Monocultivo: 97 por ciento de las especies cultivadas a comienzos del siglo XX para alimento ya no existen
Un documental sobre “El futuro de la comida” explora los indicios de las graves transformaciones del mundo agrícola desde que las corporaciones conviertieron la producción de alimentos en agronegocios.
En 1997 el cultivador de trigo, colza (canola) y guisantes canadiense Perry Scheizer, ignoraba el poder de la mayor corporación semillera mundial, la norteamericana Monsanto, hasta que ésta le entabló una millonaria demanda que a la postre ganó. ¿La razón? Scheizer, quien por más de cuatro décadas se dedicó al cultivo de esos cereales, “descubrió” que parte de sus cultivos de colza no desaparecían ante la aplicación de un herbicida genérico como el glifosato (conocido mundialmente bajo la marca comercial de round up), por ejemplo en torno a los postes de alta tensión o las cunetas.
La multinacional invadió sus campos, tomó muestras de la “colza resistente” y luego lo demandó por el uso no autorizado de una semilla que, a pesar de haber nacido en tierras de Scheizer, no había sido vendida por Monsanto, lo cual la convertía, por efecto de los derechos de propiedad intelectual, en “ilegal”. Scheizer había “escogido” para sus semillas de reserva a las producidas por estas plantas “resistentes”, pero la corporación confiscó esas reservas y literalmente lo quebró, productiva y moralmente. En realidad, lo que había sucedido se explica porque un camión con semillas de colza modificadas genéticamente por Monsanto había perdido, por efecto del viento, parte de su cargamento justamente al transitar por uno de los predios de Scheizer, como lo garantizaron varios testigos durante el juicio.
Éste es uno, quizá el más gráfico, entre los varios casos recogidos en el documental “El futuro de la comida” (2006), disponible en internet ( http://tu.tv/videos/el-futuro-de-la-comida-2006-docu) para ejemplificar la creciente injerencia de las corporaciones agrícolas en la pérdida de material genético en pos del lucro y la ganancia.
Entre otros datos devastadores, el documental, de 55 minutos, señala que Monsanto ha logrado concentrar en sus “arcas” once mil patentes de material genético y en la otra punta, la desaparición lisa y llana por efecto del monocultivo de un 97 por ciento de las especies cultivadas para alimento humano a comienzos del siglo XX.
Quien mantenga el control de la semilla tendrá enorme influencia en el futuro del alimento de la humanidad. De hecho, señala este trabajo documental norteamericano, un 75 por ciento de los aproximadamente 1400 millones de agricultores que existen en el mundo dependen de sus propias semillas de reserva como principal fuente de simiente. Y la suerte seguida por Scheizer y varios de sus vecinos es aleccionadora.
Pero además, Monsanto aplica la regla del “vale todo”: dinero a raudales y crimen. En efecto, muchas de sus especies patentadas fueron obtenidas ilegítimamente mediante el robo de muestras de varios bancos de semillas, incluso el estadounidense, pensados para preservar la biodiversidad, pero al fin y al cabo preciado botín de las corporaciones. Otro tanto fue logrado mediante la inversión de unos seis mil millones de euros en la compra de las corporaciones competitivas.
Esto a pesar de que, una vez descubierta la posibilidad de manipulación genética, en 1975, la comunidad científica internacional reunida a través de representantes en el estado de California, decidió que todas las combinaciones “artificiosas” de ADN permanecieran guardadas en forma segura en los distintos laboratorios, lo que evidentemente no ocurrió.
El documental maneja en un lenguaje histórico y explicativo el proceso generado a partir de la llamada “revolución verde” en el que buena parte de la infraestructura industrial e investigación científica desarrollada durante y para la Segunda Guerra Mundial se volcó a la agricultura.
Fuente: Radio Mundo Real