Fracasa defensa de la biodiversidad
La diversidad biológica del planeta se extingue a velocidad vertiginosa. Según la organización World Wide Fund, de 1975 a 2005 se perdió 27 por ciento de la diversidad de especies animales y vegetales, de recursos genéticos y de los ecosistemas globales
Todos éstos se están perdiendo a una tasa entre cien y mil veces mayor de lo que sería un ritmo de extinción por causas naturales. Unas 150 especies se pierden cada día; de ahí el apremio a la llamada novena Conferencia de las Partes. La principal instancia del Convenio para la Diversidad Biológica de Naciones Unidas, ratificado por 192 países, reunió en un lujoso hotel de Bonn, Alemania, a unos 5 mil delegados que debían adoptar medidas urgentes para detener la pérdida de la biodiversidad de manera sustancial hasta 2010.
“Ha sido un circo de reuniones de todo tamaño en las que ha habido más comercio de ‘corchetes’, es decir, párrafos sobre los que no hay acuerdo, que un interés real en proteger el planeta”, dijo la británica Helena Paul, de la organización EcoNexus. Unas 30 organizaciones civiles, entre ellas indígenas y de movimientos sociales, acompañaron el proceso y no dejaron de señalar a los gobiernos las cuestiones más urgentes a tratar, como la diversidad biológica agrícola, los efectos negativos de los agrocombustibles, la acelerada deforestación de los bosques, la destrucción de los ecosistemas marinos, los riesgos de los árboles genéticamente modificados, la biopiratería y otras cuestiones que afectan gravemente la biodiversidad y tienen un impacto negativo sobre el calentamiento global.
Se estima que diariamente son derribadas unas 35 mil hectáreas de bosques, 13 millones al año. Esta acelerada deforestación, particularmente de las selvas tropicales, es la causante de 20 por ciento del calentamiento global y de que se pierdan especies únicas originarias de estos ecosistemas milenarios megadiversos. También desaparecen las fuentes de subsistencia de millones de habitantes de esos territorios, los pueblos indígenas. “Tenemos a países de la Unión Europea que por un lado proponen acciones más fuertes para la conservación de los bosques y por el otro promueven el uso de biocombustibles y de transgénicos; o naciones como Brasil, que se opusieron a toda negociación sobre los biocombustibles mientras no se revise su sistema de producción de caña de azúcar”, señaló Hesiquio Benítez, de la Comisión Nacional para la Biodiversidad. México dirigió las negociaciones del grupo de trabajo de bosques que intentó hasta el último minuto sacar un acuerdo.
Brasil y Estados Unidos defendieron las maravillas de los agronegocios, argumentando tener dos mercados con el mismo producto: el de combustibles y de alimento de animales. “Así pretenden mantener el estilo de vida occidental sin tener que hacer ningún sacrificio”, afirma la activista Helena Paul, que lamenta que la biodiversidad se sacrificó en Bonn en aras de los beneficios de las grandes corporaciones. En eso coinciden otras organizaciones.
“Ha sido una vergüenza que Vía Campesina, de Brasil, haya tenido que venir a pelear para que le dieran la palabra en un tema como la biodiversidad agrícola, donde el campesinado es central”, afirma Silvia Ribeiro, del Grupo ETC. “No se reconoce el papel central del campesinado y, sumado a esto, lo realmente preocupante es que el convenio está siendo secuestrado por las trasnacionales de los agronegocios y del comercio de semillas, híbridas y transgénicas”, afirma Ribeiro, y advierte que abrieron la puerta a las grandes trasnacionales “dizque” para que trabajen en la biodiversidad. “Desde hace 20 años la industria farmacéutica participa en la biopiratería de las semillas campesinas; no hay que abrirles la puerta porque ya están ahí”, hay que sacarlos.
En cuanto a árboles transgénicos ha habido un retroceso según el investigador Miguel Lovera, presidente de la Coalición Mundial por los Bosques, de Uruguay, pues hace dos años se acordó poner una moratoria a los ensayos de campo y en este momento el lenguaje tiende a permitirlos.
“Eso es muy peligroso, por la peculiaridad que tienen los árboles, que viven muchísimos años, que producen cantidades gigantescas de polen; sobre todo esas especies con las que se está experimentando la modificación genética; dispersan su polen hasta por mil kilómetros, como los álamos, los pinos y los eucaliptos. Estamos jugando a ser dios sin ser siquiera angelitos”, advirtió.
El investigador subrayó que se está tratando de convencer a las partes para que no cedan a los intereses comerciales que están detrás de la promoción de estas tecnologías y apliquen el principio precautorio consagrado en tantas legislaciones nacionales e internacionales.
Explicó que la industria está probando las propiedades insecticidas en el tejido somático de ciertos árboles con el gen Basilus turingiensis, un insecticida natural que convertiría a dichos árboles en un veneno para todos los insectos en general, lo que exterminaría a especies como la mariposa monarca, y cuyo polen podría ser además de alérgico, venenoso.
Canadá, Australia y Argentina están defendiendo estos experimentos; la Unión Europea ignoró las demandas ciudadanas.
Desembolso millonario
La conferencia se propuso detener la deforestación global con el establecimiento de una red mundial de áreas protegidas hasta 2010. Expertos advierten que son necesarios entre 20 y 30 mil millones de euros para financiar dicha red. Hasta ahora, los países industrializados aportan entre 5 y 7 mil millones de euros para mantener zonas protegidas en su territorio.
Alemania dio el primer paso y se comprometió a destinar 335 millones de euros anuales hasta 2012, y a partir de 2013 unos 500 millones de euros al año. Noruega puso un fondo de 500 millones de dólares anuales. Según expertos, la sobrexplotación de los recursos pesqueros provocará un colapso de la captura comercial en 2050; además, se teme que en 2030 se pierda 60 por ciento de los arrecifes de coral como resultado de la contaminación, el cambio climático y el turismo, por tanto se propuso crear una red global de zonas marinas protegidas a partir de 2012.