México: frijoleros en extinción
Sin subsidios suficientes y con altos costos de producción, los campesinos zacatecanos –otrora principales productores de frijol en el mundo– languidecen entre campos abandonados. A 14 años de la entrada en vigor del TLCAN y luego de la aplicación del capítulo agropecuario –a partir de enero de 2008– la mayoría ha dejado sus unidades de producción para migrar a Estados Unidos
San Marcos, Zacatecas. Jerónimo González es jornalero desde hace varias décadas y alquila su mano de obra para trabajar en los campos frijoleros de Zacatecas. A sus casi 60 años, sus riñones y columna vertebral se han deteriorado: el ajetreo del tractor que maneja le ha afectado.
Hace unos meses enfermó de neumonía. Pasó cuatro días en cama, pero no pudo descansar un día más: sin trabajo no hay salario que cobrar.
Gana 100 pesos diarios. Aunque está afiliado al Seguro Social, cuando enferma no hay incapacidad que cobrar y los gastos de medicamentos que no tiene la institución corren por su cuenta. “El dinero no alcanza para sostener a la familia, no siempre hay para comer carne. Necesitamos una alimentación que ayude más al estudio de los hijos, sopa y frijoles no es suficiente”, dice.
Él ya no ve esperanzas en el sector agropecuario de su estado. No le falta el trabajo pero sabe que poca es la gente que puede desempeñarse en él. “Zacatecas se está quedando solo”, lamenta Jerónimo, pues los hombres se alejan de uno de los sectores que hace varias décadas fueron productivos. Toda su familia ahora trabaja en Estados Unidos. La migración es la única opción que tienen.
Sin presas ni sistemas de riego, los trabajadores del campo zacatecano dependen de la lluvia. Si ésta se da, pueden contar con que habrá cosecha para vender; de lo contrario, esperarán otro año para recoger el fruto de su trabajo.
De acuerdo con el estudio La competitividad del frijol en México, realizado por los investigadores Alma Velia Ayala Garay, Rita E. Schwentesius Rindermann y Gustavo Almaguer Vargas, de la Universidad Autónoma Chapingo, la producción de frijol en México tiene un balance negativo desde 1980. El deterioro se acentuó con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
El estudio señala que mientras Estados Unidos produce en promedio 1.6 toneladas por hectárea, en México el promedio es de 731 kilogramos por hectárea. “De este modo, los productores de Estados Unidos incursionan en el mercado mexicano con ventajas competitivas, a pesar de la distancia de sus zonas de producción con los principales mercados en México”.
Los daños
Considerado como un cultivo estratégico para México, el frijol ocupa el segundo lugar en la canasta básica de los mexicanos y en su cultivo a nivel nacional, con un promedio de siembra de 1.85 millones de hectáreas, en la que se desempeñan 570 mil productores.
Anualmente, indica el estudio elaborado por los especialistas en problemas económico-agroindustriales, su producción es de 1.31 millones de toneladas, con un valor de 7.5 mil millones de pesos, y genera un total de 76 millones de jornales, que equivalen a 382 mil empleos permanentes.
No obstante la importancia del frijol, México dejó de ser un país autosuficiente en su producción, y desde la década de 1980 comenzó la dependencia de los productores estadunidenses.
El análisis comparativo elaborado por los investigadores agrónomos indica que en 1966 se vendieron al mercado externo 102 mil toneladas de frijol, y todavía en 1978, 130 mil; “sin embargo, a partir de la década de 1980, México se convirtió en importador y actualmente es el sexto país que más compra en el mercado internacional y es Estados Unidos su principal abastecedor”.
A ello se suma que los campesinos en México enfrentan diversos problemas, como los altos costos de producción y un deterioro continuo de los precios reales del producto, pues “entre 1980 y 2005, el índice de precios de insumos para su producción creció a una tasa promedio anual de 30.44 por ciento, mientras que el índice de precios de frijol al productor decreció en 2.1 por ciento, y los rendimientos apenas aumentaron 0.4 por ciento, lo que implica una reducción en la rentabilidad del producto”.
Entre los problemas que destacan los académicos es que “la falta de competitividad del frijol mexicano se ha acentuado por la desaparición de los esquemas estatales de comercialización que se seguían con la Conasupo (la estatal Compañía Nacional de Subsistencias Populares), dejando un vacío en la fijación del precio y en la regularización del mercado.
“La desigualdad en la estructura de los costos es un reflejo de las diferencias tecnológicas, agroecológicas y económicas entre ambos países. La falta de crédito agrícola, seguro, sanidad vegetal, el uso inadecuado de insumos y la no utilización de semilla certificada están logrando una descapitalización de los productores mexicanos, ya que, en promedio, los productores de frijol en México obtienen 169 pesos por tonelada; mientras que los de Estados Unidos 1 mil 62 pesos por la misma producción”.
Desolación zacatecana
Jaime Pineda ha sido migrante en Estados Unidos, y apenas hace un par de años regresó a Zacatecas para conocer a su hija, la más pequeña. No ha pasado ni un año desde su estancia en el país cuando ya piensa regresar a los campos estadunidenses para dedicarse a la pizca de fresa.
Y es que en su estado natal no tiene recursos suficientes para mantener a su esposa y sus dos hijos. “Allá gana uno en un día lo que aquí en cuatro”, dice. El sector agropecuario zacatecano apenas rinde para comprar algunos alimentos, pero no costea otras necesidades básicas, como la atención médica y la educación, explica el joven de 29 años, quien dejó la escuela a los 12 para comenzar a trabajar.
El estudio Globalización y migración, del investigador Víctor Corona Loera, de la Universidad Autónoma de Zacatecas, dice que de 1970 a 2000 dejaron la entidad 704 mil 668 habitantes.
Ante la problemática que enfrenta el agro zacatecano, los productores de frijol del estado se aglutinaron en 1991 en la Integradora de Productores de Frijol de Zacatecas, que agremia organizaciones que estaban constituidas en cooperativas y sociedades de solidaridad rural.
Gregorio Sandoval, representante de la integradora, explica que tuvieron la necesidad de organizarse desde el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, porque en el Plan Nacional de Desarrollo la estrategia del estado era retirar el apoyo al campo con la desaparición de Conasupo.
Desde 1994, dice el ingeniero agrónomo, el esquema ha sido desfavorable para los productores de frijol porque se retiraron todos los recursos, no hay financiamiento suficiente y tampoco experiencia en la comercialización.
“Como organización hemos buscado alternativas, y a través de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadores del Campo constituimos un brazo financiero para buscar recursos porque los bancos no nos otorgan créditos por tener terrenos ejidales, no los toma el banco en garantía”, dice.
Nosotros creemos que el sector agropecuario fue sacrificado en el TLCAN y “la evaluación de los impactos en la lucha económica es el recuento de los muertos. Nada más hay que ver la migración, el crecimiento de la pobreza y la desintegración familiar que ha dejado”, concluye.