Mujeres de Vía Campesina Brasil ingresan a predio de Stora Enso y talan sus eucaliptos
Cerca de 900 mujeres de la Vía Campesina Brasil ocuparon este martes temprano la estancia Tarumã, situada en el municipio de Rosário do Sul (estado de Rio Grande do Sul) y perteneciente a la transnacional sueco-finlandesa Stora Enso, en lucha contra el "agronegocio" y a favor de la soberanía alimentaria
A eso de las 6 de la mañana las mujeres campesinas ingresaron al predio, de unas 2100 hectáreas y cercano a la frontera con Uruguay, y empezaron inmediatamente a cortar los eucaliptos plantados por Stora Enso y a plantar árboles nativos.
A cuatro días de que se celebre el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, las mujeres de la Vía Campesina difundieron un comunicado en el que aseguran: "Nuestra acción es legítima. Stora Enso es la ilegal. Plantar ese desierto verde en la faja de la frontera es un crimen contra la ley de nuestro país, contra el bioma pampa y contra la soberanía alimentaria de nuestro Estado que cada vez tiene menos tierras para producir alimentos".
"Estamos arrancando lo que es malo y plantando lo que es bueno para el medio ambiente y para el pueblo 'gaúcho' (como se conoce a la gente de Rio Grande do Sul)", agregan.
La Vía Campesina es una red de organizaciones de trabajadores agrícolas de todos los continentes. En Brasil está integrada por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de Pequeños Agricultores, el Movimiento de Afectados por Represas, el Movimiento de Mujeres Campesinas y la Comisión Pastoral de la Tierra, entre otros grupos.
Según explican las mujeres de la Vía Campesina Brasil, la ley brasileña estipula que los extranjeros no pueden tener tierras a menos de 150 kilómetros de la frontera de Brasil con otros países. Sin embargo, Stora Enso pretende tener una base forestal de más de 100 000 hectáreas cerca de la frontera que separa Rio Grande do Sul de Uruguay. En ese país sudamericano la corporación forestal y celulósica tiene también miles de hectáreas plantadas.
Inicialmente Stora Enso intentó comprar tierras utilizando a su subsidiaria Derflin, que justamente por ser extranjera no consiguió que se le otorgaran los predios legalmente. Fue entonces que Stora Enso creó una empresa “ficticia”, la agropecuaria Azenglever, que compra las tierras en nombre de la compañía sueco-finlandesa.
Los dueños de Azenglever son dos importantes funcionarios de Stora Enso, asegura la Vía Campesina. "Ellos se transformaron en los mayores latifundistas del Estado, siendo propietarios de más de 45 000 hectáreas", dice el comunicado difundido hoy. "Esa operación ilegal es de conocimiento de los Ministerios Públicos Estadual y Federal, del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria, de la Policía Federal, pero nada fue hecho en concreto para impedir el avance del desierto verde", agrega.
La Vía Campesina también está divulgando hoy documentos que confirman la estrategia de Stora Enso para eludir la ley brasileña y comprar tierras cerca de la frontera con Uruguay, a menos de los 150 kilómetros que establece la norma para los extranjeros. Los trabajadores agrícolas brasileños accedieron a un intercambio de correos electrónicos entre el abogado de Stora Enso, Valdo Cestari de Rizzo, el director forestal de la compañía, João Borges, y el vicepresidente de la empresa para América Latina, Otávio Pontes.
Con el cambio de estrategia la compra de tierras la realiza Azenglever, que en teoría tendría capital a nombre de personas físicas brasileñas, pero que en la práctica adquiere las tierras para Stora Enso, sin necesidad de la autorización del Consejo de Defensa Nacional.
Frente a los eucaliptos caídos se levantan los reclamos
Las Mujeres de la Vía Campesina reclaman a las autoridades brasileñas que se anulen las compras de tierras realizadas ilegalmente por Stora Enso en la faja fronteriza con Uruguay y la expropiación de esas áreas para la reforma agraria. "Solamente en las 45 000 hectáreas que están a nombre de la empresa ‘ficticia’ Azenglever daría para asentar cerca de 2000 familias, generando 6000 empleos directos. Actualmente 2500 familias campesinas están acampadas en Rio Grande do Sul y el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria alega no tener tierras para concretar su asentamiento", dice el documento de las agricultoras.
