Ecuador: la transfiguración de Rafael
La dualidad progresista no deja de sorprendernos: a principios de julio del año pasado, Rafael Correa, advirtió que su país haría todo lo posible para “garantizar la salud de los ecuatorianos” y exigió al gobierno de Colombia la suspensión definitiva de las fumigaciones con glifosato en la frontera norte. El mandatario señaló que no permitirá que continúen los daños medioambientales y a la salud de los pobladores causados para erradicar supuestos cultivos ilegales. ¿Cómo explica Correa que el herbicida del que amargamente se queja es el mismo que piensa utilizar en los cultivos de soja para la producción de “biocombustibles”?
El 13 de abril de 2005 daba inicio en Ecuador la llamada “rebelión de los forajidos” [1] que concluyó con el derrocamiento del presidente Lucio Gutiérrez una semana después. El 20 de abril era designado como Jefe de Estado quien hasta por entonces ejercía como vicepresidente, Alfredo Palacio. La caída de Lucio Gutiérrez fue consecuencia directa de su traición a las fuerzas sociales e indígenas del movimiento Pachakutic que lo llevaron a la Presidencia. Sus promesas de justicia social se desvanecieron a poco de asumir: firmó un acuerdo obsceno con el FMI, impuso una Corte Suprema de Justicia que perdonó a todos los presidentes corruptos que lo precedieron y estableció un alineamiento absoluto con la administración Bush.
Los nuevos ministros del gobierno de Alfredo Palacio, del Interior, Mauricio Gándara, y de Economía, Rafael Correa, propugnaron la reestructuración del Estado por medio de una consulta popular. Correa supo capitalizar el rechazo generalizado del pueblo ecuatoriano a su perimido sistema político y, a pesar de no contar con una base orgánica, despertó simpatías en partidos de izquierda y en muchas organizaciones de la sociedad civil.
De esta manera y luego de atravesar dos vueltas electorales [2], a principios del 2007, Rafael Correa asumía como nuevo presidente del Ecuador con un discurso que denunciaba las consecuencias del neoliberalismo y asegurando que "el ser humano y su dignidad" serían el eje central de su Gobierno "por encima del capital". El flamante mandatario aseguró que pondría en marcha una revolución ciudadana basada en la reforma constitucional, la lucha contra la corrupción, el cambio de modelo económico, la revolución en la salud y la educación y la integración latinoamericana.
A mediados de febrero del año pasado, el poder legislativo ecuatoriano aprobó la realización de una consulta popular para el 15 de abril que definiría la instauración de una Asamblea Constituyente con poderes ilimitados. La resolución representó una victoria parcial para el presidente Rafael Correa, que asumió con la promesa de "instalar una Asamblea con plenos poderes para reestructurar el Estado, reformar la Constitución de 1998, viabilizar el socialismo y desmontar el neoliberalismo". Sin dudas, un cúmulo de buenas intenciones…
Rafael Correa se pronunció en rechazo de un Tratado de Libre Comercio con los EE.UU. y prometió la expulsión de las tropas estadounidenses de la base de Manta. Sin embargo, el ojo crítico de “Prende la Luz” supo detectar, en marzo del 2007, algunos signos que indicaban que Correa no sería la excepción latinoamericana a la avanzada que las corporaciones de los agronegocios impusieron en amplios sectores del continente, comenzando por La Argentina.
En dicha oportunidad, dábamos cuenta que, como parte de su campaña preelectoral, la ex senadora Cristina Elizabeth Fernández de Kirchner llegaba a Ecuador, para reunirse con el presidente ecuatoriano y sostener una serie de encuentros con dirigentes políticos, sociales y empresarios. Participó de esos encuentros el secretario de Minería, Jorge Mayoral y el titular de la INTA, Carlos Cheppi.
Dijimos en esa oportunidad que la presencia de un lobbista de las multinacionales mineras y otro de las corporaciones de los agronegocios, no eran buenas noticias para quienes en el Ecuador luchaban (y luchan) por un ambiente sano. El tiempo terminó dándonos la razón. Tan sólo un mes después de nuestra observación, en los primeros días de abril del 2007, el primer mandatario ecuatoriano “mostró la hilacha” al firmar acuerdos con su par brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, para producir biocombustibles en regiones costeñas de Ecuador. Los mandatarios de Brasil y Ecuador agendaron la visita de una misión técnica brasileña a las áreas potenciales de plantación y procesamiento de soja, palma africana y caña de azúcar en terreno ecuatoriano.
A pesar de algunos avatares con un grupo reducido de diputados opositores que huyeron a Colombia denunciando persecución política, el Tribunal Supremo Electoral convocó a elegir la tan esperada Asamblea Constituyente con plenos poderes para el domingo 30 de septiembre. Claro, el poder económico le tenía reservado al pueblo ecuatoriano algunas sorpresas…
La dualidad progresista no deja de sorprendernos: a principios de julio del año pasado, Rafael Correa, advirtió que su país haría todo lo posible para “garantizar la salud de los ecuatorianos” y exigió al gobierno de Colombia la suspensión definitiva de las fumigaciones con glifosato en la frontera norte. El mandatario señaló que no permitirá que continúen los daños medioambientales y a la salud de los pobladores causados para erradicar supuestos cultivos ilegales. ¿Cómo explica Correa que el herbicida del que amargamente se queja es el mismo que piensa utilizar en los cultivos de soja para la producción de “biocombustibles”?
El 24 de septiembre de 2007, Rafael Correa, pronunció un encendido discurso en el marco del 62 período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas [3]. Decía el presidente ecuatoriano que, a pesar de que su país era “marginal en términos de emisiones” de gases de efecto invernadero, los impactos del cambio climático “podrían ocasionar la transformación gradual de los bosques tropicales por sabanas, el reemplazo de vegetación semiárida por árida, una significativa pérdida de la biodiversidad” y “cambios en el régimen de precipitación con potenciales impactos en la disponibilidad de agua para consumo humano”. Exactamente los mismos efectos que producen los monocultivos que ahora se propone impulsar. Horas después, el movimiento Alianza País, que representa al oficialismo ecuatoriano, obtenía más del 61% de los votos, en la elección que definió la composición de la Asamblea Nacional Constituyente. Según Correa su movimiento había ganado "la madre de todas las batallas".
Por estos días, salió a la luz la propuesta de articulado sobre soberanía alimentaria que se ha presentado para ser discutido en la Asamblea Constituyente. El mismo permite entre otras cosas la expansión de los cultivos para combustibles y la difusión de semillas transgénicas. Sin dudas la batalla ambiental contra el poder corporativo recién comienza…
M.S.
Programa del 29 de mayo de 2008.
[1] Lucio Gutiérrez se refirió a quienes manifestaban en su contra con el calificativo de “forajidos”.
[2] Rafael Correa derrotó a un impresentable empresario bananero (sin eufemismos), el ultraconservador Álvaro Noboa. Sobre cómo Rafael Correa arribó a la segunda vuelta electoral pueden consultar
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_6053000/6053892.stm
[3] Puede encontrarse el dicurso completo de Rafael Correa en
http://www.yasuni-itt.gov.ec/docs/discursopresidentecambioclimatico23sep07.pdf
Fuente: Prende la Luz