México: sectores campesinos exigen una revisión al TLCAN
Organizaciones campesinas mexicanas urgen una revisión al capítulo agrario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Las negociaciones con el secretario de Gobernación están entrampadas, mientras sectores académicos han señalado que la situación del agro en este país ha retrocedido a índices semejantes a los de 1933
El pasado jueves 6 de marzo las organizaciones campesinas que demandan la reapertura del capítulo agropecuario del TLCAN se levantaron de la mesa que se había establecido con Juan Camilo Mouriño Terrazo, secretario de Gobernación, denunciando falta de voluntad política para abrir un verdadero diálogo.
Este es solo un capítulo más de la polémica que se ha levantado en México a raíz de las crecientes exigencias de diversos sectores sociales quienes afirman que este acuerdo comercial ha sumido al sector agrícola nacional en una profunda crisis.
El retroceso
El Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer el pasado 25 de febrero el estudio “Situación del Campo en México; Pobreza, Marginación, Explotación y Exclusión”.
El reporte señala que la situación en el sector es bastante preocupante, y que los índices de desarrollo han retrocedido a una situación semejante a la de 1933. Además, sostiene que en los últimos seis años la migración de las comunidades rurales se ha incrementado 40 por ciento, a consecuencia de la crisis del campo, la baja en los precios de los productos agrícolas y el encarecimiento de los insumos.
Esta migración es evidente en algunas comunidades de estados como Oaxaca donde las escuelas atienden a no más de una docena de niños y el cultivo agrícola es casi nulo, pues los hombres en edad económicamente activa han optado por buscarse un mejor futuro, al intentar cruzar la frontera norte y llegar a Estados Unidos, enfrentando todo tipo de peligros y vejaciones por parte de las autoridades migratorias.
En los últimos seis años la migración de las comunidades rurales se ha incrementado 40 por ciento, a consecuencia de la crisis del campo, la baja en los precios de los productos agrícolas y el encarecimiento de los insumos.
Los estudiosos del CAM afirman que con la entrada en vigor del TLCAN en 1994 se agravó el deterioro del sector agrario en México, a pesar de que para algunos significó el supuesto ingreso del país al primer mundo. Lo cierto es que, el desarrollo humano en las comunidades rurales de México es precario, solo un 38,2 por ciento cuenta con servicio de drenaje.
El valor de las exportaciones agrícolas de Estados Unidos hacia México pasó de 3.476 millones de dólares, antes de la entrada en vigor del tratado comercial, a 7.516 millones en los últimos tres años.
Los efectos del acuerdo en la degradación del medio ambiente también se han dejado notar. Actualmente, el costo del agotamiento y la degradación ambiental equivaldría a un diez por ciento del total del Producto Interno Bruto (PIB) de México, lo que anularía la posibilidad de un crecimiento económico en este país.
Los daños por contaminación representaron en la última década 36.000 millones de dólares, según el CAM. México sería uno de los países que encabeza los índices de deforestación, pues se pierden 631.000 hectáreas al año.
Otros de los sectores más afectados por el TLCAN habrían sido los porcicultores, quienes han desaparecido en un 85 por ciento, y los pequeños productores de lácteos, quienes habrían quebrado en un 57 por ciento; según consigna el estudio. En cambio, la introducción de pollo y res desde Estados Unidos ha incrementado en un 60 por ciento.
Las reflexiones
El pasado 4 de marzo, Armando Bartra, economista de la UNAM, expuso en su ponencia “La Ruralidad en México”, como parte del foro “Los Retos de la izquierda y el movimiento social de cara al siglo XXI”, la urgente necesidad de rescatar la producción agrícola familiar y cooperativa para alcanzar la soberanía alimentaria y detener la extracción agrícola industrial que atenta contra el ecosistema.
El académico hizo eco de las demandas de organizaciones campesinas que han tomado como consigna desde hace varios años la frase “El campo no aguanta más” y la reciente marcha hacia el Distrito Federal con el lema “Sin maíz no hay país”.
