Uribe y García rompen negociación entre la CAN y la UE
Con una coordinación perfecta, digna de la afinidad política entre Álvaro Uribe y Alan García, el pasado 9 de septiembre los mandatarios enviaron dos cartas idénticas al Presidente de la Comisión Europea, en la cual, de forma unilateral e inconsulta con sus socios de la CAN, dan por terminadas las negociaciones del Acuerdo de Asociación entre la CAN y la UE. Lo grave es lo que buscan: forzar una negociación bilateral con la Unión Europea, en la que no estén presentes Bolivia y Ecuador.
Así lo manifiestan en la misiva en la que ambos gobiernos piden negociar por separado, recordando que esta estrategia fue “probada con éxito” durante las negociaciones del TLC con Estados Unidos. Ya bastante golpeada por ese Tratado, una negociación con la Unión Europea terminará de destruir la integración andina y hará irreversible el modelo neoliberal que imponen las potencias y sus corporaciones multinacionales.
Desde el comienzo de las negociaciones el gobierno colombiano le mintió al país y al mundo, diciendo que el objetivo de este Acuerdo de Asociación era fortalecer la integración de la CAN. Está clara la prepotencia de la UE y la condición sumisa de Uribe frente a las transnacionales extranjeras con su política de “Confianza Inversionista”.
A Uribe y García no les importa que se sacrifiquen mercados tan importantes como los de Venezuela, Ecuador y Perú, a los cuales se exportan bienes con valor agregados, siempre y cuando sigan llegando las inversiones para explotar recursos naturales, producir materias primas y brindar mano de obra barata, como en épocas coloniales.
Mientras los gobiernos de Colombia y Perú entregan los intereses nacionales a toda prisa, los pueblos de Bolivia y Ecuador avanzan en sus aspiraciones democráticas y soberanas.
En medio de la crisis y cuestionamientos que a diario sufre el gobierno de Uribe, el movimiento popular va promoviendo protestas. La movilización del pueblo colombiano es la única salida para evitar que se imponga a la nación un TLC con la Unión Europea, a todas luces peor que el de Estados Unidos.
Fuente: RECALCA