
- Cambios productivos, disminución demanda laboral:
Los cambios socioeconómicos que ha vivido el Delta, pasaje de frutihorticultura al turismo y forestación empresarial, ha reducido la demanda de mano de obra. En algunas zonas se calcula (según estiman los habitantes) que la población se ha reducido desde los años ‘70 a esta parte, a un 10% de la existente anteriormente.. La explotación maderera, controlada por grandes empresarios no genera demanda de mano de obra intensiva. Y el turismo ha producido una concentración de población isleña en la primera sección. A esto se suma que el Estado no realiza acciones para apuntalar el arraigo: por ejemplo, el servicio de lancha colectiva se ha privatizado de forma drástica, y los precios inhiben su uso por parte de los isleños (a pesar de que es un servicio subsidiado por el Estado).
- Cooptación de las estrategias productivas de los isleños:
Muchas familias de isleños realizan changas en las islas (para casas de fin de semana o emprendimientos turísticos). Pero otro conjunto se dedica a la combinación de empleos extraprediales con la producción de junco o mimbre. Aquí también se subdivide el universo isleño. Por un lado, están quienes solo producen, luego quienes solo procesan y trabajan el mimbre y el junco, y quienes producen la materia prima y son también artesanos. Ha habido muchos intentos de generar espacios cooperativos en estas producciones, sin embargo ha habido una cooptación de las cooperativas de junqueros y mimbreros, monopolizando en manos de empresarios (acopiadores e intermediaros) el control de la comercialización en el “puerto de frutos”. Lo cierto es que las familias de junqueros y mimbreros no acceden directamente al mercado, o bien se han tornado “empleados” de los empresarios que usan la fachada de las cooperativas.
Es decir, en la actualidad se están desenvolviendo una serie de procesos en el Delta, que adicionados a cuestiones de larga data, están produciendo la expulsión casi irreversible de aquellos hombres y mujeres, “isleños” como se reconocen, y por ende la destrucción de sus formas de vida (especificas formas de realizar la agricultura, la pesca, las artesanías, el conocimiento, las tramas de solidaridad, etcétera). Con los mayores índices de contaminación, con la mayor presión inmobiliaria, con el mayor desinterés gubernamental por los ciudadanos, con la profundización del avance de la frontera agropecuaria de la mano de los agronegocios y el modelo de agricultura industrial, lo que se despedaza inexorablemente es la presencia de grupos humanos que seguían sosteniendo formas de ser y estar, de vivir, compatibles con la reproducción de los ecosistemas, como en este caso son los humedales y las riberas. Cuestión no menor si tenemos en cuenta –entre otras cosas- las funciones que cumplen los humedales y la flora y fauna costera para, por ejemplo, el aprovisionamiento de agua apta al consumo humano y el mejor vivir urbano de las poblaciones de Buenos Aires. No se trata de lamentaciones románticas, o neo-ludditas, como disparan los resignados o cínicos apologistas del “Progreso Indefinido”, pues estamos frente a escenarios que afectan directamente a inmensas masas de población desprevenida. A pesar de lo alarmante de los crecientes niveles de contaminación en las aguas que se consumen, se observa la ausencia de una población que se manifieste masivamente o que se considere a si misma como implicada en el asunto. De algún modo, el Delta es el “pequeño Amazonas” argentino que está siendo aniquilado mientras la ciudad de Buenos Aires contempla con un silencio cómplice que sin embargo tendrá que lamentar. Los isleños y ambientalistas podrán seguir resistiendo, aunque el destino ya este marcado, salvo que los modernos y urbanos porteños asuman al Delta y al Río de la Plata como un problema propio y actúen en consecuencia. No obstante, cabe destacar que ya se va gestando un sentido común que reconoce que en el Delta se está librando en forma silenciosa una disputa planetaria.
[1] 1º Río Amazonas (Sudamérica), 2º Río Congo (África), 3º Mar Caspio (Europa), 4º Río Nilo (África), 5º Río Misisipi (Norteamérica), 6º Río de la Plata (Sudamérica).
[2] “Los dos reservorios más grandes del mundo están situados en África. El primero abarca unos dos millones de km2 entre Egipto, Chad, Sudán y Libia y su volumen es de 75 mil millones de metros cúbicos de agua fósil. Le sigue el depósito al Norte del Sahara que alberga 60 mil millones de m3.” ( http://www.lanacion.com.py/noticias-258222.htm).
[3] “Ubicado en las márgenes del Río de la Plata, reúne una superficie de 10 hectáreas aproximadamente, dentro de las cuales se pueden encontrar 300 especies vegetales, siendo autóctonas un 85%, y 200 especies de aves de las cuales 55 nidifican en el refugio. Esta área protegida alberga dentro de su flora 6 comunidades vegetales: El Juncal, El Matorral Ribereño, El Sauzal, El Ceibal, El Pajonal y Vegetación Flotante. Un sendero artificial de 1.200 metros de longitud recorre los ambientes naturales mencionados. La Reserva Ecológica constituye una de las pocas posibilidades de conocer como era en sus comienzos la costa rioplatense..” (En pagina oficial del Municipio de San Isidro: Reserva Ecológica Municipal, “Ribera Norte”, http://www.sanisidro.gov.ar/). (Subrayado es nuestro)
[4] En la pagina del gobierno de la ciudad de Buenos Aires se reconstruye la historia de la formación de esta reserva que se inscribe paradójicamente en la dinámica fallida de la urbanización extrema: “Hacia fines de los años ’50 comenzó la decadencia del Balneario, las instalaciones se fueron deteriorando, muchas confiterías fueron demolidas y poco a poco comenzaron a aparecer carteles que prohibían el baño debido a la contaminación del río. A comienzos de la década del ’70 un nuevo proyecto se sumó a los ya existentes en la zona norte para ‘ganar’ tierras al río frente al antiguo Balneario Costanera Sur. El relleno comenzó en 1978, empleando un sistema similar al de los polders holandeses; se construyeron terraplenes perimetrales con escombros de las demoliciones realizadas para abrir el trazado de las autopistas urbanas.” ( http://www.buenosaires.gov.ar/). (Subrayado es nuestro)
[5]De esto se deriva la importancia del denominado “puerto de frutos” de Tigre, que recibía y comercializaba la producción familiar y empresarial proveniente de las islas. Hoy, este espacio ha devenido en un mercado abierto al turismo, en base a la venta básicamente de objetos de mimbre, junco y madera.