Las campesinas piden además que se retiren los proyectos presentados en el Congreso brasileño que proponen la reducción de la faja de frontera. "Para el pueblo 'gaúcho' esa reducción de faja de frontera sólo provocará aumento del éxodo rural, del desempleo, de la destrucción ambiental y el fin de la soberanía alimentaria, porque faltará tierra para producir alimentos", expresan.
Aracruz y Stora Enso: la lucha contra el agronegocio
Las mujeres de la Vía Campesina Brasil se lamentan de que en el país los recursos naturales están actualmente en manos de las empresas multinacionales del agronegocio, al tiempo que la población tiene cada vez menos acceso a la tierra, el agua y los alimentos. "Nosotras somos las primeras en ser expulsadas de las actividades agrícolas en las áreas en las que avanza el agronegocio", aseguran.
Explican que su trabajo es importante en la agricultura campesina porque saben producir alimentos, pero en la actualidad se las desconoce porque las empresas del agronegocio no están interesadas en producir comida sino en obtener ganancias, transformando el campo en "desiertos verdes" de eucaliptos, de soja, de caña de azúcar. Los monocultivos de eucaliptos para la producción de pasta de celulosa son de los que más espacio han ganado en Rio Grande do Sul.
"Las empresas de celulosa están cerrando fábricas en Estados Unidos y Europa y están viniendo para América Latina. Aquí encuentran mucha tierra, agua, clima favorable y gobiernos dispuestos a atender sus intereses. Más del 90 por ciento de la producción de pasta de celulosa en Brasil es para exportación", afirman las campesinas brasileñas en su comunicado.
"De esta forma, reducimos la producción de comida, destruimos la biodiversidad, aumentamos la pobreza y la desigualdad para atender la demanda de lucro de las empresas y un estilo de vida consumista en los países ricos. Ese es el papel horroroso que Brasil cumple hoy en el mundo", sentencian.
Las mujeres de la Vía Campesina son conscientes de los riesgos que asumen cuando deciden realizar una movilización como la de este martes temprano en la mañana, en la que ingresaron a un predio de una gran corporación transnacional y destruyeron sus plantaciones. "Sabemos que por luchar contra el desierto verde podemos sufrir la represión del gobierno gaúcho. Es práctica de ese gobierno tratar a los movimientos sociales como criminales y proteger a las empresas que cometen crímenes contra la sociedad", expresan.
Apenas dos años atrás, 2000 mujeres de la Vía Campesina entraron en un vivero de la empresa Aracruz Celulosa en Rio Grande do Sul, destruyendo miles de plantas de eucalipto. Esta acción -llevada a cabo el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora- era una forma de protestar contra la expansión de los monocultivos de eucalipto, de “romper el silencio del desierto verde”, en palabras de la investigadora del grupo ETC Silvia Ribeiro.
Ya en ese entonces, se levantaron acusaciones penales contra dirigentes de la Vía Campesina, y desde la prensa –tanto del Estado como de Brasil- se atacó a los campesinos, a los que se acusó, entre otras cosas, de “vándalos” e “inmorales”. Sin embargo, pese a ese ataque violento pero infundado, la Vía Campesina declaró que la lucha continuaba.
“La acción de las mujeres de la Vía Campesina, realizada el Día Internacional de la Mujer, será un marco para las futuras generaciones en la defensa de la vida en la Tierra”, declaraba en ese entonces Vía Campesina, a través de un comunicado.
Ahora, sabiendo que la represión fue y es una respuesta común de las autoridades ante las demandas de los movimientos sociales, alertan que van a resistir, y que su lucha es en defensa de la vida de las personas y del medio ambiente.
"Estamos aquí cerca de 900 mujeres, pero cargamos la energía y el coraje de las miles de campesinas que en todo el mundo luchan contra la mercantilización de las riquezas naturales y de la vida. Como decía la compañera sin tierra Roseli Nunes, asesinada cobardemente en marzo de 1987 aquí en Rio Grande do Sul, preferimos morir luchando en lugar de morir de hambre", sentencian las agricultoras.