Sequía y productores familiares
Uruguay está siendo castigado por una sequía desde hace bastante tiempo, y lo que llovió durante el invierno y la primavera estuvo lejos de alcanzar los índices normales, provocando una sequía de largo plazo que se profundiza cada vez más.
En el campo se pueden ver aguadas en las que solo queda el barro, arroyos secos, animales que sobreviven a duras penas, el pasto amarillo y la tierra partida en grietas. Hasta las especies leñosas indígenas están sufriendo por la falta de agua como es el caso de la caña tacuara, que está totalmente amarilla y se quiebra fácilmente. Los daños causados por esta sequía ya son irreparables y llevará mucho tiempo poder recuperarse.
La sequía ha traído consigo otro peligro -el de los incendios- que siempre está latente, especialmente para las familias que viven en el campo rodeados de forestación o pastizales.
Si bien la sequía es generalizada en todo el país, los departamentos más afectados han sido los del suroeste y centro del país y en particular los de San José y Canelones, ambos hortifrutícolas, donde se produce la mayor parte de las frutas y verduras que se consumen en Montevideo y en el sur del país.
Cabe recordar que en Montevideo vive la mitad de la población uruguaya, lo que quiere decir un millón y medio de personas, que resultan afectadas por la disminución de la producción de frutas y verduras o por la suba de los precios.
En esos departamentos, las frutas y verduras son producidas por agricultores familiares que se dedican a esta actividad desde hace muchos años y es común que la familia entera esté vinculada al trabajo en la chacra. La sequía que azota estos departamentos les ha impedido poder llevar a cabo sus cultivos. Muchos productores se han quedado con almácigos prontos –por ejemplo de tomates- sin poder transplantarlos por la falta de agua. Para este cultivo se tendrá que esperar el próximo año, lo que en este rubro resulta en una pérdida total y sin posibilidades de recuperación.
La naturaleza tiene su tiempo y ritmos y lo que no se sembró ayer no se podrá cosechar mañana.
Lamentablemente, el consumidor de la ciudad solo percibe la gravedad de la situación que sufren los pequeños productores de frutas y verduras en el momento que va al supermercado o ferias vecinales, donde se enfrenta a dos situaciones: o lo que busca está muy caro o no encuentra lo que desea comprar.
Es importante saber que la producción hortífrutícola en nuestro país es producida fundamentalmente por pequeños agricultores familiares, que en este momento están sufriendo intensamente esta sequía y que lamentablemente no se ha reconocido la gravedad en la que están inmersos.
El reconocer la gravedad de esta situación significa actuar sobre ella y eso quiere decir actuar sobre la realidad del productor familiar.
Sin embargo, lo que el gobierno ha anunciado es que si faltan frutas y verduras éstas serán importadas. La importación de frutas y verduras sin duda ayuda a la población de la ciudad, pero ¿qué pasa con el productor que debe esperar todo un año para poder hacer su cultivo y que perdió esta zafra por no contar con suficientes medios?
El campo y ciudad son parte de un solo país y si hay alimentos sobre la mesa es gracias a los productores agrícolas y es a ellos a los que se debe proteger y apoyar.
Si se sigue apostando a la importación de alimentos como solución, solo se acelerará la desaparición de más pequeños productores y caminaremos a una pérdida total de nuestra soberanía alimentaría. Priorizar a los productores familiares debería estar hoy, en plena sequía, en la agenda de nuestros gobernantes.
Enero 2009
RAPAL Uruguay
Fuente: RAPAL