Bartra afirmó que “depender de la importación de granos básicos es ruinoso para los países que quizás pueden pagar estas importaciones, y suicida para aquellos más pobres que no pueden pagarlas”. El economista sugirió que “en adelante no solo será social y políticamente pertinente, que ya lo es, sino económicamente rentable en la perspectiva de las cuentas nacionales, recuperar la soberanía y seguridad alimentaria, buscando la autosuficiencia, cuando menos en los bienes de consumo mayoritario”.
Depender de la importación de granos básicos es ruinoso para los países que quizás pueden pagar estas importaciones, y suicida para aquellos más pobres que no pueden pagarlas
Ante la pregunta “¿Cómo pueden producirse en cada país los alimentos que hacen falta?”, el académico propuso que “la salida no está, me parece a mí, en el agronegocio, por dos razones: En primer lugar, por su modelo tecnológico depredador, porque si éste encabeza la expansión agrícola, el daño ambiental será incalculable y, en segundo, por su racionalidad económica especulativa, lo que maximizaría las rentas, a las que da lugar el cultivo de tierras cada vez más lejanas y menos fértiles”.
Concluyó que no se puede “seguir dejando en manos privadas el aprovisionamiento alimentario, porque es propiciar el arrasamiento final de campesinos y comunidades indígenas por una agricultura extractiva, así se le ha llamado y certeramente, que además no genera empleos”.
Y señaló que “al tratarse de alimentos básicos, la demanda es inelástica, y los precios no tienen más límite que la voracidad corporativa y la capacidad de pago del consumidor, en este caso, del hambreado consumidor”.
En el marco de estas reflexiones académicas, la también economista de la UNAM, Magdalena Galindo, también abordó el tema en el foro “La posible crisis en Estados Unidos y su impacto en México”, que se desarrolló el pasado 5 de marzo, en el auditorio Ho Chi Minh de la facultad de Economía. Galindo aseguró que la crisis agropecuaria en México se inició desde mediados de los años sesenta, se agudizó en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari con la modificación del artículo 27 de la Constitución, que permitió la privatización de los ejidos, y llegó a sus límites con la entrada en vigencia del TLCAN en 1994. “Si bien dieron 14 años de gracia, pero ni en catorce ni en muchos más se podría remontar la desventaja”, acotó.
Agregó que los países Estados Unidos y Canadá tienen subsidios más altos, y que el sector agrícola ha cobrado una gran importancia para ellos pues ya no están centrados únicamente en la producción industrial. Recordó que por el contrario, en México, “hay un déficit en productos agrícolas fundamentales como el maíz”.
El impasse versus la demanda social
El secretario de Comercio de Estados Unidos, Carlos Gutiérrez, defendió durante una visita a México a finales de febrero que "el TLCAN es un acuerdo exitoso, hay una relación comercial de 230.000 millones de dólares y, se dice fácil, pero hay mucho trabajo detrás para llegar a este nivel de comercio e inversiones". "Si vemos las cifras es claro que ha contribuido a los tres países", argumentó, durante una rueda de prensa.
Por su parte, el secretario de Economía de México, Eduardo Sojo, llegó a decir que "para atrás ni siquiera para agarrar vuelo", en referencia a una posible revisión del TLCAN, lo que deja clara la posición del gobierno del presidente Felipe Calderón.
Por su parte, la Campaña Nacional en Defensa de la Soberanía Alimentaria y la Reactivación del Campo Mexicano “Sin maíz no hay país, y sin fríjol tampoco, pon a México en tu boca”, ha intensificado su accionar desde el pasado enero para exigir la revisión del tratado. En su manifiesto han dejado claro que: “Ante la reiterada falta de voluntad política por parte del gobierno federal para discutir y resolver la grave e insostenible problemática del campo mexicano, desde el 1 de enero de 2008, las organizaciones campesinas, como parte fundamental del pueblo de México, redoblamos la lucha por la recuperación de la soberanía alimentaria del país, en defensa de la sociedad rural, por un campo que supere la pobreza y otorgue expectativas de vida digna a las familias rurales, y por la construcción de un proyecto alternativo de nación”.