Argentina: opiniones críticas sobre el Lockout de los productores agropecuarios
La realidad del campo muestra muchas varias otras facetas que las expuestas por el discurso dominante en el actual conflicto. Campesinos, de Santiago del Estero, y especialistas independientes cuestionan la dimensión de la protesta
Opinión
Por Mocase-Vía Campesina *
No a los agronegocios
Desde los ranchos santiagueños, algunas memorias ante las protestas del “campo argentino”:
1. Nosotros, miembros de comunidades indígenas y campesinas, familias organizadas en territorios, recordamos que la Tierra es un bien aún lleno de vida diversa, donde la humanidad y los pueblos quieren desarrollar los sentidos de la existencia.
2. Las grandes corporaciones de las cadenas agroindustriales imponen a los pueblos y países un modelo de producción alimentaria, cuyo único objetivo es la rentabilidad y concentración de las riquezas en pocas manos, con la complicidad activa de gobiernos, empresarios y, en el caso del actual “paro del campo”, de los miembros de las cuatro entidades agropecuarias de Argentina.
3. El doble discurso de los dirigentes de la Federación Agraria Argentina (FAA) los ha llevado a un callejón sin salida. Sus prácticas reproducen el modelo de saqueo y contaminación tanto de la tierra, los territorios, así como también de su mentirosa pretensión de representar las luchas más genuinas de los movimientos campesinos en Argentina.
4. Este modelo agropecuario neoliberal, de saqueo y contaminación, reproduce nuevas formas de colonización y genocidio. ¿Qué hicieron estas cuatro entidades cuando en la etapa menemista desaparecían millares de unidades familiares de producción agraria?
5. ¿Qué han hecho y qué hacen esas cuatro entidades agropecuarias ante los asesinatos, cárceles, persecuciones, torturas y enfrentamiento con paramilitares y topadoras que sufren hoy miles de familias de pueblos originarios y campesinos?
6. Estas cuatro entidades dicen hacer el paro por el No a las retenciones y No a la desaparición de los pequeños y medianos productores, pero gran cantidad de ellos son empresarios y productores que han contratado matones para desalojar campesinos y comunidades originarias.
7. Rescatamos un hecho positivo de este paro de las entidades agropecuarias: se sacaron la careta de luchadores por un modelo de país digno, justo y para todos. Mostraron su verdadero rostro: creen que el país es para unos pocos que obedecen los dictámenes de las grandes corporaciones transnacionales de la alimentación.
8. El dinero de todos los impuestos tendría que estar controlado por todos, porque todas y todos pagamos impuestos en la Argentina, no sólo los productores y empresarios del campo. Proponemos mecanismos de participación directa para decidir cómo producir riqueza y cómo logramos su justa distribución.
9. Como un primer paso de acuerdos y consensos proponemos que el extra de las retenciones sirva para que no desaparezcan los verdaderos pequeños y medianos productores. Que esos fondos se utilicen para una Reforma Agraria Integral con Soberanía Alimentaria. Que se estaticen las exportaciones, que no queden más en manos de las grandes corporaciones transnacionales.
10. Con la Vía Campesina (organización que reúne a pequeños productores e indígenas de 56 países de cuatro continentes) decimos que la respuesta a la crisis global del precio de los alimentos está en la Agricultura Familiar Sostenible, que está comprobado puede alimentar al mundo. Los alimentos no pueden, ni deben, seguir siendo objeto de ganancias ilimitadas.
* Movimiento Campesino de Santiago del Estero–Vía Campesina, integrado por 9000 familias rurales organizadas, en lucha por la defensa del territorio y que rechazan el actual modelo de agronegocios.
Opinión
Por Miguel Teubal *
La culpa es de la soja
El conflicto agrario que se manifiesta en la actualidad es, en gran medida, consecuencia directa del auge fenomenal que han tenido los precios internacionales de la soja y de otros granos. El gobierno teme que tal situación pueda incidir sobremanera sobre el aumento de los precios internos de los alimentos y por ende sobre el proceso inflacionario, con todas las consecuencias que esa situación puede acarrear sobre el humor de la población. ¿Por qué aumentan los precios de la soja y de otros granos en el mercado internacional? Diversas razones explican el auge de la demanda de diversos granos. En el caso de la soja, tuvo que ver con la necesidad de Europa de encontrar un alimento balanceado adecuado para alimentar a sus cerdos, pollos y vacunos. También contribuyeron los nuevos proyectos para impulsar los agrocombustibles, que presumiblemente habrán de sustituir a combustibles fósiles en el futuro. Asimismo, China y la India se han constituido en demandantes importantes de soja dado el tipo de “modernización” agraria que se está impulsando en esos países.
Pero cabría preguntarse si en el trasfondo de esta situación no se estaría conformando un nuevo estadio en la evolución del capitalismo. Tras varias décadas de neoliberalismo, de privatizaciones, desregulaciones y aperturas a la economía mundial que dieron impulso a importantes procesos de globalización dominados por los agronegocios, se fue configurando en escala mundial una “nueva división internacional del trabajo”, equiparable a la de fines del siglo XIX, cuando tuvieron auge las denominadas “economías agroexportadoras”. Al igual que entonces, en la actualidad estos nuevos y viejos productos de exportación generan enormes rentas internacionales en escala mundial que se han transformado en algunos de los principales soportes de los procesos de acumulación de los países periféricos. A esas razones de más largo alcance se agrega que por la actual crisis financiera muchos inversores se refugian en commodities, incidiendo en el corto plazo sobre el componente más especulativo del alza de esos precios. ¿Cómo se distribuirán esas rentas internacionales que derivan del alza de los precios en el orden económico interno? No cabe duda de que los precios internacionales inciden sobre aumentos de los internos. La soja contribuye a una importante prosperidad para vastos sectores del agro. Los principales beneficiarios de ese proceso lo constituyen los grandes productores, contratistas, “pool de siembra”. Dado el auge que ha tenido la soja en los últimos años, los medianos y pequeños productores pampeanos también se están beneficiando. De allí la respuesta contundente del “sector” frente a las nuevas medidas.
Se nota cierto titubeo por parte del Gobierno frente a la actual situación. Y no es de extrañar que sea así. Porque tuvo que producirse la amenaza de que se agudizara el proceso inflacionario para que decidiera el establecimiento de retenciones móviles e intentara cambiar de rumbo aunque sea mínimamente en materia agropecuaria. Si no fuera por este hecho, no hubiera dejado de aplicar una política agraria que en lo esencial sigue siendo prosoja, en consonancia con lo que hicieron todos los gobiernos anteriores desde la aplicación del decreto de desregulación de 1991. Se trata de impulsar un cultivo utilizando “tecnología de punta” (los transgénicos), sean cuales fueren sus consecuencias, debido a que contribuye significativamente al superávit de la balanza comercial necesario para pagar los servicios de la deuda externa. Los gobiernos anteriores y el actual también hacen oídos sordos a las “deseconomías externas” del modelo sojero: la desaparición de los productores medianos y pequeños, la pérdida de la autosuficiencia alimentaria, el deterioro ambiental, los efectos de una deforestación indiscriminada, los efectos sobre la salud humana. Tuvo que producirse esta coyuntura muy especial y el peligro de una espiral inflacionaria para que el Gobierno intentara ciertos “correctivos” en la política global. El problema es que no se contemplan los intereses de medianos y pequeños productores. Y tampoco implica un cambio fundamental en el modelo agropecuario.
* Economista, especialista en temas agrarios.