México: científicos piden rigor con solicitudes para siembra de maíz transgénico
La empresa Monsanto busca cultivar maíz transgénico en 3 millones de hectáreas, que incluyen regiones del altiplano y el Bajío, las cuales son ricas en biodiversidad de variedades criollas, advierten expertos del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), quienes demandan que las solicitudes de esa empresa para efectuar siembras experimentales sean rechazadas, debido a que son “incompletas, irrelevantes y engañosas”
Antonio Turrent Fernández, Ramón Garza García y Alejandro Espinosa Calderón, integrantes del INIFAP, mencionan en su participación escrita en la consulta pública sobre las solicitudes de siembra experimental que las 12 peticiones presentadas por Monsanto al Servicio Nacional de Sanidad e Inocuidad Agroalimentaria comprenden sólo sitios en el norte del país, pero esa empresa ya se prepara para extenderse hacia otras zonas donde existe diversidad de maíces y actividad en mejoramiento genético autóctono de 62 grupos étnicos y de pequeños productores mestizos.
Señalan que “queda al Estado mexicano dictar los límites geográficos a los planes corporativos de expansión de los consorcios multinacionales, y precisamente para regularlos y ajustarlos al interés superior del país es que la Ley General de Bioseguridad y Organismos GenéticamenteModificados prevé tres etapas de liberación del maíz transgénico, que son la experimental, la piloto y la comercial”.
La etapa actual es para conceder permisos de cultivo experimental, en que deben aplicarse medidas de bioseguridad como distancias mínimas aceptables a las siembras de maíz nativo, impedir la dispersión de origen transgénico vía semilla, incineración de residuos, control e inventario de la cosecha y transporte especializado.
Refieren que se ha omitido el estudio de factores sui generis de México, que inevitablemente incidirían en el escenario hipotético de escalamiento al nivel comercial que prevé la legislación, y entre los aspectos omitidos están que la biodiversidad nativa de las plagas del maíz en el país y de sus enemigos naturales es producto de su coevolución con el grano.
Tampoco se consideró que la biodiversidad de las plagas tiene implicaciones en el desarrollo de resistencias a la tecnología del maíz transgénico; la ubicación geográfica de los parientes silvestres de la gramínea, teocintle y tripsacum, en amplias áreas geográficas; la persistencia del mejoramiento genético autóctono que usa la vía “semilla-polen” para sus cruzamientos y la dispersión de alelos en sus poblaciones; y el valor de la diversidad genética del maíz nativo in vivo, insustituible por su versión conservada in situ o ex situ.
Destaca que entre 70 y 75 por ciento de la superficie dedicada al maíz en México –alrededor de 9 millones de hectáreas– se siembra con maíces nativos y hay 62 grupos étnicos y pequeños productores que continúan con la adaptación del grano a condiciones agroclimáticas específicas y a los diferentes usos, en un proceso continuo desde hace al menos 6 mil 250 años.